José Carlos Libâneo pedagogo brasileño e impulsor de la “teoría crítica de la enseñanza en América Latina” dio una conferencia en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Uach) hace un par de semanas. El Ciudadano aprovechó la ocasión para preguntar sobre el funcionamiento del sistema educativo.
Doctor en filosofía de la Universidad Pontifica Católica de Sao Paolo, José Carlos Libâneo también es especializado en el tema de la formación de los docentes, en la Universidad Federal de Goiás.
En la Uach, Libâneo se expresó sobre el tema de los “Sentidos y alcances de una pedagogía crítiica para la educación”. Experto en pedagogía reflexiva, didáctica y crítica social, también destacó las relaciones inherentes que existen entre las prácticas socio-culturales e institucionales y el aprendizaje de los alumnos.
Según sostiene, el papel principal de la educación atañe al desarrollo de las capacidades intelectuales de los estudiantes por medio de los contenidos para fomentar la formación de sus capacidades para pensar. Por ello, los profesores tienen a su disposición contenidos, productos de la investigación científica y las acciones mentales vinculadas a ellos, o sea herramientas que pueden ser usadas en la vida cotidiana.
Sin embargo, la educación no siempre logra sus metas. ¿Cuáles son las políticas más eficientes para alcanzarlas? ¿Cómo garantizar la extensión de la educación a una mayoría de alumnos? José Carlos Libâneo ofrece respuestas a estas cuestiones tajantes.
-¿Pueden ser logradas las metas de la educación con la privatización del sistema educativo?
–Lo mejor que la escuela puede hacer para los estudiantes, especialmente para los estudiantes pobres, es a través de una escuela mantenida por el Estado porque es el Estado quien paga los profesores, mantiene los espacios físicos, dispone de las condiciones materiales y didácticas para ayudar al profesor y asegurar el mejor rendimiento escolar posible.
[…] El mercado tiene otros objetivos, está directamente ligado al lucro. La supeditación de la educación al mercado resulta [obedecer a sus mandatos], o sea a ‘lo de conseguir el máximo con el mínimo de recursos financieros’. Esto puede llevar a la precarización de los edificios, de la formación y sueldos de los profesores. A mi juicio no es una opción democrática.
-¿Cómo puede garantizarse mayor acceso a la educación de los estudiantes con menos recursos?
-Garantizar las condiciones óptimas para el éxito escolar de todos los estudiantes solo es posible con los presupuestos del Estado. Soy contrario a la privatización de la escuela básica y media, sino que toda la educación básica debe ser garantizada por el Estado. Lo que implica el pago digno del trabajo de los profesores, las condiciones físicas y materiales didácticas para que los alumnos puedan desarrollar sus capacidades mentales. Esto es un deber de justicia social.
-¿En Chile las universidades se están abriendo al lucro, cómo piensa usted que se pueda regular de la mejor manera el financiamiento de estos establecimientos escolares?
-No me siento capacitado para hacer juicio sobre las políticas sobre universidades de Chile, pero puedo hablar de mi experiencia en Brasil.
La educación no puede ser objeto de lucro porque está vinculada al destino humano de personas, lo que no se puede calificar solamente por decisiones económicas. El Estado debe garantizar las oportunidades educacionales en la enseñanza básica y superior, principalmente a los que no tienen recursos para pagar.
-Usted citó a Antonio Novoa en su conferencia: ‘Hay escuelas de dos velocidades’ o sea, algunas pueden transformarse en ‘centros de acogimiento para la inserción social de los hijos de los pobres’. ¿Cómo dar posibilidades a las personas con menos recursos sin estigmatizarlas?
-Investigué sobre cómo los organismos financieros internacionales y europeos orientan las políticas educacionales: En su política restringen y consideren las escuelas públicas como solamente establecimientos de inserción y acogimiento social. Estas escuelas dan mayor importancia a la convivencia y consideran las diferencias para disminuir las diferencias sociales y reducir los conflictos.
Pero restando a un papel secundario el proceso de enseñanza de la capacidad de pensar, de transformar la sociedad, de crear herramientas cognitivas para la vida cotidiana de los estudiantes, no es eficiente. Sin estas capacidades, los alumnos al salir de la escuela podrán difícilmente integrarse en la sociedad y participar en la política, tener un empleo, estar en posiciones dignas para insertarse en las exigencias sociales.
-Usted indicó que existen diferentes tipos de prácticas educativas y de pedagogías, además de la escolar. La familia, la calle, son por ejemplo prácticas educativas. ¿Cómo estas prácticas desempeñan un papel y son valoradas en el éxito escolar del alumno?
-La pedagogía tiene por objeto prácticas educativas. Existe un prejuicio según el cual la pedagogía solo se ocupa de la escuela. Pero se ocupa de varias y múltiples prácticas educativa, como las que existen en los movimientos sociales, en las familias, en los medios de comunicación, en el trabajo, etcétera.
A pesar de que son prácticas educativas distintas, todas concurren y aparecen en las prácticas educativas escolares. Entonces, el profesor tiene que tener sensibilidad porque los niños que llegan a las aulas no son solo alumnos sino portadores vivos de múltiples prácticas.
-Los exámenes para ingresar a una universidad, la PSU en Chile por ejemplo, piden un contenido educacional que, a menudo, no tiene nada que ver con las prácticas educativas de las familias, de la calle, etcétera, ya que el sistema escolar no valora la riqueza intelectual de estos ámbitos. ¿Qué opina usted?
-Relativizo mucho el papel de los exámenes estandarizados. Miden un conocimiento supuestamente objetivos, pero son atravesados por conocimientos locales, cotidianos de los estudiantes.
Hay que hacer un trabajo de “doble movimiento”: Que va de los conocimientos científicos que sirven como base para abordar estos conocimientos cotidianos, y al revés, valorizar los contenidos locales para traerles en situación didáctica y que se elevan al nivel de los conocimientos científicos.
-¿Concretamente, cómo el trabajo de ‘doble movimiento’ puede ser implementado?
-El profesor tiene que traer a las clases situaciones de vida. Tiene que tener sensibilidad para escoger las experiencias sociales y culturales de los estudiantes. Llevarles a un museo, ponerles en situaciones problemáticas son ejemplos concretos de esto.
Además, en la formación del profesor, hay tres cosas fundamentales: Primero, que tenga dominio de los contenidos y de las acciones mentales. Segundo, que tenga sensibilidad para captar y recoger las motivaciones de los estudiantes y las características de las prácticas socio-culturales e institucionales en las cuales están insertados los alumnos. Todo esto supone requerimientos en la formación inicial del cuerpo docente.
Por Mélissa Quillier
El Ciudadano
Fotografías: Mauricio Díaz