Tras semanas de tensión en Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro movió las piezas y puso en jaque a la oposición que presionaba por adelantar las elecciones presidenciales, saltándose todo proceso de dialogo e, incluso, llamando a las Fuerzas Armadas a la desobediencia del poder político.
La propuesta presentada por Maduro es la convocatoria de una Asamblea Constituyente, la que según sus palabras tiene un carácter «popular» y busca «reformar el Estado». Asimismo, al momento del anuncio, el presidente venezolano sostuvo que “en uso de mis atribuciones presidenciales convoco al poder constituyente originario para que la clase obrera y el pueblo, en un proceso popular constituyente, convoque una Asamblea Nacional Constituyente». Dicho esto, agregó: «No queremos una guerra civil. Yo no quiero una guerra civil”.
La convocatoria es una respuesta a la persistente presión que ha llevado a cabo la oposición para sacar a Maduro del Gobierno, a pesar que para el próximo año están fijadas las elecciones presidenciales. La reacción de los sectores reunidos en la opositora Mesa de la Unidad (MUD) fue calificar la convocatoria como un golpe de Estado. Así, por ejemplo, se consigna en los dichos del ex candidato presidencial Henrique Capriles, el que sostuvo a través de su cuenta de Twitter que «alertamos a gobiernos democráticos del mundo, opinión pública internacional, Maduro consolida un golpe de Estado y profundiza grave crisis».
A pesar de las reacciones de la oposición, la apuesta del gobierno venezolano es disponer de una solución a la crisis por la vía política y con la participación de la ciudadanía y, de paso, le entrega la pelota a la MUD, la que debe definirse entre participar o seguir con las movilizaciones.
Jugada estratégica
El anuncio del gobierno venezolano fue la carta que tenía a la mano para dar solución a la crisis política social que vive el país. Consultado al respecto por El Ciudadano, el analista internacional Pablo Jofré declara que «es un balón de oxígeno dentro de una jornada difícil en el gobierno de Maduro, es una salida hacia adelante igualmente, ya que deja la pelota en el terreno opositor». «No creo que tenga buen destino, porque no han tenido buen destino los llamado al diálogo o las mesas de negociación; menos los llamados a la calma del Papa o de Pepe Mujica».
Mientras, el también analista internacional Raúl Sohr, en su espacio de radio Cooperativa, explicó que «el llamado de esta Asamblea Constituyente es una sorpresa y tiende a cambiar las reglas del juego, lo que puede ser un juego de piernas del Gobierno». De igual forma es crítico de la actitud de la oposición, que permanentemente se queja de la falta de libertad de expresión, cuando señala que «son interesantes los titulares de la prensa en Venezuela, donde siempre se denuncia que no hay libertad de prensa pero hay medios de comunicación que llaman a la rebelión, eso te da una pauta que hay un espacio de expresión».
A juicio de Jofré, la propuesta dada a conocer por Maduro apunta a que sus detractores asuman sus constantes llamados al diálogo con un hecho concreto, y sostiene que «es una hábil jugada política que deja obligada a la oposición a responder: Si se dice que sí, significa avanzar y eso te dispone a ceder, no puedes siempre ganar para ambos, alguien tiene que perder y este no puede ser el pueblo venezolano».
A la espera de la respuesta opositora
Hasta el momento la oposición se ha dedicado a incrementar la presión del Gobierno a través de constantes llamados a protestar, lo que ha tenido como consecuencia la muerte de 29 personas (entre chavistas y opositores), y de un intenso lobby internacional, traducido en la activación por parte de la OEA de su Carta Democrática.
Al mismo tiempo, se niegan a acusar recibo del llamado a participar en la Asamblea Constituyente, convocatoria que calificaron como parte de un plan para sostenerse en el poder. De hecho, a través de la Asamblea Nacional, donde tienen mayoría, expresaron que «esta nueva arremetida de Nicolás Maduro es la máxima expresión del golpe de Estado continuado y una deleznable intención de disolver la República».
La reacción opositora, en palabras de Jofré, es «torpe, porque no tiene jerarquía política. Se sienten ganadores en una disputa que no se ha dirimido, lo que en política es una torpeza ya que piensas que tu postura va a triunfar en la disputa que enfrentas. Lo avanzado por la oposición en estos meses se pierde por su obsecuencia y lo poco dado al diálogo que son sus dirigentes».
En este sentido, Sohr sostuvo que «la oposición en estos momentos tiene una fuerza limitada», y agregó que «yo diría que está en una postura abiertamente sediciosa, entendido esto como un llamado abierto del Presidente de la Asamblea -Julio Borges- a las Fuerzas Armadas a defender la Constitución, que esto es una violación del estado de derecho. En cualquier parte del mundo eso se llama sedición».
Respecto de la gestión opositora a nivel internacional, esta es criticada por Jofré, el que cree que «la única solución para Venezuela es la que acuerden los propios venezolanos». Cualquier otra salida, agrega, «que acuerden organismos externos es un golpe de Estado, no hay otra salida por los canales oficiales o legales que tengan los venezolano. De ahí la llamada a la Asamblea Constituyente, que es un salida legal; otra salida de negarse al diálogo implica arrogarse derechos que no tienen».
Ahora, los escenarios que se proyectan en Venezuela son bastante complejos según Jofré, quien cree que «el escenario futuro es de una tensión creciente. Va a haber una dura lucha, muy violenta».