Algunos le han llamado El ángel de los gatos, y es que Mohammad Alaa Jaleel realmente fue un salvavidas para muchas de estas criaturas, que parecían estar dejadas a su propia suerte en la ciudad de Aleppo, constante frente de guerra y azotada por bombardeos casi diarios. Los mismos que destruyeron el único refugio animal del lugar, y que hoy restauró.
Durante años el santuario se mantuvo en pie, dando un atisbo de caridad y humanidad en la atacada ciudad siria. Pero hace unos años fue bombardeado, como gran parte del sus rededores, y parecía imposible volver a crear un lugar similar donde los animales abandonados pudieran ser cuidados y descansar.
Alaa era un conductor de ambulancia y electricista que no se fue del lugar, y decidió comenzar a reconstruir – en la medida de lo posible – este espacio. Comenzando por cuidar a cada animal que se cruzaba por su camino, muchos de ellos dejados atrás al emigrar de sus familias.
Al comienzo tenía 20 gatos, que aumentaron a 100. Ese fue el momento en que el hombre decidió poner en pie de nuevo el santuario.
Se llamó como su propio gato: «La casa de gatos Ernesto», dedicado únicamente a felinos. El terreno tenía un jardín e incluso un terreno de juegos para niños, encontrando estos un hermoso lugar de recreación junto a los animales en el santuario.
Para Alaa, ya que la mayoría de sus amigos se fueron, este lugar y sus gatos se han vuelto su familia y amigos, y pone toda su dedicación en ellos. Para las familias que permanecen en Aleppo, ha sido una gran alegría y distracción. Y su linda historia ha recorrido el mundo, hasta que en noviembre empezó a cambiar.
La cosa se volvió nuevamente complicada con los problemas en la ciudad siria a fines del 2016, que nuevamente causó pérdidas de animales e inmuebles, además de vidas humanas.
Así fue como la vida de toda la comunidad fue puesta nuevamente en peligro, y muchos gatos del santuario, además del perro de la familia, murieron. Fue entonces que el «hombre de los gatos de Aleppo» debió volar por primera vez y alejarse del lugar, tomando rumbo a Turquía con su gato Ernesto.
Pero esta distancia terminó apenas en este comienzo de año. Alaa decidió volver a Siria desde Turquía, y el reconocimiento de su caso fue de gran apoyo para pedir ayuda y reconstruir este espacio para los animales.
Cuando volvió apenas encontró 10 gatos, además de Ernesto y un nuevo amigo de él, y un nuevo perro llamado Hope.
Pero Alaa encontró un nuevo lugar y llevó a los animales con él. Desde entonces se encuentra trabajando en pos y para los animales, sin abandonarlos y tratando de salir adelante en las ruinas de la ciudad.
Hoy ha llamado el lugar como El Paraíso de Ernesto. Cada gato tiene su propio nombre y el lugar ha vuelto a renacer, literalmente, de entre las cenizas. Incluso celebraron un cumpleaños a una pequeña niña de Aleppo hace unas semanas.