«Si Dios es hombre, entonces el hombre es Dios y la mujer le debe sumisión y obediencia». Esta idea de la filósofa estadounidense Mary Daly le sirvió a la teóloga Margarita Pintos para lamentar la imagen patriarcal de Dios y sus consecuencias para las mujeres en prácticamente todas las religiones.
Este fue el tema de una jornada de debates en el Centro Cultural Nicolás Salmerón con el título «La mujer en las religiones». La había organizado la Asociación para el Diálogo Interreligioso de la Comunidad de Madrid (Adim), que preside Pintos. «Las religiones nunca se han llevado bien con las mujeres, que son las grandes olvidadas y perdedoras», fue una de las conclusiones.
San Agustín afirmó que la inferioridad de la mujer pertenece al orden natural; Tomás de Aquino la define como un «varón imperfecto»; Lutero habla de las mujeres como inferiores de mente y cuerpo por haber caído en la tentación, y el actual arzobispo de Granada ha argumentado que «el hombre está hecho para el altar y las mujeres para parir». Pese a todo, «las mujeres son las más fieles seguidoras de las religiones, las mejores transmisoras de las creencias y las que muchas veces reproducen el mismo patriarcado que las somete», concluyó la teóloga Pintos.
Estas citas, en boca de algunas ponentes, dibujaron una situación, aún inamovible, en la que sólo los varones pueden ser sacerdotes en la Iglesia católica, imanes en el islam y rabinos en el judaísmo ortodoxo. Pero ni los textos sagrados ni algunas tradiciones justifican esa marginación, como demostraron Cristina Segura Graiño, catedrática de Historia Medieval en la Universidad Complutense, y las representantes de las confesiones bahái (María Jesús Rodríguez de la Fuente), budismo soka gakkai (Inés Vázquez) y de Brahma Kumaris (Marta Matarín), entre otras ponentes.
El teólogo Juan José Tamayo, que abrió la jornada, dibujó un panorama desolador sobre la relación mujer y religión, pero se mostró optimista porque, dijo, «ha surgido una nueva forma de pensar y de reformular las creencias y las prácticas religiosas». Se refería a la teología feminista. Según el director de la cátedra de Religiones de la Universidad Carlos III, en la teología feminista las religiones podrían encontrar una salida a una crisis que no cesa.
«En el siglo XX las religiones perdieron a la clase obrera porque se colocaron del lado de los patronos y condenaron las revoluciones que luchaban por una sociedad más justa; en el siglo XX perdieron a los jóvenes y a los intelectuales por posiciones filosóficas y culturales integristas y antimodernas, y si continúan por la senda patriarcal, en este siglo XXI perderán a las mujeres», sentenció.
Por Juan Bedoya
Enviado por Movimiento Teología para la Liberación – Chile