Un exhaustivo estudio reveló que las miles de huellas de dinosaurios encontradas en Walmadany, en la región de Kimberley, Australia, provienen de al menos 21 especies del Cretácico. Algunas de estas, con 1,7 metros de largo, son candidatas a las huellas más grandes jamás encontradas. En términos de la diversidad hallada en un solo sitio, la colección es única en el mundo, como informa IFLScience.
En 2008, el gobierno de Australia Occidental eligió a Walmadany (también conocido como James Price Point) como la ubicación predilecta para procesar el gas natural de los campos de la costa noroeste de Australia, a pesar de la existencia de alternativas más económicas y ecológicas.
La decisión desencadenó una enorme campaña para proteger el sitio y fueron las huellas de los dinosaurios lo que destacó como un fuerte argumento para salvar el área. El pueblo nativo de Goolarbooloo, guardianes tradicionales de Walmadany, se contactó con el Dr. Steve Salisbury, de la Universidad de Queensland, para documentar las huellas e investigar lo más posible sobre las criaturas extintas que las originaron.
«Esto es extremadamente significativo; forma el registro primario de los dinosaurios no aviares en la mitad occidental del continente y ofrece el único conocimiento sobre la fauna de dinosaurios de Australia durante la primera mitad del período Cretáceo temprano», explicó el Dr. Salisbury en un comunicado. «Es un lugar tan mágico –el propio Jurassic Park de Australia– en un espectacular entorno natural».
Además de Walmadany, los registros de dinosaurios de Australia provienen casi exclusivamente de la costa este, y son millones de años más jóvenes que estas huellas. Es por eso que el trabajo de Salisbury, de su equipo y del pueblo Goolarbooloo, proporciona casi la única mirada existente hacia un ecosistema tan antiguo como 127 a 140 millones de años en el oeste de Australia.
En los años 60 fueron descritas las huellas del terópodo mediano ‘Megalosauropus broomensis’, pero a través de las leyendas, la gente de Goolarbooloo ha sabido de las pistas por decenas de millones de años, atribuyéndolas a Marala, el emú-hombre, que les dio sus leyes. Los trabajos más recientes describieron nueve nuevos tipos de huellas, que posteriormente aumentaron a dieciséis, pero estas no tenían suficientes detalles. Las más grandes fueron pasadas por alto al principio, consideradas demasiado grandes para ser de un animal.
Llegar a saber todo esto no fue fácil. Salisbury dijo a IFLS que «probablemente hay muchas pistas bajo el agua en este momento, y otras enterradas bajo las dunas. Ahora el único tramo en el que están expuestas las rocas está en la zona intermareal «.
Salisbury publicó un relato muy largo de sus hallazgos en el Journal of Vertebrate Paleontology.
El equipo tuvo que apurarse y tomar mapas de las huellas antes de que las gigantescas mareas de la región inundaran el área. Salisbury dijo que él y sus colegas solían quedar tan absortos en su trabajo, que tenían que volver a la orilla con los equipos sobre sus cabezas. En una ocasión se volvieron a mirar y vieron a un enorme cocodrilo cruzando las aguas que acababan de dejar atrás.
Pero los resultados valieron mucho la pena. «Existían cinco tipos diferentes de rastros de dinosaurios depredadores, al menos seis de saurópodos herbívoros de cuello largo, cuatro de ornitópodos herbívoros de dos patas y seis de dinosaurios blindados», describió Salisbury en un comunicado.
«Entre las huellas está la única evidencia confirmada de stegosaurus en Australia. También hay algunas de las huellas más grandes de dinosaurios jamás registradas. Algunas de saurópodo tienen alrededor de 1,7 metros de largo», agrega Salisbury.
La geoquímica de las rocas, aunque ideal para que se formen marcas, no era eficiente para fosilizar huesos y dientes. Algunas de las huellas que se han encontrado se asemejan a las que se ven en otros continentes, pero hay otras que parecen ser de especies totalmente desconocidas. «Me gusta pensar que los huesos están por ahí en alguna parte», dijo Salisbury a IFLScience.
Mientras tanto, los trabajos continúan y los investigadores intentan proyectar cómo estas impresiones, hechas en una sola ocasión, reflejan los movimientos de aquellas bestias y la interacción con sus similares.
La empresa que pretendía instalar la planta de procesamiento de gas, abandonó la idea en 2013, pero el gobierno de Australia Occidental siguió tratando de adquirir la zona para usarla en el desarrollo industrial futuro. Gracias al trabajo del equipo de Salisbury, y a un cambio de gobierno, el área podría terminar siendo protegida permanentemente.
El Ciudadano