La propuesta del precandidato Alberto Mayol del Frente Amplio, en el primer debate de primarias con Beatriz Sánchez, de negociar diplomáticamente de Estado a Estado con Bolivia para obtener ambos ventajosas concesiones de territorio y mar ha dejado su impronta en el debate político. Es una bofetada a la inercia diplomática chilena y a su falta de visión. A las que han sostenido todos los cancilleres hasta Heraldo Muñoz.
Nadie se esperaba la razonada propuesta de cara al futuro y exenta de chovinismo estrecho del precandidato de Nueva Democracia en el Frente Amplio. Hay que “olvidarse del pasado” expresó. Esto es, negociar en condiciones ganadoras y mirando hacia el futuro y el desarrollo económico y social para ambos pueblos hermanos.
Es todo lo contrario de la vieja postura de la política tradicional del duopolio y de la oligarquía empresarial cargada de rencor, estatismo y belicismo. Mayol saca la diplomacia de su encasillamiento y la proyecta hacia una concepción latinoamericanista.
“Hay que recuperar el mar para Chile, porque hoy en día Chile tampoco tiene mar”, sostuvo el sociólogo y precandidato. Alberto Mayol puso el dedo en una realidad: el mar chileno es de propiedad de la media docena de empresas pesqueras que se lo han apropiado para explotarlo hasta la extinción de algunas especies. Y la Ley de Pesca fue traficada por las grandes empresas con compra de políticos.
Mayol, el precandidato del Frente Amplio en la primarias de julio fue al hueso y planteó que es partidario de entregar salida al mar a Bolivia “con soberanía”: ”kilómetro cuadrado por kilómetro cuadrado”, dijo el académico. Por su parte Bolivia debe ceder a Chile una franja territorial que le permita estar conectado con Brasil y tener acceso al centro del continente. De esta manera Chile se integraría a Latinoamérica y rompería con la fragmentación continental y las políticas de integración a tratados comerciales que lo hacen dependiente de los dictados e intereses de los mercados de Asia, Europa y Norteamérica. Es otro paso hacia la soberanía.
Por Leopoldo Lavín Mujica