En noviembre de 2011, la policía rusa registró la casa de Anatoly Moskvin, un conocido académico y lingüista, considerado un genio (aunque un excéntrico), por sus colegas. Anatoly era experto en historia de cementerios y en temas relacionados con la muerte. La policía llegó a su casa a consultarlo como experto, y se encontraron con un escenario macabro: en una de las habitaciones había casi una treintena de muñecas de tamaño natural, que expedían un olor muy extraño.
La policía decidió tomar una muestra de las extrañas muñecas, repartidas en sillones y en el suelo, y vestidas cuidadosamente. Se encontraron con uno de los crímenes más perturbadores y retorcidos del mundo.
Las muñecas eran en realidad niñas momificadas. Anatoly confesó que durante más de 10 años exhumó cadáveres de niñas recién fallecidas, de entre 7 y 13 años. Llevaba los cuerpos a su casa, donde frotaba la piel con sal y bicarbonato, hasta que se secaba. Luego las rellenaba con trapos. De los casi 150 cuerpos que exhumó, logró momificar con éxito 26, que mantenía en esa habitación de la casa en que vivía con sus padres, que extrañamente no sospechaban nada. Quizás porque su hijo era un respetado académico.
Anatoly confesó que nunca mantuvo contacto sexual con sus “muñecas”, y que solo quería “darles el regalo de la vida eterna”. El “fabricante de muñecas”, como se le conoce hoy en día, dijo que el origen de su obsesión con las niñas muertas, tiene su origen en un suceso ocurrido cuando él tenía apenas 13 años. Contó que fue al funeral de una prima pequeña y que sus padres lo obligaron a besar en la cara al cadáver, lo cual le produjo un profundo impacto, del que nunca más se recuperaría.
Al destaparse el caso muchas familias quedaron devastadas y tuvieron que enterrar por segunda vez a sus queridas niñas, ahora transformadas en macabras muñecas rellenas con trapos. Anatoly permanece hasta el día de hoy en un instituto psiquiátrico. Sufre de esquizofrenia paranoide.
¿Qué opinas de esta horrorosa historia?