Chile se vende al mejor postor, sin importar si este fuera el mismísimo Satanás. Somos mercancía transable, maleable, y poco protegida ante la inversión extranjera. Un país con los pantalones a las rodillas, chupamedias del capitalista y poco generoso con el emprendedor compatriota.
Según la Comisión Económica para América y el Caribe ( CEPAL), la inversión extranjera en la región durante el 2005, superó los U$68.000 millones; esto sin considerar los actos de los centros financieros, obteniendo exclusivamente Chile U$7.208 millones, lo que representa un alza de un 0,5 %, respecto del año anterior.
Cifras más, cifras menos, seguimos perdiendo propiedad ante los capitales transnacionales que de hambre insaciable; con mejores informaciones de cómo se desenvolverá el mercado y qué es lo que los hará más poderosos, invierten para el aumento de su patrimonio. Consagrando así su soberanía personal, en base a la propiedad privada– la cual respetamos en dimensiones razonables-, pero que repudiamos cuando es desbordada y se convierte en evidentemente grosera.
Queremos decir que El Ciudadano entiende que, dado el contexto globalizador, Chile no puede cerrarse del todo al comercio internacional. Debemos trabajar en miras al desarrollo económico, un desarrollo que arroje beneficios a toda la población y no sólo para los sectores que ya se encuentran operando e incrementando su proceso de expansión.
Defensor de un punto de vista que creemos común, visitará nuestro Chile, Noam Chomsky, hombre crítico del modelo imperante y de la política exterior de Estados Unidos; quien viene a presentar una serie de seminarios a nuestro país, con la idea de que América Latina debe conseguir su independencia, la misma por la que se luchó hace casi 200 años atrás. “Desde la conquista española los países latinoamericanos han estado muy separados entre ellos y orientados hacia el poder imperial. También existen divisiones muy marcadas entre una elite rica minúscula y la inmensa población que sufre”, son caracterizaciones de nuestro territorio que hace el famoso lingüista; las que simplemente no podemos desconocer.
De esta manera, se apronta la hora de desmitificar la falsa autoridad, trabajo que le corresponde a cada ciudadano responsable y comprometido con un mejor futuro, como también a quienes en su momento al mando de Bernardo O`Higgins, junto al ingenio de Manuel Rodríguez, se dieron cuenta de que su misión era luchar por el futuro de la nación libre, por su soberanía; nos referimos al Ejército de Chile.
Es así que esta importante y noble institución de las Fuerzas Armadas, como también sus restantes instituciones, deben comenzar a dialogar con el Gobierno para tomar posturas sobre lo que son nuestros recursos naturales y la importancia de su conservación en manos chilenas.
“La razón de ser del Ejército es contribuir de manera fundamental a preservar la paz, y su misión primordial es garantizar la soberanía nacional, mantener la integridad territorial y proteger la población, instituciones y recursos vitales del país, frente a cualquier amenaza o agresión externa”, reza el Ejército.
Es así correligionarios, que El Ciudadano entiende que sus fuerzas están para defender a sus compatriotas y confiamos en que sabrán estar del lado correcto cuando lo estime necesario el pueblo chileno, y no una nación extranjera, ni menos un grupo elitista, como sucedió en la triste época que no merece perdón ni olvido. Confiamos en la ética y en el actuar del proceso de modernización; confiamos en un Chile más justo con su población, un país que sabe vivir en paz con la comunidad internacional; actuando conforme a los derechos humanos y protegiendo los intereses nacionales, los que sin lugar a duda deben adecuarse a los propósitos Latinoamericanos de un gran continente, el que será un nuevo referente en la historia de los cambios del orden mundial. Mientras, el norte se hunde por el incontrolable deseo de poder de sus líderes, el tercer mundo comienza a tocar el cielo.
Bruno Sommer