Han sido semanas ajetreadas en materia presidencial. La opinión pública ha sido crítica sobre el desarrollo de los acontecimientos, esperando que los candidatos estén a la altura de los desafíos país y de las necesidades de los chilenos.
Desde esta trinchera, mi interés es poner el acento en la voz de 2 millones 600 mil personas que esperan cambios en políticas públicas, énfasis en su desarrollo y un vuelco cultural que nos encamine hacia la inclusión de las personas con discapacidad.
En estos días mientras pensaba el foco que tendría esta columna, comencé a buscar las declaraciones de los candidatos presidenciales que hoy están en competencia. Me esforcé por leer en sus afirmaciones conceptos como empatía, inclusión, discapacidad… y no los encontré.
Sé que hoy muchas de sus propuestas aún son “titulares”. Sin embargo, también tengo claro que mientras este grupo de personas no tenga la convicción absoluta que la inclusión es parte del desarrollo de una nación, será muy difícil que pasemos plenamente a hablar de derechos en materia de discapacidad.
Las personas en condición de discapacidad, sus familias y quienes colaboramos con ellos, tenemos claridad que para la inclusión se requieren acciones multisectoriales, coordinadas, capaces de estar presentes en todo el tránsito de vida.
La salud enfocada en la rehabilitación física y mental; al acceso a más y mejores tecnologías; una educación abierta que contemple la integración y el potenciamiento de todo niño y niña sin importar el cómo se ve o cómo piensa; zonas de recreación que no pongan límites o barreras; espacios laborales que no discriminen y vean las competencias de los trabajadores. Pensiones que no castiguen a quien tiene discapacidad, sino que actúen desde la dignidad. Una institucionalidad acorde con los desafíos del siglo XXI, capaz de desarrollar políticas públicas y coordinar el accionar de ministerios, servicios y del sector privado.
Hoy se requiere candidatos que sean capaces de poner en marcha estos y otros desafío. Que tengan en su ADN la inclusión. No porque sea un slogan “marketero”, sino porque el desarrollo de los países también se mide por el bienestar de sus habitantes en su más amplio sentido.
Andrea Zondek, presidenta Fundación TACAL