Si lo hubiera sabido antes, tal vez mi relación con Denisse habría sido muy distinta. Recuerdo perfectamente todas las veces que fuimos a terapia de pareja con el doctor Haverbeck y jamás olvidaré lo difícil que las cosas se pusieron con el tiempo. Discutíamos prácticamente por cualquier cosa, apenas hacíamos el amor y, a pesar de que éramos tan solo dos jóvenes con un maravilloso futuro por delante (separados el uno del otro), la idea de fracasar juntos nos perturbaba profundamente.
El doctor Haverbeck se dio por vencido la vez que Denisse me tiró el pelo y escupió el zapato en su consulta y nos aconsejó que tomáramos flores de Bach. Es triste, pero la terapeuta florar nos derivó a un grupo de meditación apenas nos vio. “Ustedes tienen serios problemas”, dijo, y entonces comenzamos un tortuoso paseo de tratamiento en tratamiento. Nueve meses después de eso, terminamos.
Sin duda hicimos todo lo posible, o por lo menos, todo lo que pensamos podría haber funcionado. Si en vez de recetarnos relajantes musculares y mandarnos a tomar flores de Bach, el doctor Haverbeck me hubiese dicho, “Invítala un trago y déjate de llorar, cagón”, tal vez hoy seguiríamos juntos. Al menos eso asegura un nuevo estudio que realizó un centro especializado en psicología. Se llama The Journal of Gerontology y la investigación: Psychological Series.
Según concluyó el estudio, las parejas que beben alcohol juntas reportan una mejor calidad en el vínculo amoroso, una mayor conexión emocional y permanecen juntas por más tiempo.
La investigación reveló que las personas sobre 50 años tienen mejores matrimonios si tanto el hombre como la mujer son bebedores. Lo curioso, sin embargo, es que la clave pareciera estar en la “igualdad de condiciones”. Información rescatada del estudio también señaló que si el hombre y la mujer son ambos abstemios, la relación se fortalece de igual manera. El problema se produce cuando uno de los dos es bebedor y el otro no.
Según Reuters, la investigación consultó a 4,864 personas que han estado casadas por un promedio de 33 años y señaló que el alcohol como actividad recreativa utilizada en tiempos de ocio, contribuía significativamente en la calidad de la relación.
“No estamos seguros por qué pasa esto”, afirmó la doctora Kira Birditt de la Universidad de Michigan a Reuters, “Pero aparentemente las parejas que tienen más tiempo de ocio juntas logran una mejor conexión, y el alcohol ahí marca una diferencia. No es un asunto de cuánto alcohol beban, sino de si beben o no de vez en cuando”.
Y claro, no se trata (supongo) de tomarse una botella de whisky al desayuno con tu pareja, pero al parecer el punto clave es darse la oportunidad de generar momentos de distracción en los que juntos “puedan perder el control” y disfrutar del mero hecho de estar juntos. De alguna manera hay que matar la rutina ¿no es así?
Desearía haberlo sabido antes.