100 mil personas –según los organizadores- se reunieron hoy en la marcha convocada por la Confech en Santiago, que tuvo su versión en ciudades del país que congregan centros universitarios. Pero no sólo estudiantes secundarios y universitarios estuvieron presentes: Profesores, funcionarios, trabajadores de la salud y del cobre, empleados fiscales y ambientalistas, confirmaron que hoy los estallidos sociales convergen en una crítica general al país que el actual modelo de desarrollo ha configurado.
A eso de las 11 de la mañana la gran columna que reunía a diversos sectores sociales, comenzó a avanzar por la Alameda de Santiago. Estudiantes secundarios de toda la Región Metropolitana y sus diversas coordinadoras, de las universidades del Consejo de Rectores y de varias universidades privadas, Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales, lideraban la protesta. Los cálculos más conservadores hablaron de 70 mil personas.
Además, asociaciones de funcionarios de varias casas de estudio, la Federación Nacional de Profesionales de la Salud (Fenpruss), la Asociación Nacional de Funcionarios del Ministerio de Educación (Andime), las diversas comunales del Colegio de Profesores y profesores de todas las edades de colegios y liceos, la Asociación Nacional de Trabajadores del Servicio Nacional de Menores (Sename), la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, entre muchos otros actores, recorrieron la distancia que va desde Plaza Italia hasta la Plaza de Los Héroes, gritando consignas y levantando carteles.
Una vez que los miles de personas comenzaron a llegar hasta la Plaza de Los Héroes, donde había instalado un escenario, varios oradores se dirigieron a la audiencia. Entre ellos, Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores, y Camila Vallejos, presidenta de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech).
Para hacerse una idea de la cantidad de gente: La columna se extendía desde la Plaza de Los Héroes (metro Los Héreos) el Paseo Ahumada, por la Alameda.
En su discurso, Vallejos calificó de “gloriosa” la “histórica” marcha ciudadana. Mientras esta mañana, María José Hoffmann (UDI), presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados señalaba que “basta de manifestaciones, es hora de ponernos a trabajar”, Vallejos recordaba a quienes decían que la gente no quiere manifestaciones, que “los cien mil que estamos aquí sí queremos recuperar la educación pública”.
La dirigenta indicó que «la ciudadanía clama porque se regule la educación de mercado, queremos terminar con el desfinanciamiento de las universidades estatales y con el lucro y avanzar con la gratuidad, porque la educación es un derecho y no un bien de mercado».
“Hoy ya no nos sirve dialogar, exigimos que se haga valer la ley y que se detenga el lucro en la educación. El Gobierno nos ha dado la espalda, pero hoy debe ser capaz de atender a las demandas del mundo social”, enfatizó.
Hasta el escenario central llegaron parlamentarios como Guido y Cristina Girardi, Lautaro Carmona, Sergio Aguiló y Hugo Gutiérrez, políticos como Alejandro Sule y varios presidentes de los gremios de trabajadores. Se percibía una extraña esquizofrenia cuando la animadora gritaba: “¡Y va a caer, y va a caer, la educación de Pinochet!”, considerando que a su lado estaban varios políticos que poco y nada hicieron por derribar el modelo de educación heredado de la dictadura y maquillado durante la Concertación.
Los políticos fueron recibidos con pifias, aunque también se escucharon algunas durante la intervención de la presidenta de la Confech. El gran ausente fue Arturo Martínez, cuestionado presidente de la Central Única de Trabajadores (Cut), quien a esa hora se encontraba ante la Comisión de Hacienda del Congreso, presentando su propuesta de reajuste del salario mínimo a 192 mil pesos.
Mientras se desarrollaban los discursos, un minoritario grupo de jóvenes se focalizó en destruir símbolos del poder económico y enfrentarse con Carabineros, quienes atacaron con lanza-aguas y lacrimógenas. Gonzalo Díaz del Río, encargado de seguridad de la Intendencia, señaló a más de una cuadra del lugar, que “la policía actuó porque tiraban piedras en la esquina de Amunátegui con Alameda”.
Producto de la revuelta, resultó saqueada una tienda de la telefónica “Claro”. Sin embargo, Calzados Beba, el Hotel Diego de Almagro, y un kiosko que se encuentra en esa esquina no sufrieron daños. Se informó de más de 30 personas detenidas.
“Nosotros teníamos permiso hasta las dos de la tarde y Carabineros ya estuvo interfiriendo desde la una y media (13:30 horas) con carros lanza-aguas, con bombas lacrimógenas. Había carabineros de civil infiltrados llevándose gente que estaba manifestándose de manera pacífica. Esas son claras provocaciones”, aclaró Camila Vallejos, entrevistada esta tarde por CNN Chile.
¡LAVIN, PIÑERA: LA MISMA BILLETERA!
