“¿Te sientes excitada? ¿Aburrida? ¿Disgustada? ¿Quieres masturbarte?”. La voluntaria, acostada sobre un sillón reclinable, clasifica sus reacciones al vídeo erótico que se reproduce enfrente en una escala del cero al nueve. Bajo las sábanas, múltiples sensores captan cada una de las respuestas de su cuerpo.
Los investigadores sobre el sexo han confiado históricamente en una combinación de medidas fisiológicas y cuestionarios escritos que solían depender de la honestidad de los encuestados. No obstante, hoy en día se utilizan cada vez más dispositivos de seguimiento ocular, escáneres y otros aparatos que focalizan su objetivo en comprender el mayor órgano sexual de todos, el cerebro.

Meredith Chivers, directora del Laboratorio de Sexualidad y Género de la Universidad de Queen’s, en Canadá, es el mayor exponente de esta tendencia. Ella y su equipo de pioneros se han propuesto entender cómo funciona esto del sexo y, de paso, revolucionar de arriba a abajo lo que sabemos sobre el orgasmo. Su tecnología rastrea los deseos que incluso escondemos de nosotros mismos. Nada escapa a los sensores. En este caso, el seguimiento ocular es parte fundamental de un experimento innovador (aún en proceso) sobre nuestros impulsos sexuales. Se trata de una cruzada en busca del mero conocimiento, aunque los científicos aseguran que ayudará a desarrollar mejores terapias.
Lo que de verdad excita a las mujeres
La investigadora canadiense se han granjeado su reputación gracias a descubrimientos, muchas veces contradictorios con el consenso general, sobre lo que excita al género femenino. Los resultados de sus estudios tienen un componente manifiesto de ‘shock’ en la sociedad. Desde que empezase a poner de manifiesto la complejidad del deseo femenino, ha recibido no solo la atención de medios de comunicación, sino numerosos fondos de las distintas agencias del Gobierno que preside Justin Trudeau. Hoy, coincidiendo con los recortes en EEUU, Canadá está tomando la delantera en lo que a la ciencia del sexo se refiere.
Durante décadas, las teorías evolutivas clásicas han apuntalado la visión tradicional de los roles sexuales de hombres y mujeres. Ahí entra Chivers y sus sorprendentes investigaciones. En 2008 pidió a varias participantes que observaran una gran variedad de vídeos pornográficos y midió sus reacciones gracias a un pletismógrafo, un aparato que registra los cambios de presión y volumen, que colocó en sus vaginas.