El Gobierno de Mali ha prorrogado a partir de hoy y durante diez días el estado de emergencia «ante la persistencia de la amenaza terrorista», una medida que viene tomando de manera encadenada desde noviembre de 2015.
El estado de emergencia, que suspende varias garantías constitucionales, había sido declarado por última vez en julio de 2016 por una duración de ocho meses, que expiraron el pasado miércoles.
La prórroga de diez días más no excluye otra suplementaria al cabo de este periodo, «si así lo justifica la evaluación de la situación de seguridad» en el país, según el comunicado del Consejo de Ministros hecho público anoche.
El gobierno considera que, «pese a los esfuerzos y las medidas tomadas, persiste una amenaza terrorista en Mali y la sub-región (del Sahel), así como riesgos de atentados contra la seguridad de las personas y sus bienes».
Esta nueva declaración se produce mientras se celebra en Bamako una Conferencia por el Entendimiento Nacional que ha puesto de relieve las profundas diferencias entre los diferentes actores sobre la concepción misma del país, especialmente a nivel regional y étnico.
Los tuaregs, principal fuente de descontento desde prácticamente la fundación del estado moderno maliense, siguen reacios a reconocer la autoridad del estado central, y ejercen su propia ley en vastas zonas del norte, sobre todo en torno a las ciudades de Kidal y Mopti.
Incluso el término de Azawad -nombre tuareg que designa a la región al norte del río Níger- está siendo discutido estos días en Bamako, pues los grupos unionistas consideran que supone un cuestionamiento de la unidad nacional.