Esta semana el gobierno argentino emitió un decreto que apunta a agilizar los trámites para deportar a los migrantes involucrados en hechos delictivos, hecho que ratifica la tendencia que se esta impulsando por los sectores más conservadores de la región.
El hecho se puede conectar con lo que se dio en Chile a finales del año pasado, cuando los precandidatos presidenciales de la derecha, el expresidente Sebastián Piñera y el senador Manuel José Ossandón, levantaron sendas propuestas para -primero- restringir la entrada de migrantes en el país y -segundo- propiciar una legislatura castigadora a la acción de los migrantes en el país.
Todo coincide con lo que sucede en Europa, con la crisis migratoria, y Estados Unidos, con las políticas de Trump en esta materia, donde los migrantes son usados como argumento para justificar la crisis política, económica y social que viven. Situación que pareciera replicarse en esta zona del mundo.
Latinoamérica ha sido un continente donde los procesos migratorios se han desarrollado de forma permanente a partir de las coincidencias culturales que tienen sus pueblos. De ahí, que se preste atención al debate que se lleva a cabo respecto a este tema.
Al respecto, Rodolfo Noriega, abogado y presidente del Comité de Refugiados Peruanos en Chile, sostiene a El Ciudadano que el actual debate «es una tendencia mundial» y agrega que «no es de hoy sino que viene de tiempo atrás y que se ha potenciado por los pasos que se han dado en Inglaterra y EEUU, potenciando las corrientes antimigratorias en el mundo».
Del mismo modo, Noriega argumenta que el tema migratorio se utiliza para justificar una crisis más profunda y recalca que «se busca justificar las crisis económicas y sociales que son propias del sistema, se busca canalizar una responsabilidad en un grupo humano cuando quien la tiene es el sistema».
Reglón seguido, el presidente del comité de refugiados peruanos agrega que «el tema de la migración no va a resolver la crisis mundial ni regional».
Junto con lo anterior, Noriega apunta a un posicionamiento ideológico en el continente que guía el debate en esta materia. De hecho, el abogado distingue dos momentos al respecto: «Hubo una apertura hacia las corrientes migratorias que se dieron en un momento político e ideológico en el continente. Hubo avances en Argentina, Ecuador, Brasil e incluso en Perú. Hoy el tema oscila entre dos posturas», dice.
Al ser consultado sobre si el debate que se da en América Latina respecto a políticas migratorias puede considerarse como un punto de quiebre, Noriega sostiene que «yo no pienso que sea un punto de quiebre. Somos eco de los discursos que se dan en el Norte, pero los movimientos sociales son más dinámicos. Acá, por ejemplo, hay una alianza entre el pueblo chileno y el pueblo migrante. Pasa lo mismo en Argentina, donde hay sectores progresistas que están en contra con las políticas antimigratorias».
«Este es un tema que va a dar para batallar porque políticamente falta mucho para que se solucione. Las cosas no están resueltas y los desafíos son grandísimos. La alianza popular es lo que debe primar», finaliza Noriega.
@joserobredo