El ambiente festivo fue la tónica de la marcha. Profesores jóvenes y mayores bailando “¡Está la escoba, está la escoba”, numerosas mini bandas de carnaval, murgas y batucadas sonorizaron el ambiente. Hasta un Jack Sparrow se paseaba motivando consignas y bromas.
Por otro lado, una especie de “funeral de la educación chilena”, congregaba a varias decenas de jóvenes vestidos de negro y con el rostro pintado de blanco. Cargando una bandera chilena a modo de féretro y acompañados de músicos que entonaban una marcha fúnebre, se detuvieron frente a La Moneda y lloraron por varios minutos.
En la tomada Casa Central de la Universidad de Chile, estudiantes de medicina ofrecían evaluaciones gratuitas, mientras la estatua de Andrés Bello observaba encapuchado -con una botella a semejanza de molotov en la mano y un cartel que decía “Alerta: Educación en peligro”-, como lo fotografiaban cientos de curiosos.
Entre muñecos gigantes y grotescos de políticos, enormes lienzos y pancartas, encontramos frente a La Moneda a una mujer de estampa férrea posando con un letrero que decía: “Se vende lindo país con vista al mar. Llegar y robar”. La mujer era Ana Leonardini, profesora de educación general básica con muchos años de servicio. Al preguntarle sobre el sentido de su letrero, explicó: “Se supone que tenemos una democracia, pero todo está vendido: La salud, la educación, la vivienda, las playas, los caminos, los mares, el agua, todo. En esta marcha debería estar el país completo que se siente perjudicado, pero hay conciencias que aún no se han despertado”.
La novedad de la jornada fueron las chapitas que varios aparecieron comercializando. Las más vendidas, según éstos, rezaban: “La educación chilena no se vende, se defiende”, “Piraña entiende: La educación no se vende”, “Lavín: Para de payasear”, “Por estudiar estoy endeudado. Lavín para la mano”, y “TVN miente”.
VOCES CIUDADANAS
Más allá de los discursos de los oradores oficiales y las palabras de los voceros, entremedio de la marcha, la ciudadanía también tiene su opinión.
“Nosotros somos parte de los trabajadores concientes, que sabemos lo que significan las intenciones privatizadoras del Gobierno. Por eso estamos en la calle”, señala José Barría, presidente de la Asociación de Funcionarios de la Universidad Tecnológica Metropolitana (Utem).
“La situación de deterioro de la Utem no es especialmente diferente a muchas otras universidades del país. Nuestra universidad ha sido el chivo expiatorio que justifica privatizar más universidades tradicionales”, explicó.
Oscar Montes, profesor e inspector general del liceo Juan Antonio Ríos de Quinta Normal, tomado desde el viernes, manifiesta: “Nosotros apoyamos la toma pacífica de los estudiantes, los profesores hemos estado con ellos. Esta marcha es importante porque las propuestas legislativas pulverizan la educación pública y el estatuto docente. Queremos que el Estado tenga una participación fundamental en educación”.
“Yo respaldo a los estudiantes y a todos los movimientos que buscan mejorar las condiciones de los trabajadores. Fuera de ser trabajadora, también soy mamá y tengo un hijo estudiando en una universidad privada. Por otro lado, en salud nosotros también rechazamos las privatizaciones de los consultorios primarios, que hoy se encuentran en una situación de precariedad”, comenta María Elena Alegría, representante de la Confederación Nacional de Funcionarios de Salud Municipalizada (Confusam), quien trabaja en el consultorio de atención primaria Gustavo Molina, en Pudahuel.
Juan Droguett, presidente del Centro de Padres del Tercer Año A y miembro de la Comisión de Reconstrucción del Instituto Nacional Barros Arana (Inba), explica que “como padres somos los más afectados por el modelo de educación, porque nosotros ponemos las lucas. Por eso apoyamos la toma de nuestros hijos. Con esta tremenda convocatoria, el Gobierno tiene que tener una respuesta pronta a nuestras demandas, que no son sólo por la educación, sino también por la salud, contra las tiendas comerciales, por el medioambiente”.
MARCHAS EN TODO CHILE
Desde Arica a Punta Arenas, miles de estudiantes y trabajadores se movilizaron. En el extremo norte, las marchas fueron impulsadas por la Universidad de Tarapacá. En Antofagasta se contabilizaron más de tres mil movilizados, que llegaron hasta la Intendencia para demandar cambios a la educación.
En La Serena y Coquimbo, participaron trabajadores de la salud y dirigentes de la CUT, además de los estudiantes de la educación privada.
En Valparaíso, unas 20 mil personas marcharon desde la Plaza Sotomayor hasta el Parque Italia y en Talca marcharon profesores y estudiantes e incluso se produjo el bloque de la ruta que une a Talca con San Clemente.
En el sur, Concepción lideró la convocatoria con más de 15 mil personas en las calles, de planteles tradicionales, privados y escolares. En Puerto Montt, los cesantes se unieron a la convocatoria y en Aysén y Punta Arenas también adhirieron al paro.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano