Los trabajos consistieron en una limpieza pormenorizada de las láminas de mármol que cubrían el Edículo y en reforzar su estabilidad para que garantice la protección de la cueva con el lecho
Las obras en la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, comenzaron en julio y fueron supervisadas por Antonia Maropoulou, quien se mostró contenta este lunes por haber cumplido con los plazos que se habían propuesto en un principio.
Además del visible lavado de cara de todo el exterior del armazón, destaca como novedad la cruz greco-ortodoxa sobre lo alto de la cúpula, recién pulida, que no existía antes de la rehabilitación.
También se ha abierto una ventana dentro del habitáculo donde está el lecho de Jesucristo que ahora permite a los visitantes ver la piedra original de la cueva donde se socavó la tumba.
Los bloques dañados del armazón han sido reparados, del mismo modo que se han cubierto las grietas con pegamento, rellenado fisuras y reforzado soportes para un «monumento que durará para siempre», resaltó la jefa griega de la rehabilitación y profesora de la Universidad Politécnica Nacional de Atenas.
El equipo restaurador ha contado con una financiación total de 6 millones – el doble de los 3 millones presupuestados -, con un 80% procedente de donaciones del exterior, declaró a EFE Bonnie Burnham, ex presidenta del Fondo de Monumentos Mundiales (WMF, por sus siglas en inglés).
Las obras han abordado también las filtraciones de agua subterráneas que afectan a la base pero, según el grupo científico, requerirá de un nuevo acuerdo para «estabilizar los cimientos».
El Santo Sepulcro ha estado abierto durante todo el proceso de restauración y solo fue cerrado al público 36 horas, cuando se retiró la lápida que cubría la fosa original de Jesucristo, un hecho que no ocurría desde hace cinco siglos.