Valparaíso: entre cerros y escaleras se llevó a cabo potente escuela latinoamericana de autogestión

Valparaíso: entre cerros y escaleras se llevó a cabo potente escuela latinoamericana de autogestión

Autor: Gabriel Muñoz

Iniciada el 24 y con fecha de término el 28 de abril, el tercer ciclo de la Escuela Latinoamericana de Autogestión del Hábitat Popular se lleva a cabo en Valparaíso, gracias al trabajo conjunto de la red de Hábitat (Chile), MOI y MTL (Argentina), la Unión Nacional por la Vivienda Popular (Brasil) y del MOCONA (Panamá).

Néstor Jeifetz, Coordinador General de la Secretaría Latinoamericana de la Vivienda y el Hábitat Popular (SELVIHP) y miembro del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos de Argentina (MOI-CTA), explica que existen tres tipos de actividades que estructuran la dinámica de la Secretaría: encuentros bianuales, pasantías (generales o específicas) y la escuela latinoamericana de autogestión, que en esta oportunidad fue invitada a Valparaíso.

“La Secretaría Latinoamericana de la Vivienda y el Hábitat Popular (SELVIHP) nace en septiembre de 1990 a través de una convocatoria de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM) de Uruguay. Invitaron a participar a las organizaciones de países vecinos y nosotros -MOI- recién empezábamos a caminar», señala Jeifeitz.

Junto con ello, cuenta que es ahí cuando se acuerda conformar un espacio latinoamericano con algunos ejes fundamentales: «el enfrentamiento al neoliberalismo capitalista, la construcción de una red Latinoamericana de organizaciones de base de vivienda popular, el impulsar la instalación de políticas de autogestión y la incorporación de organizaciones con experiencia concreta en la producción social y material de vivienda y equipamiento comunitario, es decir, organizaciones de base productoras sociales y materiales de hábitat popular”, detalla.

Si bien desde el 2000 se viene impulsando la Escuela de Autogestión de la SELVIHP, recién en el 2010 comenzó a funcionar el primer ciclo, que luego fue rotativo entre las organizaciones de cada país (Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela).

Nicolas Arancibia, de la cooperativa de vivienda Paihuén del cerro Barón de Valparaíso, considera que ésta es una excelente oportunidad para que todas las personas puedan conocer y profundizar las propuestas que este modelo tiene para la sociedad. “No hablamos sólo de vivienda y de trabajo, es la integración de las diversas áreas de nuestra vida, eso es lo que se entiende por hábitat y es precisamente lo que está en riesgo en el país y en nuestra comuna. Vemos una devastación de nuestros barrios, de nuestro entorno (natural o urbano) y creemos que tenemos las capacidades, somos capaces de construir un mejor entorno”, señala.

Sin embargo, el porteño admite que se necesitan ciertos compromisos, en particular, desde el Estado. El análisis es compartido, la situación crítica. Aún cuando se tenga un modelo que abarata costos, porque es diseñado e implementado por ellos mismos, optimizando los recursos, se necesita suelo para las viviendas. “Los barrios son acosados por la mafias inmobiliarias, los incendios no son casualidad y los proyectos habitacionales, barriales y comunitarios serán los únicos que permitan mejorar nuestra calidad de vida desde el hábitat”, admite el cooperativista de cerro Barón.

Tejiendo redes de apoyo y reciprocidad

Marcos Guzmán viene desde Panamá y pertenece al movimiento comunal nacional Federico Britton (MOCONA). Indica que su organización ha servido como apoyo a muchas familias, que vivían en condiciones precarias pero que gracias al esfuerzo han mejorado su calidad de vida.

“Gracias a las luchas, nos hemos sentado, por primera vez, en una mesa interinstitucional, en la cual los representantes del Gobierno  negocian los predios que fueron tomados por personas que querían mejorar el carácter de su buen vivir, constituyendo viviendas en condiciones sanas y aceptables, logrando estabilidad. Eso lo hemos recogido de las experiencias en otros países”, afirma, apoyado en el muro de la primera vivienda social de latinoamérica, La Población Obrera de la Unión.

Con 38 comunidades a lo largo de su país y sólo algunos años de existencia, la meta de su organización es que una vez que las familias consiguen sus tierras y tienen sus viviendas, puedan constituir grupos para seguir desarrollando el trabajo con otra gente y aportar para una sociedad distinta. “Para ello, admite, nosotros no venimos a hacer turismo sino efectivamente a absorber todas la experiencias. Es importante lo que hemos visto y la intención es ponerlo en práctica en nuestro país”, señala, ya ataviado con un jockey de la organización amiga del Brasil.

A pesar de estar por primera vez en Chile- y pasado el miedo de experimentar también por primera vez un fuerte temblor- María de las Graḉas Xavier cree que es muy especial esta visita, ya que “sólo de esta forma nosotros podemos creer en el trabajo colectivo, de autogestión, como una acción que educa a las personas. Es a través del proceso de luchas colectivas que se rompen todos los modelos, en especial el del patriarcado”.

Integrante de una comitiva de 15 personas que provienen de Sao Paulo, Pernambuco y Minas Gerais, su organización –la Unión Nacional por la Vivienda Popular- comparte una idéntica visión con el resto de los participantes: el trabajo tiene que partir de las comunidades, del territorio, para hacer que las personas se sientan comprometidas. Sólo así se puede trabajar, de acuerdo a la realidad del barrio, de la población.

“Nuestra mirada es distinta porque puede privilegiar el cuidado en el trabajo, el hacer pensando en que alguien permanecerá viviendo allí y luego sus hijos y nietos. Por eso nuestro trabajo es educativo”, sentencia la mujer con una sonrisa que resplandece en contraste con su piel morena.

Mientras comparten un almuerzo comunitario, son muchas las voces que se entrelazan entre varias mesas ordenadas en un salón parroquial del cerro Cordillera. Distintas edades, lenguas y acentos  pululan por el lugar, admirando la vista privilegiada del puerto que los ha acompañado en varias jornadas. Recorrieron el cerro Las Cañas y se enteraron del proceso de reconstrucción llevado a cabo por los vecinos luego del incendio que casi destruyó la totalidad de las casas de la parte alta.

Por eso abundan los comentarios como de María del Rosario, del MOI de Argentina, que afirma: “Todos los sudamericanos tenemos nuestras expectativas claras. Coincidimos que el avasallamiento al que nos quieren someter, despojándonos de nuestros derechos como pueblo, arrinconándonos en cuanto al hábitat, la salud y educación no puede continuar. De a poco nos han ido segregando y, es más, se dieron cuenta que unidos vamos hacia el frente, por tanto lucharemos por nuestros derechos aún cuando nos estén continuamente socavando y separándonos”.

Hasta este viernes 28 las delegaciones se encontraron en Valparaíso, ocupando algunos territorios para generar sus debates, diálogos y compartir aprendizajes. Luego, la socialización de los conocimientos se podrá dar en el Espacio Santa Ana del cerro Cordillera, en la cooperativa Paihuén de Cerro Barón, en la cooperativa Yungay o Ñuke Mapu de la comuna de Pedro Aguirre Cerda en Santiago. O quién sabe, tal vez en otros territorios, más allá de las fronteras impuestas por el hombre pero que los pueblos se encargan una y otra vez de redibujar, siempre con el objetivo “de brindar una nueva oportunidad, distinta y democrática para todos y todas”, como nos recuerda el compañero de Panamá.


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