Hay un montón de cosas que el presidente no puede hacer en un cargo oficial como jefe del Poder Ejecutivo, pero también hay cosas mundanas y cotidianas que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no puede hacer mientras está en el cargo, principalmente por razones de seguridad, que son bastante sorprendentes. Irónicamente, son el tipo de libertades tan comunes que la mayoría de los estadounidenses dan por sentadas. Muchas de las actividades no proceden de “reglas” oficiales para ser presidente, ya que no todas se basan en algún tipo de ley. Sin embargo, provienen principalmente de las directrices en constante evolución establecidas por el Servicio Secreto, que aunque el presidente tiene derecho a ignorar, no debe hacerlo por razones obvias.
1. Conducir un coche
A los presidentes de EEUU no se les permite ni siquiera conducir sus propios vehículos, al menos no en las vías públicas. Lyndon B. Johnson fue el último en conducir por una carretera financiada por los contribuyentes. La propiedad privada es una historia diferente: George W. Bush, por ejemplo, condujo una camioneta en su propiedad de Crawford, y Ronald Reagan conducía jeeps en su rancho de Santa Bárbara. Obama, sin embargo, solo condujo un carrito de golf durante sus años en el cargo, sorprendentemente sin el Servicio Secreto a su lado.
2. Montar en un convertible
El asesinato de John GF. Kennedy fue un punto de inflexión en la historia de la seguridad presidencial. Saludar desde un descapotable abierto en un desfile no es una opción viable, por razones obvias. Pero ese día trágico en Dallas no era el primero en el que Kennedy pasaba por las calles de la ciudad abarrotada de una manera tan vulnerable. En 1963, por ejemplo, Kennedy se paró en la parte trasera de un convertible para acudir a las multitudes durante una visita a Dublín. El presidente Irlandés, Eamon de Valera, comentó en ese momento, “qué objetivo tan fácil habría sido”.
3. Usar un iPhone
Ni siquiera el Comandante al mando consigue escoger qué tipo de teléfono inteligente usar. Obama, el primer presidente en llevar una smartphone, admitió en 2013 que no se le permitía usar el popular iPhone debido a preocupaciones de seguridad no especificadas. En cambio, luchó por usar una BlackBerry fuertemente modificada mientras estaba en su oficina, su modelo de elección desde antes de su primera gran victoria en 2008. “Me la van a quitar de las manos”, dijo un preocupado Obama a CNBC en ese momento.
4. Estar a solas con el público
Como el agente interior Jonathan Wackrow dijo en una entrevista, “la protección del Servicio Secreto es la cosa más intrusiva que cualquier persona podría experimentar nunca”. Los presidentes ni siquiera pueden acudir a un partido de baloncesto, tal y como Obama intentó al principio de su administración, sin avisar al menos cuatro antes. A menos que un presidente se refugie en unas condiciones similares a la fortaleza de la Casa Blanca, simplemente no pueden estar solos. “Piensa que estás en tu casa una noche y cuatro extraños en tu cocina”, dijo Wackrow.
5. Salir a comer sin un “catador”
Suena como una tarea poco envidiable de la Edad Media, pero sí, la comida presidencial dispone de “catadores”. El Servicio Secreto no habla abiertamente al respecto, pero un portavoz de la Casa Blanca y un senador (por nombrar algunas fuentes legítimas) han mencionado el papel a la prensa. Esto ha conducido a ciertas situaciones incómodas, tales como un almuerzo con los republicanos del senado en el Capitolio en 2013, donde un Obama sin catadores no pudo participar. “Miraba con ansias la comida”, dijo Susan Collins, senadora de Maine.
6. Abrir las ventanas en la Casa Blanca
Incluso la persona más poderosa del mundo no puede romper una ventana de su casa para dejar entrar la brisa. Como Michelle Obama se relacionó con Stephen Colbert en 2015, el Servicio Secreto requirió que todas las ventanas permanecieran cerradas. Esto también se aplica a las ventanas en todos los transportes oficiales. La Primera Dama reveló una excepción: “Un día como regalo, mi agente principal me dejó abrir las ventanas de camino a Camp David, unos cinco minutos”.
7. Aceptar regalos caros
Hay reglas estrictas contra los presidentes que aceptan regalos costosos de los líderes mundiales y otros dignatarios. En 2016, la ley dice que los obsequios que valen más de 375$ tienen que ser entregados a los Archivos Nacionales. Cualquier cosa con un valor menos está bien y se considera “recuerdo u objeto de cortesía”. Esto puede llevar a algunas situaciones curiosas: George W. Bush, por ejemplo, tuvo que comprar un perro pastor búlgaro llamado Balkan que recibió como regalo del Presidente de Bulgaria con el fin de darle un buen hogar. Al comprar el perro por su valor nominal, fue capaz de aceptarlo legalmente como su nuevo amigo.
8. Ir a cualquier lado sin “football”
“Football” es el apodo que se le da al maletín que el Servicio Secreto llevan consigo dondequiera que viajen con el presidente. Aunque su contenido exacto es desconocido, proporciona una manera para que el presidente confirme su identidad y entre en contacto con el centro de comando militar nacional en caso de una emergencia. También proporciona un “menú” de opciones en caso de un conflicto nuclear. Los presidentes tienen que mantener una tarjeta de código laminada con ellos en todo momento para activar el maletín, y un agente del Servicio Secreto tiene que arrastrar la bolsa de 20 kg de peso todo el tiempo.
9. Tener un “conflicto de interés”
En noviembre de 2016, el presidente electo Donald Trump dijo a los editores del New York Times, en referencia a sus intereses comerciales en conflicto con su papel de presidente, que “la ley está totalmente de mi parte, el presidente no puede tener un conflicto de intereses”. Técnicamente hablando, Trump está en lo cierto: el Servicio de Investigación del Congreso confirma que “no existe un requisito legal actual que obligue al Presidente a renunciar a intereses financieros debido a un conflicto de intereses”.