El ataque químico en un pueblo de Siria tomado por los rebeldes, en la provincia de Idlib, ha despertado la indignación internacional. Incluso las Naciones Unidas declaró que el asalto bélico será investigado como un posible crimen de guerra, informa Al Jazeera.
La tragedia del martes en Khan Sheikhoun dejó más de 550 heridos y al menos 86 muertos, de los cuales 30 eran niños y 20 mujeres, de acuerdo a lo informado por la Syrian American Medical Society (SAMS), que administra varios hospitales en el área.
Los médicos de SAMS informaron que luego del ataque, las personas llegaron a los hospitales con vómitos y saliva espumosa, mientras otros perdieron la consciencia y sufrieron espasmos musculares.
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Los síntomas también incluyeron pupilas contraídas y disminución del ritmo cardíaco; indicadores de la acción del compuesto organofosforado, de la categoría de gases tóxicos que incluyen al sarín.
«Fuimos afectado por el gas. No nos podíamos poner de pie», dijo Veda Ajej, una de las sobrevivientes que llegaron al hospital en el pueblo turco de Reyhanli, junto a la frontera con Syria, informa Al Jazeera a través de la agencia Reuters.
Mientras países como Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña han acusado a la administración siria de perpetrar el ataque -y la ONU anuncia una investigación-, Bashar al Assad niega responsabilidad, asegurando que el gobierno no tiene armas químicas, informa Telesur.
El gobierno afirma que «ha cumplido todas sus obligaciones con la Convención sobre armas químicas desde su adhesión a la Convención en 2013» y que «las organizaciones terroristas armadas y sus operadores son los que han fabricado estos eventos y otros para acusar al Estado sirio», informa la agencia siria de noticias Sana.
Pero hoy, el gobierno de Rusia afirmó que el Ejército sirio bombardeó una fábrica de armas químicas en la localidad de Khan Sheikhoun.