Thomas Antalffy estaba haciendo parapente en Brasil y terminó con todos sus huesos rotos y sangre aprisionada en el cerebro.
Un turista húngaro realizó parapente en Brasil, pero todo terminó en una bizarra pesadilla. Lo último que recuerda fue estar llegando al suelo tranquilo y, luego, se despertó al día siguiente. Se sacó una selfie y estaba todo cubierto en sangre y heridas.

“Recuerdo que me dolía un hombro, pero aparte de eso, no sentí ningún dolor. Incluso me tomé una selfie”, confesó, después, a la prensa. Se levantó y comenzó a hacer dedo para regresar a su hotel.
En la caída libre, que no recuerda, estando todavía arriba del parapente, se rompió el omóplato, vértebras, el cráneo y se le aprisionó la sangre en el cerebro. Fue al hospital, el cual estaba tratando un brote de fiebre amarilla, lo examinaron, le dieron medicamentos y fue dado de alta rápidamente.
Se tomó dos veces la pastilla que le habían prescrito, sin darse cuenta de la repetición. Llamó a su esposa para que lo fuera a buscar desde Londres, Inglaterra y, cuando ella llegó, lo trasladó, en avión, a un hospital más grande.
Cuando llegó a la clínica, los médicos no podían creer que él estaba vivo. “Cuando llegamos aquí e hicimos una exploración de la cabeza, los médicos nos dijeron que era un milagro, que habría muerto si hubiéramos intentado volar con tanta presión en su cerebro”, sostuvo la esposa.
Actualmente, se encuentra recuperándose allí, junto a su mujer, y espera volver a su casa, recuperado, a fines de mes.