Una joven pareja del Reino Unido vivió una situación dolorosa e inclasificable.
Charlotte y Atila Szakacs tuvieron que enfrentar la difícil situación que le planteaban los doctores para su hija en gestación.
Con 20 semanas de embarazo a cuestas, los médicos informaron a Charlotte y su pareja que la pequeña niña que esperaban ansiosos iba a nacer con anormalidades a nivel de cromosomas. Habían bautizado a la niña con el nombre de Evelyn, y tuvieron que hacerse la idea de despedirse de ella antes incluso de conocerla.
Un 13 de diciembre del año recién pasado nace Evelyn. Tal como habían advertido los médicos, la niña nació con severos problemas: un cerebro no desarrollado, los pulmones completamente obstruidos y una aorta estrecha.
La vida de la pequeña era inviable, por lo que a los pocos días lamentablemente falleció.
Ante el dolor de la pérdida anunciada y luego vivida, los padres de Evelyn pidieron un permiso especial al hospital para pasar unos días con el cuerpo de la niña en lo que iba a ser su hogar. Querían pasar unos días con ella como “familia”, antes del inevitable funeral.
Obtuvieron el permiso y el hospital les preparó una cuna especial que funcionaba como refrigerador, para que pudieran conservar el cuerpo de la niña.
Estuvieron 16 días con el cuerpo de la niña y aprovecharon de hacer las cosas que hubieran hecho con su bebé si todo hubiera salido como querían: la llevaron en coche al parque, pasaron tiempo con ella, incluso se tomaron fotos que compartían en redes sociales.
“Sé que quizás no sea la mejor opción para todos, pero para nosotros fue tan importante poder tener ese tiempo de familia y abrazar a nuestra pequeña niña. Creo que haber pasado el tiempo con ella hizo una diferencia. Poder hacer todas las cosas que imaginas, como sacarla de paseo, nos ayudó emocionalmente”, dijo la madre.
¿Qué opinas? ¿Crees que fue una decisión sana, o que estamos ante un caso de psicosis debido al trauma de perder a la recién nacida?
Sea como sea, hoy Evelyn descansa en paz.