El presidente de EE.UU., Donald Trump, homenajeó este miércoles en la Casa Blanca a los Patriots de Nueva Inglaterra por su victoria el pasado febrero en la final de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), el Super Bowl, pero al menos siete jugadores no asistieron a la cita, la mayoría por razones políticas.
Trump siguió la tradición presidencial de acoger en la Casa Blanca a los ganadores de las grandes competiciones deportivas estadounidenses, y recibió a una treintena de jugadores de los Patriots y a los entrenadores y directivos del equipo en los jardines de la Casa Blanca.
«Ningún equipo ha sido tan bueno durante tanto tiempo», aseguró Trump, que durante su campaña electoral se vanaglorió de tener el respaldo del entrenador de los Patriots, Bill Belichick, y el mariscal de campo estelar del equipo, Tom Brady.
Pero Brady, que nunca llegó a aclarar si votó por Trump aunque le definió en varias entrevistas como «un buen amigo», no asistió a la cita debido a lo que describió en un comunicado como «asuntos familiares personales», al tiempo que agradeció al presidente su «apoyo al equipo».
Varios de sus compañeros fueron más allá al ausentarse del encuentro en protesta por las políticas de Trump, como el corredor LeGarrette Blount, quien dijo en una entrevista de radio: «Simplemente no me siento bienvenido en esa casa».
El jugador de línea agente libre Alan Branch explicó que no asistiría porque seguía ofendido por los comentarios sexistas de Trump en un vídeo de 2005 que salió a la luz durante la campaña electoral el año pasado.
«No podría ir y después volver a casa con mis hijas y fingir que todo está bien», dijo Branch al diario The Boston Globe.
El profundo libre Devin McCourty afirmó a la revista Time que no se sentiría «aceptado» en la Casa Blanca, dadas las «fuertes opiniones y prejuicios del presidente».
Una postura similar adoptó el ala cerrada de los Patriots, Martellus Bennett, quien después de las elecciones bromeó en su cuenta de Instagram con que planeaba fugarse «en un cohete al espacio», y que mientras Trump recibía a sus compañeros se dedicó a grabar una entrevista en la que se espera critique al presidente.
El liniero Dont’a Hightower fue más diplomático y se limitó a indicar, en una entrevista con la cadena de televisión ESPN, que ya había estado en la Casa Blanca con un equipo de Alabama y no le interesaba demasiado volver.
Pese a las ausencias, Trump se deshizo en elogios al equipo y bromeó sobre los errores en las predicciones de expertos, que habían pronosticado una victoria de los Atlanta Falcons sobre los Patriots en el Super Bowl LI, que se disputó el pasado febrero en Houston (Texas).
«Los benditos expertos… cuánto se equivocan, ¿eh? Diciendo que ustedes no podían hacerlo, que el juego se había acabado, pero consiguieron la mayor remontada de toda la historia», dijo Trump, en una aparente referencia al error de los pronósticos en el caso de su propio triunfo en las elecciones presidenciales.
La recepción coincidió con la noticia de la muerte de un exjugador de los Patriots, Aaron Hernández, quien fue hallado sin vida tras ahorcarse en la celda de un penal del estado de Massachusetts (este de EE.UU.), donde cumplía una pena de cadena perpetua por un asesinato cometido en 2013.