Murió Agustín Edwards Eastman a los 89 años, un actor fundamental para entender el camino transitado por Chile desde la década del sesenta en adelante. El dueño de El Mercurio resultó clave en la elección de Eduardo Frei Montalva, decisivo en el golpe de Estado que terminó con el gobierno de la Unidad Popular, fundamental para blanquear las políticas dictatoriales e indispensable para reunir a la élite del duopolio Derecha-Concertación en las páginas del matutino y en la Fundación Paz Ciudadana.
Buena parte de las huellas dejadas por su poder han tenido registro en las páginas mercurales, por lo que su muerte abre una serie de interrogantes respecto del futuro del diario más emblemático de la derecha chilena.
Para la periodista Nancy Guzmán, autora de Los Agustines; El clan Edwards y la conspiración permanente, El Mercurio ha experimentado un derrumbe sistemático, originado por distintos factores, como el cambio que experimentan los medios escritos en la era digital.
«Lo que era antes ese Mercurio de lenguaje bastante depurado, tratando de tener una imagen un poco más amplia, hoy se ha ido acotando y se ha vuelto a convertir en un diario meramente propagandístico de ciertas ideas y del sostenimiento de un sistema. Por lo tanto, deja de ser El Mercurio que era antes, pero eso es anterior a la muerte de Agustín Edwards Eastman», explica en diálogo con El Ciudadano.
Determinante en esta evolución ha sido la figura del patriarca, quien «tenía influencia a modo personal, porque había agradecimiento de una clase política, económica y social con él, por haber sido el instigador, financista, el hombre del golpe de Estado. Los hijos, a los cuales él no le dio mucho espacio, son casi desconocidos y no tienen esa fuerza que tuvo Edwards (Eastman)», apunta Nancy Guzmán.
En una línea similar, Víctor Herrero, autor de Agustín Edwards Eastman: Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio, piensa que el diario ya no será el mismo luego de la muerte del quinto Agustín, debido a la ausencia de un liderazgo claro y porque «ninguno de sus hijos (Agustín, Cristián y Felipe) tiene por sí mismo ni un mandato ni tampoco la capacidad intelectual para llevar este buque».
«En otras palabras, cuando el Agustín Edwards que se murió agarraba el teléfono y llamaba a La Moneda, daba lo mismo quién estaba, le iban a contestar. Yo no veo a Agustín Edwards del Río con ese nivel de influencia, y eso que ya es un hombre que ha pasado los 60 años», afirma en conversación con este medio.
El periodista aporta otro antecedente, que podría desencadenar un punto de inflexión en el tránsito de este Mercurio descabezado. «Han habido cantos de sirena, porque hace algunos años, el grupo Luksic intentó comprar El Mercurio, hizo una oferta que fue tajantemente rechazada por el viejo Edwards, el que acaba de morir. Si los hijos serán capaces de sostener esos cantos de sirena, no lo sé. Yo creo que ahí va a ser un factor clave la mamá de ellos, Malú del Río», especula el columnista de Diario Universidad de Chile.
Derecha y Concerta unidas en el dolor
Una vez confirmada la muerte de Edwards Eastman, El Ciudadano publicó una nota sobre los comentarios en redes sociales que recordaban la cercanía del empresario con Javiera Blanco, ex ministra del Trabajo y de Justicia durante la administración bacheletista, quien ejerció como gerenta de proyectos de Fundación Paz Ciudadana, institución creada por Edwards posterior al secuestro de su hijo Cristián.
El vínculo ente ambos resulta apenas una huella del abrazo apretado entre las fuerzas que han compartido el poder luego de la dictadura cívico militar encabezada por Augusto Pinochet. Las páginas de El Mercurio han dado tribuna, como ningún otro medio escrito, al discurso emanado por la élite política y económica de la Transición.
«Los personeros de la Concertación siempre han ido corriendo a ese medio para dar a conocer sus opiniones. Si uno se fija en lo que fue la elección interna del Partido Socialista, a ratos El Mercurio parecía el órgano oficial de Ricardo Lagos. A cada rato salían los laguistas a amenazar y el diario se prestó para eso», comenta Víctor Herrero.
Nancy Guzmán profundiza esa idea y afirma que «El Mercurio sometió a la Concertación a su línea editorial», y que «no había político que no quisiera salir en las primeras páginas de Reportajes, entrevistados durante todos estos 27 años».
En este sentido, es Ilustrativo el discurso del ex Presidente Ricardo Lagos cuando asistió a la celebración del centenario del matutino. Aquella noche dijo que «es difícil entender la historia de Chile sin El Mercurio».
Para la periodista, «es una frase muy declaratoria de lealtad y de amor hacia un sector de la vida nacional y, por lo tanto, logra que el Estado le entregue gran parte de la pauta publicitaria».
En 2013, fueron gastados cerca de US$19 millones en publicidad estatal, de los cuales, 13 millones fueron a parar en El Mercurio y Copesa, el otro grupo de medios dominante en el panorama nacional. Las cifras fueron reportadas por un informe sobre derechos humanos en América Latina del Departamento de Estado de EE.UU.
¿Podrá la muerte Edwards Eastman abrir el debate sobre la distribución del avisaje estatal? Según Víctor Herrero, «el tema no era algo de que Agustín Edwards estuviera llamando a la gente de la Concertación para que le tiren más avisaje. Era al revés, la Concertación, presumiendo que es el diario más importante, le daban el mayor avisaje, sin que haya una racionalidad detrás de eso».
«En el año 2006, hubo una comisión investigadora, encabezada por el entonces diputado Marco Enríquez-Ominami, donde miraron el tema del avisaje. Marco recibió un telefonazo desde La Moneda y le dijeron que no toque a El Mercurio porque es la gran ‘plaza publica’ en la que conversa la élite chilena, entiéndase el duopolio», explica Herrero.