Con gran decepción he visto cómo mi antigua casa de estudios ha sido desalojada por luchar por una educación digna, igualitaria y justa. Personalmente me siento profundamente arraigado a la Compañía de Jesús, los jesuitas han formado parte de mi vida durante 18 años, desde el Colegio San Ignacio, hasta la Universidad Alberto Hurtado donde estudié Sociología.
Simplemente no logro entender que el sacerdote Fernando Montes s.j., a quien estimo y respeto, haya hecho caso omiso a quien inspira nuestra casa de estudios. Alberto Hurtado, quien fue un férreo defensor de la justicia social y de la educación como un derecho ciudadano, nos dijo “la caridad del universitario debe ser primariamente social: Esa mirada al bien común. Hay obras individuales que cualquiera puede hacer por él, pero nadie puede reemplazarlo en su misión de transformación social”. Solo quiero recordarle a Montes lo que Alberto señalaba como el despertar de la Universidad en sus alumnos, “La única razón de ser crítico es ser constructivo, como la única razón para echar abajo una casa es edificar otra en su lugar”.
Sin lugar a dudas, Alberto fue un avanzado a su tiempo, pero también lo es hoy en día, sus palabras aún dan un eco y seguir su llamado exige el coraje de quienes profesan su nombre, más aún si educan desde sus enseñanzas, no solo por ser un “santo de moda” sino que además porque su mensaje vivo está encarnado en la lucha estudiantil actual y en el fervor por revertir una situación aberrante y vergonzosa en nuestro país. Al igual como Alberto se preguntaba “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”, en ello debiese haber pensado Montes antes de desalojar a los alumnos que viven el mensaje de Alberto.
Por Javier Zárate
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