¿Apoyar o no apoyar la toma del colegio de mis hijos?

Sr

¿Apoyar o no apoyar la toma del colegio de mis hijos?

Autor: Director

Sr. Director,

¿Apoyar o no apoyar la toma del colegio de mis hijos?, esa es la pregunta. Como no estamos en un drama de Shakespeare, me imagino que una respuesta a esa duda legítima no será mortalmente significativa para los estudiantes en toma; pero sí debiese involucrar para los padres y apoderados de los colegios movilizados un desgaste neuronal mucho más intenso de lo que nos tienen acostumbrado los noticieros centrales de nuestra televisión, cuando cubren de cuando en vez ese tipo de informaciones.

Vivimos tiempos donde los proyectos colectivos de mediano o largo plazo cuesta mucho llevarlos adelante. La educación en nuestro país es uno de esos proyectos fallidos, que por su complejidad y sobre todo porque los frutos de un eventual mejoramiento serían como las floraciones en el desierto, inciertas pero seguras si es que cae agua oportunamente y de manera abundante. Desde hace años los estudiantes han sido la cabeza de lanza de un intento reiterado por llamar la atención sobre problemas endémicos, los que espero no se hayan transformado en una característica permanente de nuestra idiosincrasia: la improvisación e individualismo social.

Grupos de padres y apoderados de algunos colegios de la comuna que habito, están sucumbiendo a temores promovidos por grupos de interés a los que les importa mucho mantener el statu quo del actual modelo educacional. A la legítima consigna «yo también tengo derecho a estudiar», expresada por estudiantes que quieren volver a clases y tendenciosamente apoyada por un ex Ministro de Educación, por ediles y concejales afines al Gobierno, se contrapone la consigna igualmente legítima «fin al lucro y educación de calidad, gratis y para todos» expresada por una generación de pingüinos y universitarios nueva y recargada.

Esta nueva realidad exigente y demandante de un mayor esfuerzo sináptico, pone a prueba las capacidades de comunicación de todos los actores involucrados en un colegio movilizado. Sin esa necesaria comunicación, los sostenedores y apoderados interesados en bajar las tomas, con ayuda de mecanismos de fuerza y coerción, probablemente tengan éxito. Pero lo tendrán sólo para verse enfrentados al año siguiente (o quizás menos) a un escenario más extremo y radicalizado. Aquellos apoderados finalmente tendrán a sus hijos estudiando, pero como actualmente la educación es considerado por algunos sectores como un «bien de consumo», nadie les asegurará que lo que estarán pagando por ese «servicio» sea efectivamente lo justo y de la calidad que sus hijos se lo merecen. Si con posterioridad se llegasen a sentir engañados por recibir un producto «defectuoso», lamentablemente será demasiado tarde, para ellos y para sus hijos.

Atentamente,

Marcelo Saavedra

Apoderado Colegio Raimapu, La Florida (aún en toma).


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