El café más “exclusivo” del mundo es el denominado café “Kopi Luwak” o café de civeta. Se ha hecho muy famoso en todo el mundo y la forma de elaborarlo no es ninguna leyenda urbana, realmente se produce de una manera bastante peculiar. La civeta de las palmeras (Paradoxurus hermaphroditus) es un pequeño mamífero nocturno y omnívoro que habita el sudeste asiático y que, entre otras cosas, se alimenta de los granos del café.
Pero estos granos no los asimila por completo, los expulsa semidigeridos en sus heces y con ellas se ha elaborado tradicionalmente un café que hoy en día es el más caro que se comercializa, pudiendo rondar los 80 dólares la taza.
Estos animales siempre han vivido en libertad y se salía a buscar sus excrementos cargados de granos de café, pero eso ha ido cambiando. Desde hace años se han popularizado las granjas productoras de café Kopi Luwak en las que se tiene a las civetas en cautiverio, muchas veces en pésimas condiciones. Algo que llevan años denunciando diversos grupos ecologistas.
Hace meses, National Geographic recogía diversos informes de organizaciones que investigan las plantaciones cafeteras de Bali, y los resultados e imágenes sobre las condiciones de las civetas salvajes que han sido enjauladas para producir este café no dejan mucho margen a las dudas.
Mientras los turistas acuden a estos lugares atraídos por conocer si los rumores sobre este café son ciertos y contemplar a estos pobres animales enjaulados; las civetas viven entre rejas en espacios minúsculos, estresadas y con una dieta deficiente basada en el café. Esto se traduce en animales enfermizos, tristes y con una ansiedad tremenda. El problema es que también es difícil de controlar qué café procede de animales en libertad y cuál de cautivos, ya que el dato es fácilmente manipulable.
Los expertos además dudan sobre la calidad de este café, que si bien el paso por el sistema digestivo del animal le confiere un sabor único a los granos, también hace que pierda acidez y el sabor característico que debe tener una buena taza de café. Y es que todo procede de una extravagancia humana que nos hace condenar a estos animales a una vida miserable, y todo por un capricho. Porque para tomar una taza de café tan buena (o incluso más) no debería ser necesario maltratar a ningún animal.
Vía: lavozdelmuro