En un país como el nuestro, ubérrimo de tíos, consanguíneos o no, asombroso fue hallarme una tarde andariega con el Tío Paciencia.
La imagen que acompaña este texto habla de un lugar y del personaje. En la región central de Chile existe la comuna de Las Cabras, agraria todavía. En esa franja territorial y a orillas de camino el aviso llama la atención. Campo puro, en sazón multitud de frutos a la vista, sol y cielo azul, territorio libre de alambradas y barreras y, pronto su majestad el hombre de la tierra, el Tío Paciencia.
Imposible sustraerse al personaje. Fluido de verbo y del gracejo campesino, sus manos y su espíritu nacidos de la tierra, labrador por antonomasia. En el ambiente se fusionan la transparencia del aire y su bondad plena. Dice secretos que no sabíamos. Trasmite cultura viva. Es contento de su faena, del coloquio vital con el suelo feraz, de la armonía y del cultivo amoroso del agua y de la tierra, del hospedaje fértil del barro que anida a la semilla.
Me parece un hombre bien automarginado por propia decisión de nuestro mundo tan urbano. El es única ley de la agricultura permitida, como nos dijo un sabio poeta hace ya algunos siglos. La llamada modernidad, el desarrollo, el crecimiento,el progreso no van con él y enhorabuena. No es un desentendido del mundo que se vive, me habla con autoridad de los transgénicos y del cometido mortífero de los productos plaguicidas, y llama a defender la pureza.
¿Cómo no comprender el profundo sentido de la cadena biológica en todo su esplendor cósmico en cada gesto, en cada palabra de nuestro hombre de la tierra, del campesino que nos ofrece con la más sana humildad el fruto de su trabajo? No en vano del latín humus nos vienen nuestras palabras tierra y también humildad, humilde.
El primer paso del hombre no fue en el aire sino en la tierra. Llegará el día en que ese campesino productor, el labriego será el hombre mejor tratado, porque la humanidad consciente comprenderá el valor de su faena y le dará gracias. A este hombre pertenece la tierra. La usurpación ha sido de los ajenos a ella. La primera propiedad ilegal e ilegítima del hombre fue de la tierra cuando nada antes existía. El usurpador puso su nombre a inmensas extensiones baldías o para explotar en ellas a los siervos de la gleba.
A Tío Paciencia mi respeto. Tengo certeza que el hombre de mañana volverá a la tierra para cultivarla, para amarla.
Carlos Poblete Avila
Profesor de Estado