Un tratamiento médico que debía ser ambulatorio, dejó al profesor Enrique Díaz Capello en una silla de ruedas. Desde la Clínica de la Univesidad Católica aún no ha salido un pronunciamiento satisfactorio respecto de su situación y el Colegio de Periodistas ha dicho que no demanda porque no cuenta con los recursos para pagar a los abogados.
Una de sus ex estudiantes da cuenta de la situación en una nota que escribe desde Buenos Aires, donde termina sus estudios.
Para Enrique Ramírez Capello.
«Duelen las letras cuando los obreros de la palabra no son tratados con la dignidad que merecen, se turban en las cavidades del alma cuando los que debieran estudiar la condición humana llaman tratamiento médico-paciente a lo que debería ser llamado tratamiento humano, pero duele mucho más tu recuerdo vivo de hombre entero en los pasillos universitarios donde arrojaste tu sabiduría y vida en los bolsillos primerizos de quienes fuimos tus discípulos. Pero no dueles tú, Enrique, duelen ellos que descansan en sus valores cristianos, mientras fallan en cada prueba que les convoca su génesis, se duelen a sí mismos, poeta en llamas, y para eso, no existe prótesis».
Enrique Ramírez Capello siempre fue más que un periodista, un verdadero educador de la pluma tradicional de esos años en los que una nota impresa valía más que una cuña televisiva. Lo digo y reafirmo en la calidad que me otorga el haber tenido el honor de ser su alumna. Regalo que atesoraré por el resto de mi carrera profesional.
Escribir a sangre y fuego, a lo Truman Capote, con las tripas y en llamas, a lo Andrés Sabella, con estilo, ortografía y mucha dedicación, con la cabeza y también con el corazón, fueron sus enseñanzas. Imposible olvidar cuando nos hacía escribir en el aire, levantar de nuestros asientos y gritar: «¡Leer, escribir y corregir!». O cuando llegaba a clases con esa maleta antiquísima cargada en libros de los más variados colores y tamaños desde El Principito hasta el último de Neruda.
Su casa, refugio mágico de pequeños trenes ferroviarios, de soldaditos de plomo, muñecas, objetos de porcelana, títeres y cientos, pero cientos de libros de la más vasta bibliografía, será algún día patrimonio nacional -si la gratitud lo permite y la memoria no olvida-. Santuario literario en el que cualquier visitante podrá observar a Gardel con los ojos de Capello, o leer a Pablo Neruda en esa pieza, refugio de poetas, decorada sólo para él y con sus propias manos.
Siendo un joven estudiante ingresó al diario Las Últimas Noticias, lugar en el cual se desempeñó durante 33 años como redactor, jefe de información y editor. Fue Premio de Periodismo de la embotelladora Andina año 1996. En 2009, la Academia Chilena de la Lengua decidió galardonarlo con la distinción Alejandro Silva de la Fuente, por su excelente filología.
Se desempeño también en áreas de redacción cultural de revista Ercilla, 7 días, y revista Hoy. Entre otros muchos reconocimientos, se destaca el ofrecido en razón de su trayectoria, por sus colegas del Sindicato de Periodistas de El Mercurio S.A .
Sin embargo y a pesar de haber sido catedrático desde 1988 en diferentes universidades nacionales, la ingratitud pareciera formar parte de las convicciones chilenas.
La tarde del martes 21 de febrero el docente fue internado de gravedad en el Hospital Clínico de la Universidad Católica (CUC), establecimiento en el que estuvo internado durante 67 días, debido a un procedimiento cervical ambulatorio, siendo conectado de forma inmediata a un ventilador mecánico, evolucionando positivamente. No obstante, la situación se agravó «inexplicablemente» y por razones que el Hospital Clínico se niega a declarar; este ex presidente del Colegio de Periodistas de Chile quedó parapléjico e imposibilitado de ejercer su mayor pasión: La escritura.
Sólo el 27 de abril su familia (dos meses después de lo ocurrido y luego de un reportaje en LUN) pudo tener acceso a una reunión con la jefa de comunicaciones del Hospital, Danitza Goles, y con el contralor médico de esta institución, el señor György Szanthó, luego de la cual la hija del periodista, Soledad Ramírez, denunció en una carta enviada al diario El Mercurio, fechada el 17 de junio, la escasa información proporcionada y la irregularidad que presentaron las fichas médicas
Ante esto el director del CUC, Dr. Ricardo Rabagliati, respondió diciendo que: «Recibió manejo intensivo oportuno y durante su estadía su familia fue informada de cada fase del tratamiento y evolución. Asimismo, en respuesta a su especial solicitud, se entregó al paciente copia de su ficha clínica.
Y respecto a la evaluación sobre la intervención cuyo resultado fue definido como «un caso único en Chile» indicó que «como profesores y formadores tenemos el deber de señalar que el conocimiento en situaciones tan infrecuentes como ésta se desarrolla día a día en el mundo y contribuimos a ello desde esta Facultad. Esperamos continuar colaborando con don Enrique y su familia, en el ámbito de la relación médico paciente».
Han pasado más de 120 días y Enrique Ramírez Capello sigue paralizado en una silla tecle terapéutico que este último tiempo se ha convertido en sus nuevas piernas. Pero el sigue activo con ese estado de ánimo que lo caracteriza y dice que quiere volver a escribir y que se siente dolido con el hospital Clínico: «Es la Universidad en la que me formé, en la que ejercí once años como profesor en la Escuela de Periodismo y en donde por dos años fui elegido el mejor profesor… no han mostrado solidaridad ni ninguno de los valores del catolicismo», afirma.
El Colegio de Periodistas se ha mostrado preocupado y ha demando a la institución católica a hacerse cargo y transparentar los informes clínicos, tanto así como su actualización, y pidieron la intervención del tribunal de ética en este caso.
“El paciente firmó un protocolo en que asumía la responsabilidad por el tratamiento en caso de dolores posteriores, hemorragias y otros efectos secundarios, en los que no se incluía la posibilidad de afectar el funcionamiento de su médula espinal. El tratamiento, que consistía en una inyección entre las vértebras cervicales de la columna, supuestamente duraría 45 minutos, luego de lo cual se iría caminando a su casa. Sin embargo, Ramírez Capello se encuentra hasta ahora postrado en una silla de ruedas, internado en la Clínica de Rehabilitación Los Coihues”, señaló una carta enviada por el presidente del colegio de periodistas, Marcelo Castillo, a la doctora Elizabeth Weldt Suazo, presidenta del Tribunal de Ética del Colegio Médico«.
En el plano jurídico, el presidente del Colegio de Periodistas dice que han estado averiguando con algunos abogados la posibilidad de demandar una indemnización para el profesor Ramírez Capello, pero los costos de los honorarios de los abogados son muy altos y el Colegio no tiene los recursos.
Al ser consultado si es posible hacer algo respecto de esa falta de fondos para contratar un abogado indica: «Estamos abriendo una cuenta para colaborar económicamente ya que los costos de todo el tratamiento han significado un gran gasto para su familia. Estamos pensando en alguna otra actividad para colaborar, pero estamos a la espera… de cualquier forma, siempre estamos informando en la página Web y estamos atentos a su situación», señala Castillo.
Actualmente, el periodista está internado en la Cínica Los Coihues, lugar especializado en pacientes parapléjicos, inmovilizado en sus cuatro extremidades y del cuello para abajo, teniendo una buena evolución, pero lenta.
Por ahora Enrique cuenta que ya está comiendo solo, y agrega que está orgulloso de sus avances.
Por Daisy Alcaíno
Para El Ciudadano