La gran corrupción y las guerras mundiales

Hay una relación directa entre la degeneración ética de las elites y el control del poder económico por vías no pacíficas. Al observar este fenómeno como detonante de las dos grandes guerras del siglo pasado, podemos ver que vuelve a aparecer de forma muy similar en estos años del siglo XXI. En este texto se despliegan argumentos sobre este escenario y las condiciones para nuevas conflagraciones mundiales.

La gran corrupción y las guerras mundiales

Autor: paulwalder

Aquí se argumenta que la guerra mundial estalla cuando los países del planeta han agotado todas las medidas pacíficas para salir de una descomunal crisis económica. Crisis, donde la oferta es siempre enormemente mayor que la alicaída demanda. La economía global debe mantener un adecuado equilibrio entre la demanda global y la oferta global.

 

 

La demanda global se reduce gradualmente y finalmente se desploma, cuando las elites políticas de cada país, han caído en el irremediable ciclo de corrupción valórica, ética, moral y religiosa.

La corrupción valórica de las elites, también se ha llamado la gran degeneración.  Ella se produce y desarrolla sin control cuando las clases ricas y pudientes del planeta pierden sus valores éticos y morales. La gran riqueza monetaria siempre produce en el ser humano un poderoso sentimiento de grandeza y superioridad. Los super ricos humanos, a causa de este sentimiento se descontrolan y esto los lleva a realizar conductas criminales sin temor a tener que pagar por dichas conductas. Las distintas religiones del planeta han tratado de controlar esta conducta inmoral y criminal con castigos terribles después de la muerte.  Cuando estas tradiciones y creencias religiosas son rechazadas por los super ricos, la degeneración y la degradación social, económica y política, se hace extensiva a todas las clases sociales. Los super ricos aumentan su riqueza en forma exponencial y los más pobres caen en conductas antisociales y francamente criminales.

La extrema concentración de la riqueza en pocas manos, invariablemente produce en el largo plazo, una caída en la demanda global por los bienes y servicios que el planeta produce. Las grandes masas siguen necesitando dichos bienes y servicios pero sus ingresos no les permiten consumir en forma normal. Las super ricas elites, con suma sofisticación, inventan el crédito fácil y así las masas por un largo tiempo logran satisfacer sus necesidades esenciales a costa de un endeudamiento gigantesco. No obstante, siempre se llega a un punto crítico cuando el endeudamiento masivo se hace insostenible. A consecuencia de esto, las grandes masas dejan de consumir y esto produce un catastrófico desequilibrio entre producción y consumo. Cuando las corruptas elites plutocráticas han agotado todos los mecanismos para crear y mantener una demanda artificial, y esto no resulta, las elites llegan a la conclusión que la única solución real a los problemas económicos, es la destrucción del aparato productivo de algún país o grupo de países enemigos al que toda la población pueda odiar sin arrepentimientos. ([i])

¿Cómo esta teoría puede describir y explicar las dos últimas guerras mundiales que el planeta ha tenido hasta hoy día? ¿Es posible predecir la tercera guerra mundial, usando la teoría de la Degeneración?

En primer lugar se tratará de describir muy resumidamente algunos eventos cruciales que llevaron al mundo a la primera guerra mundial. Desde las primeras décadas del siglo XIX el imperio británico, gracias a su enorme poder marítimo e industrial fue adquiriendo colonias en todos los rincones del mundo subdesarrollado. Se apoderó económicamente de la India, China, Indochina, Australia, África, el Caribe, y América del Sur. La inmensa riqueza proveniente de las colonias y semi colonias, le permitió a Gran Bretaña transformarse en la fábrica del mundo. No obstante, a fines del siglo XIX, los Estados Unidos, Alemania, Japón y otros países de la Europa occidental, también se industrializaron y empezaron a imitar el modelo británico de colonialismo. Así los Estados Unidos se apoderaron de Puerto Rico y las Filipinas y otros países europeos, establecieron colonias en África y Asia.  Lo mismo trató de hacer Japón en Asia. La enorme riqueza producida por las nuevas colonias, le permitió a Estados Unidos, Europa occidental y a Japón, alcanzar un elevadísimo nivel de industrialización. Todo esto le permitió a las elites mundiales alcanzar un nivel de riqueza y opulencia nunca antes alcanzado por la realeza y nobleza de siglos anteriores. Este enriquecimiento, acompañado por la explosión del conocimiento científico, disminuyó drásticamente el nivel de religiosidad, moral y ético, entre las elites gobernantes del planeta. Las elites tenían un estándar de vida inimaginable para generaciones anteriores, pero la mayoría de las grandes masas del planeta cayeron al nivel de esclavos modernos.  Sus ingresos no alcanzaban para pagar una vida soportable.

