Graffitis, robos, luces azules y rojas iluminando las paredes de una descuidada calle desierta después de una explosión; todas esas imágenes llegan a nuestras mentes cuando escuchamos las expresión “barrio peligroso“.
Postales creadas por los medios y la policía para advertirnos sobre los riesgos de entrar a estos cinturones de pobreza. Hay quienes queremos pensar que todo es un truco para culpar a la gente que habita en estas comunidades de la mayoría de los delitos que ocurren en las ciudades. Sin embargo, grupos de rap como Public Enemy y N.W.A. se encargan en reforzar esa imagen simplemente porque es su realidad y saben que para cambiarla es necesario denunciarla.
Todo comenzó durante la década de los setenta, cuando una ola de crimen y protestas produjeron numerosos incendios de edificio en el South Bronx de Nueva York; para ese entonces, la música disco sonaba en todos los clubes de la ciudad, donde la gente se reunía para mostrar sus mejores pasos. No obstante, un género totalmente diferente dominaba las calles, salvaje y crudo, el hip-hop, ritmo que comenzaba su camino a la glorificación, convertirse en el género oficial de los marginados.
Con el tiempo, el hip-hop comenzó a ramificarse, creando nuevos estilos de cantarle a la calle; uno de los más representativos fue el gangsta rap, cuyas letras se centraban en retratar la violenta realidad de algunos barrios norteamericanos; misma que sigue vigente hasta nuestros días. El ritmo de vida al que están sometidas estas personas a menudo es tan extremo que encontrar una manera amigable de distraerse parece imposible; los clubes de striptease son esos oasis donde dichos sujetos pueden desahogarse sin miedo a los prejuicios o a problemas de discriminación.
El fotógrafo escocés, Ivar Wigan, se ha dado a la tarea de explorar este tipo de lugares en el sur de Atlanta (la meca de los strip clubs), no para encontrarse cara a cara con la delincuencia, sino con un grupo de héroes subterráneos que cada noche se dan cita en estos antros sin reglas. Atraídos por una pista de baile que ayuda calmar la tensión generada tras velar por la seguridad de un mundo al que juraron proteger a toda costa: su barrio.
«Pretendo elevar a personas de la calle al estatus de iconos. Otro fotógrafo podría retratarlos de forma muy distinta, bajo una perspectiva más negativa o condescendiente, o muy política, pero yo procuro hacer que estas personas trasciendan. Quiero hacer retratos hermosos de los que se enamoren sus protagonistas»
Afirma Wigan sobre «The Gods” serie en la que aparecen estas fotografías. Sin embargo, no todas las personas retratadas en las imágenes pueden gozar de ese título. La palabra “god”, en jerga popular, se utiliza para calificar a aquellos gansters que han logrado sobrevivir a una condena larga en la cárcel o a una vida de dificultades; por lo general relacionado con asuntos entre pandillas.
Con estas tomas, Wigan pretende acercarnos a personas cuya visión del mundo está apegada a las situaciones marginales que han vivido durante años junto a su familia. Una realidad en la que las chicas sueñan con cumplir 19 años para trabajar como strippers en los mejores clubes nocturnos de la ciudad, y los hombres, por otro lado, buscan salir con una bailarina para ser objeto de admiración.
Para poder apreciar por completo el trabajo de este fotógrafo, tenemos que alejarnos de todos los prejuicios que nos persiguen al observar cada toma. Wigan sabe que lo que está retratando es una realidad dramática, pero representa un pequeño rayo de luz en una nube de oscuridad urbana; creando entre ellos y la sociedad que los juzga un sentimiento que va entre miedo y rechazo, sin saber que gran parte de todo eso es culpa suya.
Vice/CltraCltva/