Represas en el mundo: Un debate inundado de dudas

  La experiencia de los chilenos para llegar a la aprobación de HydroAysén, no es única, es parte de un debate mundial que refleja las experiencias en diversos puntos del orbe, sus costos y beneficios

Represas en el mundo: Un debate inundado de dudas

Autor: Cristobal Cornejo


 

La experiencia de los chilenos para llegar a la aprobación de HydroAysén, no es única, es parte de un debate mundial que refleja las experiencias en diversos puntos del orbe, sus costos y beneficios. Casi la mitad de los ríos en el mundo albergan una gran represa, las cuales generan el 19% de la energía eléctrica del planeta.

La Comisión Mundial de las Represas hizo un estudio de más de 125 embalses en dos años. El año 2000 publicó un reporte,  concluyendo que “las represas han hecho una gran contribución al desarrollo humano, y de ellas se han derivado beneficios considerables. (Sin embargo) se ha pagado un inaceptable y frecuentemente innecesario precio para garantizar esos beneficios”.

Resuelven que dependerá de cómo se realice el proceso si los beneficios superan las desventajas de un proyecto de estas características. Según ellos, es necesario involucrar a todos los interesados, “lidiar con intereses competitivos y resolver conflictos de una manera positiva”.

Dicen que un proceso inclusivo y abierto es necesario “para incrementar la efectividad de los proyectos de agua y energía -mediante la eliminación de iniciativas inadecuadas en una etapa temprana, ofreciendo únicamente aquellas opciones en que los principales interesados estén de acuerdo en que son las mejores para sus necesidades”.

“NECESITAMOS ENERGÍA PARA CRECER”

La principal razón para construir una represa hidroeléctrica es la necesidad de generar más energía para una población o una industria. Sin embargo, sus detractores sostienen que los proyectos hidroeléctricos no son las únicas opciones, ni las más eficientes.

En Brasil, el presidente Luís Inacio ‘Lula’ da Silva aprobó Belomonte, un proyecto hidroeléctrico ubicado en la Cuenca de las Amazonas (Norte de Brasil), identificado como el proyecto hidroeléctrico más controversial del mundo, citando la gran necesidad energética que tiene ese país.

Lula se oponía inicialmente al proyecto, pero cambió su posición después de que el país sufrió grandes apagones de energía periódicos y enfrentó una gran crisis energética en 2001, cuando se pedía a dos tercios de los brasileños reducir en un 20% su consumo de energía durante seis meses.

El grupo de apoyo internacional indígena y medioambiental Amazon Watch critica el proyecto Belomonte diciendo que será ineficiente por el costo, produciendo “únicamente el 10% de su capacidad instalada de 11.323 (MW) durante la temporada de sequía de 3 a 5 meses”. Además, citó un estudio publicado por el Fondo Mundial por la Fauna y Flora (World Wildlife Fund), en el cual se dice que Brasil podría invertir en rendimiento energético y reducir su demanda proyectada para la energía en un 40% antes de 2020, lo que equivale a 14 veces lo que producirá Belomonte.

En Chile existe el mismo debate, los proponentes valoran el proyecto de Hydroaysén, citando un estudio de la Universidad de Chile que señala que en los próximos 20 años la demanda eléctrica se triplicará de 7,5 mil megavatios (MW) a cerca de 22 mil MW. Hoy, la potencia instalada del Sistema Interconectada Central (SIC) suma 12.704 MW. Sin embargo, los críticos exponen que a Chile le falta aprovechar las energías renovables no convencionales, como la geotérmica, eólica e hidráulica.

“LAS REPRESAS DAÑAN EL MEDIOAMBIENTE”

Originalmente citada por el gobierno chino como una hazaña de ingeniería histórica, después de su construcción, el Ejecutivo admitió que la represa Las Tres Gargantas (la represa más grande del mundo) ha causado problemas relacionados con “el bienestar de los residentes reubicados, la protección ambiental, la prevención de desastres geológicos” y la contaminación del agua “que deben ser resueltos de forma urgente”. En este momento hay una escasez de agua potable que afecta ocho provincias en un área de 633 kilómetros cuadrados.

Después de la construcción, los residentes reubicados han sufrido un aumento significativo de derrumbes y temblores que muchos científicos atribuyen a la represa, incluso el terremoto de 2008 de 7,9 en la escala Richter que mató más de 70 mil personas.

La represa Kariba, construida en la década de los ’50 en el Río Zambezi, entre Zambia y Zimbabwe (África del Sur), ha ocasionado muchos terremotos debido al tamaño y peso del embalse, 20 de ellos sobre el grado 5 en la escala Richter.

Más de 57 mil personas fueron desplazadas, un evento que empeoró drásticamente sus vidas. Perdieron su sustento, enfrentan escasez de agua, y también su cultura y maneras tradicionales de vivir, según afirma Boniface Mutale, director de Basilwizi Trust, una organización sin fines de lucro que trabaja con las comunidades reubicadas y continúa haciendo campaña por lograr indemnizaciones para las familias afectadas.

Por otro lado, los proponentes sostienen que las represas hidroeléctricas producen energía más limpia y renovable que otras, como combustibles o carbón. Según un reporte de la Organización de Naciones Unidas (ONU), cada teravatio de energía hidroeléctrica por hora que reemplaza energía termoeléctrica reduce un millón de emisiones de carbón por año.

 

“LAS REPRESAS APORTAN DESAROLLO ECONÓMICO A LA REGIÓN”

Aunque la reubicación siempre es difícil para los residentes, los a favor de las represas añaden que el desarrollo económico de estos proyectos equilibraría las dificultades de la reubicación de la población. Además de los trabajos creados directamente por la construcción y la gestión del embalse, en otros proyectos han incrementado industrias de pesca y turismo, según sostienen.

El comunicado de impacto medioambiental de HydroAysén, por ejemplo, destaca el potencial para cambios en el turismo y la industria pesquera, entre otros, y menciona también que esto “fortalece la posibilidad de un amplio desarrollo económico en la región”.

Según la experiencia de Kariba, había efectos positivos no esperados, como una floreciente industria turística, la cual se ha desarrollado en torno al embalse, basado en el deporte acuático, la fauna y flora, y a la infraestructura construida en torno a esa represa. Ha ayudado a desarrollar también una fuerte industria pesquera en torno al lago.

No obstante, los críticos sostienen que muchas veces estas industrias no benefician a las comunidades originales. En el caso de Kariba, los residentes locales carecen de capital y  conocimientos para aprovechar estas industrias.

Tampoco es seguro que las industrias nuevas indemnicen por las industrias perdidas debido a la represa. Ted Scudder, autor del libro ‘El Futuro de las Grandes Represas’, anota que el éxito de la industria pesquera es a corto plazo, y en muchos casos con descensos de productividad de más del 50% después de los primeros años.

La Patagonia cuenta con una fuerte industria turística, que mantiene más de 37 mil trabajadores en la región, según el Servicio Nacional de Turismo Chile (Sernatur), basado en su naturaleza pura e intacta, las represas amenazan con dañar esta industria de manera permanente.

En cada gran proyecto siempre hay efectos no previstos. Por eso el interés de la Comisión Mundial de las Represas, que le dio importancia al trámite de evaluar y aprobar proyectos de represas y de involucrar a todos los interesados e interesadas para asegurar que el proyecto tenga el mejor resultado.

En el caso de HydroAysén, las manifestaciones recientes y críticas de varios sectores demuestran que quedan muchas dudas sobre el valor y necesidad del proyecto, además de la certeza del impacto ambiental, económico y social que generará en la Patagonia.

Por Megan Sallomi

El Ciudadano


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