Ave del Archipiélago de Juan Fernández está al borde de la extinción, quedan sólo 150 ejemplares

Dentro del Archipiélago de Juan Fernández, la isla Alejandro Selkirk es la más alejada del Continente, a 900 kilómetros de la costa chilena

Ave del Archipiélago de Juan Fernández está al borde de la extinción, quedan sólo 150 ejemplares

Autor: Director

Dentro del Archipiélago de Juan Fernández, la isla Alejandro Selkirk es la más alejada del Continente, a 900 kilómetros de la costa chilena. En su pequeño territorio, existen una serie de ecosistemas nativos que se encuentran en peligro, producto de la intervención originada desde la llegada de los primeros colonos en el siglo XVII. Una de las especies más afectadas, es una pequeña ave de bosque denominada “rayadito de masafuera”.

Un grupo de investigadores trabaja desde el 2001 en la isla Alejandro Selkirk observando los factores que determinan la capacidad de resistencia de varias especies de aves endémicas (propias del lugar), como el rayadito de masafuera, el cachudito y el picaflor de Juan Fernández. Entre los científicos, está el Dr. Pablo Vergara, del Departamento de Ingeniería Geográfica de la Universidad de Santiago de Chile, quien trabaja junto al investigador alemán Ingo J. Hans, quien trabaja en la isla desde 1991 y posee un registro de las especies que se encuentran ahí.

La geografía de la isla presenta un gran número de acantilados, además de la pérdida de cerca del 90 por ciento de su vegetación boscosa original, a lo que se suma la inclusión de animales por parte de los habitantes de la isla. Esto ha generado graves consecuencias para la sobrevivencia del rayadito que hoy vive recluido prácticamente en la parte alta del lugar.

Una pregunta importante para el Dr. Pablo Vergara, en su investigación «Conservando la especie de ave más críticamente amenazada de Chile: primeros datos sobre la alimentación y la dieta del rayadito de masafuera (Aves: Furnariidae)», artículo destacado por la revista alemana Vertebrate Zoology, fue determinar la conducta de alimentación y anidación de esta especie, conclusiones que se complementan con estudios anteriores y en curso, que han mostrado particularidades en la manera de anidar y grado de selectividad de microhábitats de esta especie.

«Tomar datos del rayadito es realmente difícil por lo escarpado del terreno y porque los nidos se encuentran entre rocas volcánicas en la parte más inaccesible de la isla», afirma el académico Usach.

De acuerdo a parámetros estimados por estos investigadores -que también han cuantificado el tamaño poblacional de varias especies de aves terrestres en la isla, estudios que serán prontamente publicados- se puede deducir que la población de rayaditos es particularmente vulnerable a «procesos estocásticos» ambientales y demográficos que la pueden llevar a la extinción en el corto plazo. De hecho, hoy la población de esta ave oscila entre los 100 a 140 aves, un tamaño poblacional que tiene a esta especie al borde de la extinción.

FALTA DE REGULACIÓN

El académico explica que la estocacidad ambiental se refiere a todos aquellos eventos que podrían acabar con la especie rápidamente como, años secos, tsunamis y huracanes. Por otro lado, la estocacidad demográfica tiene que ver con la capacidad de reproducirse que tienen los individuos, como por ejemplo, un desbalance entre la cantidad de machos y hembras que dificulta el apareamiento. Esta última causa, sumada a la endogamia, habrían provocado una disminución en las tasas de emparejamiento y en la calidad de los nuevos individuos de la población.

Dado el pequeño tamaño del lugar, es probable que la poblacional inicial, también haya sido pequeña. «Posiblemente el rayadito vivía en toda la isla y sólo los individuos que vivían en la parte alta lograron sobrevivir», explica el investigador.

«Lo ideal sería tener un programa para recuperarlos, que debiese ir en paralelo con la conservación de la isla. Cuando uno trata de salvar una especie hay que pensar en salvar el ecosistema», declara el Dr. Vergara, junto con señalar que no hay medidas para resguardar el medio ambiente en la isla, porque no existe una política gubernamental para costear proyectos que salvaguarden ecosistemas.

Por Nicole Becerra


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