La falta de capacidad de consumo de las grandes masas, produjo un gigantesco desequilibrio entre la oferta y la demanda mundial. Todo esto produjo la primera gran catástrofe económica del siglo XX. Entre 1910 y 1914, se paralizaron las economías occidentales y a principio de 1914, las bolsas de comercio del mundo, cerraron y dejaron de trabajar por varios meses. Se produjo una quiebra masiva de negocios, industrias y actividades agrícolas. Las elites se dieron cuenta que el enorme problema de falta de consumo popular ya no tenía una solución pacífica y que lo único que podría recrear el equilibrio económico era la destrucción masiva de la economía de los enemigos. Fue así como esta manera de pensar fue la causa principal que produjo la primera guerra mundial.

El balance entre oferta y demanda se restableció entre 1919 y 1927. Pero la falta de ética, moral y religiosidad de las elites no había cambiado. Los ricos siguieron consumiendo a granel, pero las inmensas mayorías pobres volvieron a tener sus miserables salarios y por lo tanto dejaron de consumir. Todo esto produjo la gran depresión de 1929, y el mundo cayó en un desbalance crónico entre oferta y demanda. La enorme destrucción de la primera guerra mundial, no había sido suficiente y se necesitaba una destrucción del parque industrial del planeta a niveles muy superiores a los alcanzados en la pasada guerra. En la década de los años 30 del siglo XX, todas las grandes potencias cayeron bajo regímenes populistas y proteccionistas. Y todos sin excepción se armaron aceleradamente para una nueva guerra mundial que al parecer nadie sabía cómo evitar y detener.

A los grandes productores tradicionales de productos industriales, tales como Europa occidental y Estados Unidos, ahora se agregaban tres nuevas potencias industriales y estas eran Alemania, Japón y la Unión Soviética. Para finales de los años 30 del siglo XX, la situación de desbalance entre oferta y demanda nuevamente se hacía insostenible y así, el mundo una vez más, se preparaba para la guerra. Al parecer, la única solución para este problema, era la destrucción de las fábricas del enemigo y ésta pareció ser la principal causa de la segunda guerra mundial en 1939.

Entre 1939 y 1945, el mundo experimentó el más gigantesco proceso destructivo en la historia de la humanidad. El costo en vidas humanas fue mucho mayor que el de la primera guerra mundial y se calcula que entre soldados y civiles murieron más de 100 millones de personas. Esto a causa de las armas y también de las hambrunas que afectaron todas las zonas bajo conflicto. Naturalmente que el desbalance producido por el exceso de la oferta desapareció rápidamente. En 1945, existía la necesidad urgentísima de reconstruir el planeta y así por 70 años, hubo una paz relativa en el mundo.

