Es bastante normal que a medida que cumplimos años, haya quienes se sientan más viejos. E incluso, como todos saben, siempre hay alguien cercano que tiende a quitarse algunos años porque no lo lleva demasiado bien. Si ese es tu modo de pensar, y estas deprimido porque tu cumpleaños está a la vuelta de la esquina, no desesperes porque tengo buenas noticias para ti.
Resulta que no somos tan viejos como pensamos. De hecho, la mayor parte de ti es tan joven como cuando eras un niño. ¿Cómo puede ser esto?
No eres tan viejo como pensabas
Como bien sabes, nuestro cuerpo está formado por miles de millones de células que no han nacido con nosotros, al menos no todas. Para que te hagas una idea, nuestro cuerpo ahora mismo está formado por células de unos segundos de edad, células de varios días, células de un año, y solo una pequeñísima parte de ellas tienen décadas o tu propia edad. Así pues, celularmente hablando, la mayor parte de nuestro cuerpo es tan joven como cuando éramos bebés.
Calcular la edad de nuestras células, sin embargo, no es tan fácil. Hay órganos que renuevan sus células a diario, mientras que en el cerebro, por ejemplo, la mayoría de las células no se dividen nunca, aunque muchas de las moléculas que componen esas células pueden modificarse o ser sustituidas.
Si hablamos de células que suelen dividirse con regularidad, estas solo podrán hacerlo un número determinado de veces. Una vez que lleguen a ese número, dejan de dividirse y, transcurrido un tiempo, mueren. Esto es lo que se conoce como límite de Hayflick.
Así pues, cada una de las partes que forman nuestro cuerpo tienen su propia edad biológica. Aún así, tengamos la edad que tengamos, podemos decir abiertamente que nuestro cuerpo es muchos años más joven. Veámoslo sobre un ejemplo.
Imagina que tienes 35 años:
- Las células de la corteza cerebral han estado con nosotros esos 35 años, desde que naciste, al igual que las de la corteza visual -la parte del cerebro que usamos para ver-. Esto explicaría por qué nos comportamos según nuestra edad natural y no por la edad de nuestras células.
- Las células de nuestro cerebelo son algo más jóvenes, entre uno o dos años.
- Las células musculares intercostales más longevas tienen una media de 15 años.
- Las del hígado entre 10 y 18 meses.
- Las células del revestimiento del intestino más antiguas tienen 5 días, mientras que las intestinales que no formen parte del revestimiento tienen, como mucho, 16 años.
- Las células más viejas de los huesos tienen unos 10 años.
- Las de la epidermis vivirán no más de 14 días.
- Y los glóbulos rojos de nuestra sangre vivirán, como mucho, unos 4 meses.
Si tan jóvenes son nuestras células, entonces ¿por qué envejecemos?
Aunque la media de edad de nuestras células sea mucho más joven, seguimos envejeciendo porque cuando estas se dividen se producen daños en el ADN. A medida que las células se dividen para dar lugar a nuevas células, van transmitiendo una cantidad de material genético cada vez más reducida, debido a la pérdida progresiva de unas estructuras protectoras del ADN llamadas telómeros. Por eso, cuantas más veces se hayan dividido nuestras células, más cerca estará el fin de nuestros días.
Por consiguiente, investigadores como María Blasco, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, piensan que los telómeros son un buen indicador para determinar la esperanza de vida de una persona. De hecho, han concluido que unos telómeros cortos, o que se acortan rápidamente, son una señal de que la persona morirá antes.
Vía: Lavozdelmuro