El documental de la cadena HBO Mommy Dead and Dearest nos adentra en el mundo trágico de Dee Dee Blancharde y su hija. Un día la ciudad de Springfield, Missouri, donde vivían —una comunidad que las amaba y consentía, siempre atenta al padecimiento de la familia— despierta conmovida por el homicidio de Dee Dee. En la casa, donde apareció el cuerpo, no había rastros de su hija, Gypsy Rose. ¿Quién podría matar a una mujer y secuestrar a una menor enferma?
Los investigadores que intentaron responder esa pregunta advirtieron que había que reformularla. En una de las cuentas de Gypsy en las redes sociales encontraron una publicación siniestra: «The Bitch is Dead» («La zorra ha muerto»).
Durante más de 10 años Gypsy había aparentado que tenía dificultades para caminar: sus vecinos y sus familiares la vieron siempre en su silla de ruedas. Pero todas las dolencias de Gypsy eran, en realidad, falsas. Su madre era quien sufría un trastorno mental que le hacía inventar esos cuadros para llamar la atención.
Se sospecha que Dee Dee padecía del síndrome de Münchhausen: una condición que motiva a las personas a inventar dolencias que no existen para asumir el rol de enfermo y buscar atención.
Obligada por su madre a asumir ese papel, Gypsy pasó una infancia aterradora, sin poder distinguir la realidad de las historias de su madre. Dee Dee la convencía de que padecía de enfermedades mortales.
Luego del Huracán Katrina, en 2005, Dee Dee comenzó a decir que la historia clínica de su hija había sido destruida en el desastre que azotó la cuidad de Nuevo Orleans. Pero gracias a la tecnología los investigadores descubrieron que a lo largo de su vida Gypsy había sido sometida a muchísimos exámenes médicos sin haber recibido jamás un diagnóstico de cáncer u otro mal.
Se especula que cuando la jovencita empezó a interesarse en tener novio su madre le prohibió el acceso al internet. En una salida secreta Gypsy conoció a Nicholas Godejohn, y comenzaron a verse. Él fue quien, según declaró la muchacha, apuñaló a Dee Dee.
Gypsy Rose se declaró culpable y recibió una condena a 10 años de cárcel. Su ex novio quedó a la espera de juicio.
La directora Erin Lee Carr reconstruyó esta historia desgarradora de una hija que se desequilibró por el abuso mental de una madre enferma, quien no le permitió conocer una vida normal.