Se trata de la mayor bomba convencional de su historia, la GBU-43/B o ‘Massive Ordinance Air Blast’, también conocida por el acrónimo MOAB.
Un portavoz del Ministerio de Defensa afgano, Muhammad Radmanish,informó a Efe que «36 miembros de grupos del ISIS murieron y una gran cantidad de munición y armas fueron destruidas en el bombardeo».
El bmbardeo se produjo en el distrito de Achin, en la provincia oriental de Nangarhar.
Por su parte, el ISIS niega que el lanzamiento de la bomba haya causado víctimas en sus combatientes, informa la agencia AMAQ, controlada por el grupo yihadista.
John Nicholson, comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, asegura que el ataque cumplió el objetivo al destruir un importante centro de operaciones del grupo terrorista Estado Islámico.
Según el Gobierno afgano los militantes del ISIS en el país no superan los 400 y el año pasado sus fuerzas habrían abatido a unos 2.500 miembros del grupo, lo que redujo su presencia a sólo dos de las 34 provincias afganas.
La super bomba lanzada en Afganistán este viernes es parte de la estrategia del gobierno de Donald Trump de reposicionar a EE.UU. ante el mundo en su capacidad ofensiva y tecnológica de guerra.
Tanto Rusia como EE.UU. están aprovechando los teatros de conflicto bélico en Siria y Afganistán no sólo para reposicionar su imagen de gendarmes del mundo, sino que también para descartar armamentos obsoletos, entrenar a sus soldados y dispositivos de guerra y, por sobre todo, probar nuevas armas.
El Ciudadano