Ebony Archie iba a entrar a la tienda por cinco minutos. Sólo cinco minutos. Entrar, echar un par de cosas en una bolsa, pagar y salir. Su hijo de tan sólo seis años, Kingston, se había quedado profundamente dormido en el asiento trasero del auto. ¿Para qué despertarlo? ¿Cuál podía ser el peligro? Eran sólo cinco minutos.
Ebony Archie no volvió a ver a su hijo con vida.
Cámaras de seguridad filmaron como un Honda Civic se detenía junto a su Toyota Camry y luego ambos autos partían en alguna dirección desconocida.
La alerta Amber fue lanzada en el país a las 4:15am. La familia del niño rogó a los secuestradores:
“Se los pedimos, no importa quienes sean, cómo sean o dónde estén, si pueden, entreguen al niño. Déjenlo en alguna parte, encuentren una forma de dejarlo en una estación de gasolina, un restaurante, un Walmart, cualquier lugar donde haya gente, lo pueden dejar ahí”.
Sin embargo, a la mañana siguiente las autoridades recibieron un llamado desde Gluckstadt, Mississippi. Habían encontrado un Toyota Camry abandonado con un niño adentro.
El niño había muerto por un disparo en su cabeza.
Las autoridades, en un acto que sólo podemos tratar de comprender, decidieron aislar a los padres mientras explicaban a los medios al tiempo el fin de la alerta Amber y la trágica, injusta y horrible muerte del pequeño Kingston.
Lamentablemente, el padre de Kingston interrumpió en la conferencia y escuchó la noticia al mismo tiempo que el resto del mundo, rodeado de micrófonos y cámaras.
Al entrar, se le oyó decir a algunos policías:
“¿Dónde está mi hijo? He esperado nueve horas para que me digan algo y no me han dicho una mierda sobre mi hijo en todo el día. Hombre, sé que algo anda mal. Si algo anda mal díganmelo aquí y ahora”.
El representante de la policía continuó con su declaración, mientras Frazier murmuraba: “Mi hijo está muerto. Mataron a mi hijo. Le dispararon a mi hijo”.
Ebony se desmayó en la sala donde, como planeado, le revelaron la noticia.
Ambos debieron ser atendidos por paramédicos.
Los asesinos fueron arrestados el jueves 18 de mayo. Se trata de Dwan Wakefield, D’Allen Washington y Byron McBride, los tres de 17 años y su edad fue lo único que les salvó de la pena de muerte, condena que aún es posible en el estado de Mississippi.
El gobernador de Mississippi, Phil Bryant, se refirió al crimen a través de su Facebook:
“No hay palabras para expresar la rabia o la tristeza que sentimos ante la perdida de Kingston Frazier. El robo de la inocencia y la vida de un niño de seis años es un crimen horrible. Es hora de que se acabe esta violencia sin sentido. Todos rogamos que Dios ayude a la familia de Kingston con su dolor, mientras juzgamos a los responsables”.
El viernes 19 de mayo, los ex-compañeros de Kingston, sus amigos y todos quienes se sintieran cercanos al niño marcharon fuera de su escuela, North Jackson Elementary School, en donde sólo una semana después, el viernes 26 de mayo recibiría su diploma tras terminar kindergarten.
Es realmente una violencia sin sentido. Nuestros pensamientos se quedan con su familia.
VÍA UPSOCL