Entre lágrimas, punk y perros, Valpo despidió a joven asesinado por defender a un can callejero

En la madrugada del pasado sábado, un vendedor ambulante intentó atacar a un perro callejero. Un joven salió en su defensa, fue apuñalado y falleció. Hoy casi mil personas le dieron su último adiós en el cementerio Nº3 de Playa Ancha, en Valparaíso.

Entre lágrimas, punk y perros, Valpo despidió a joven asesinado por defender a un can callejero

Autor: Gabriel Muñoz

Faltando pocos minutos para las 2 de la tarde y luego de una misa en cerro Barón, una comitiva enfiló hacia el otro lado de la ciudad para enterrar y despedir al hijo, amigo y hermano que dejó este mundo por defender la vida de un quiltro callejero la madrugada del sábado 1 de abril en Valparaíso

“En su familia, desde que nació, era el alma de la fiesta. Su risa y alegría no se borran aún”, expresa entre lágrimas una prima. “Murió por convicción”. “Luchó por sus ideales, los defendió de corazón”, señalan otro familiar y un amigo. Acertadas palabras que resumen, sin duda, la razón de vida de Camilo Ignacio Navea del Canto (19) y también, parte del por qué se enfrascó en una discusión con Alex Bravo Verdejo (33), quien intentaba agredir a un perro que, según él, le molestaba para trabajar vendiendo sopaipillas en la plaza Aníbal Pinto de la ciudad puerto.

Punk, animalista y porteño

Luego de conocerse el trágico hecho, autoconvocados y amigos de la víctima se congregaron en la citada plaza para realizar una velatón. Un poco más allá, trabajan a diario dos amigos que conocían al joven. “Siempre lo veíamos pasar, nunca hacía problemas, era muy simpático y a pesar de lo que muchos puedan pensar, jamás lo vimos haciendo alguna tontera”, coinciden Angel Vera y Francisco Soto, comerciantes que subieron a dar su adiós hasta Playa Ancha desde el barrio Bellavista, territorio reconocido por ser zona de descanso de un grupo de punks, que machetean monedas, comen y beben en jornadas que parecieran no tener tiempo.

Oriundo de cerro Barón, sus padres Glenda y Richard le inculcaron valores cristianos que lo llevaron a acercarse a la iglesia del sector. A poco andar su adolescencia, sus intereses cambiaron, al igual que sus vestimentas y corte de pelo. Premunido de jeans rasgados y parchados con telas animal print, algunas cadenas y metales, las calles de su querido Valparaíso lo albergaron una y otra vez. La abundancia de perros callejeros le despertó la conciencia animal, imprimió un nuevo anhelo y destinó sus tiempos a ayudar a los seres peludos y de cuatro patas que iban a parar a algún canil o deambulaban por la ciudad. Quería profesionalizar su afición y hacía poco que había entrado a estudiar una carrera técnica vinculada a la medicina veterinaria.

Catherin Toledo, voluntaria del Centro de Ayuda Animal Anubis, compartió poco con Camilo pero aún así sólo tiene buenas palabras al recordar al estudiante. “Era respetuoso, muy buena persona. Durante febrero vino casi todos los días para limpiar los caniles, sacar a pasear a los que estaban mejor. Se nota que lo hacía de corazón. No hay palabras para describir lo que se siente, sólo venimos a darle un poco de apoyo a la familia”, expresó.

Mientras las bandadas de loros gritan sobre nuestras cabezas, los hermanos punk de Camilo lanzan algunas frases que recuerdan al amigo de interminables jornadas. La música y cultura que los unió hoy se viste de luto, pero no por ello impide que se desarrolle una improvisada tocata, con tres bandas (Disgusto, Los Conchatumadres y Careputa), que en uno de sus intermedios recuerdan el trágico sino de la juventud actual: “Nuestras muertes suelen ser tan violentas como nuestras vidas”, señala la vocalista de una de las agrupaciones presentes al micrófono.

El dolor se hace patente, las lágrimas ruedan por las mejillas. El féretro está cubierto de flores y peluches de animales. Algunos perros que habitan el cementerio, que también alberga a los célebres Emile Dubois o Jorge Farías, aprovechan a la multitud para tener un poco de sombra y dormitar. Otros, consiguen algún cariño. El graznido de las gaviotas nos recuerdan que el mar está al fondo, la vida debe continuar, el punk no está muerto y ya no basta con rezar.


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