No obstante, la inmoralidad y riqueza extrema de las elites occidentales, una vez más creó las condiciones para un nuevo gran conflicto a partir de los años 90 del siglo XX. Las elites occidentales volvieron a corromperse sin remedio y su estándar de vida pasó a ser el mejor que nunca antes existió sobre la tierra. Sin embargo las grandes masas volvieron a tener sueldos miserables y perdieron el nivel económico del que gozaron entre 1946 y 1980. Se perdieron también las ventajas sociales y garantías socioeconómicas que había entregado eficazmente el Estado de bienestar iniciado por el presidente Roosevelt en 1933 y expandido a gran parte del mundo a partir de 1946. Un vez más se empezó a producir desde 1990 en adelante el desbalance entre oferta y demanda y de esta forma la gigantesca burbuja explotó catastróficamente en el año 2007.

Ya van más de 10 años de sufrimientos e injusticia en gran parte del mundo.  Es por esto que las grandes masas se han empezado a rebelar en occidente. Gran Bretaña se salió de la Unión Europea a mediados del año 2016 y a fin de año un líder populista ganó las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Pero lo que es más peligroso que la revolución popular, es el hecho que una vez más se presenta un enorme desbalance entre oferta y demanda. Ahora no sólo Estados Unidos, Europa occidental, Rusia y Japón están produciendo bienes y servicios a granel, sino que también se han agregado a la lista de los productores gigantes económicos tales como China, India, Irán  Brasil, África del Sur, Corea, Indochina, México y Europa del este.

Toda esta enorme producción de bienes y servicios, una vez más ha producido un desequilibrio entre oferta y demanda. La invariablemente injusta distribución de ingreso planetario; determina que minúsculos segmentos de la población mundial se apropien de la gran mayoría del producto bruto global. Por el contrario, la inmensa mayoría de la humanidad sobrevive con salarios mediocres o miserables. Una vez más, las corruptas elites globales, han tratado artificialmente de crear demanda y para ello una vez más han creado el crédito fácil. Naturalmente, se ha vuelto a crear una enorme burbuja crediticia y cuando esta burbuja explote, las condiciones estarán dadas para la tercera guerra mundial. Desafortunadamente, se debe concluir que el destino no es otro que el mismo que sufrieron las generaciones de humanos en el siglo XX. La única opción o manera que occidente tiene para recobrar su posición de predominio industrial en la economía global, es destruyendo la infraestructura industrial de Asia, Europa del Este y Rusia. Desafortunadamente, el hecho que los líderes occidentales no hayan levantado la voz para llamar a la cordura y señalar lo que hay que hacer hoy día en el norte de Asia, es que porque ellos seguramente están de acuerdo con la idea de restituir el balance entre oferta y demanda mediante la tercera guerra mundial. El mercado así ya ha comprendido las señales obvias que anuncian el Armagedón. En Europa, Estados Unidos y especialmente en Japón y Corea del Sur, la industria que construye refugios antinucleares, está bullente y recibiendo enormes utilidades.

Aquí en Chile al menos tenemos la protección que nos da la cordillera de los Andes y el desierto de Atacama. En el norte del país se da un centro de altas presiones que crea una enorme muralla de viento, la cual se espera que impida que las nubes radioactivas provenientes del hemisferio norte penetren en la punta del sur de América. Según expertos estadounidenses si la guerra se generaliza, la contaminación nuclear podría perforar la barrera defensiva en el norte de Chile y Argentina. Si esta calamidad llegara a ocurrir, la contaminación nuclear podría llegar hasta Talca en Chile y hasta San Martín de los Andes en Argentina. De esta forma la Patagonia estaría libre de contaminación. Para mayor información sobre este peculiar fenómeno, sírvase ver el famoso libro de Samuel P. Huntington y titulado el Choque de Civilizaciones. ([ii])

 

F. Duque Ph.D.

Cientista Político

Puerto Montt

27 de abril de 2017

 

 


[i]Para un análisis más detallado y completo de la teoría de la Gran Degeneración, sírvase ver: Niall Ferguson, La Gran Degeneración. Cómo Decaen las Instituciones y Mueren las Economías; Random House Mandatory SA, Buenos Aires Argentina,  2013

[ii]Samuel P. Huntington, El Choque de Civilizaciones Ed. Paidos, Buenos Aires 1997, Pag. 379


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