El caso de Mary Kay Letourneau y Vili Fualaau conmovió al país. La mujer pasó siete años tras las rejas por violación de un menor. Al salir, se casaron
Mary Kay Letourneau tenía 34 años. Era 1996 y en pocos meses la historia se haría pública y escandalizaría a los Estados Unidos. La mujer estaba casada y tenía cuatro hijos. Era maestra en una escuela de Seattle. En su clase de sexto grado, un estudiante era su favorito. Su alumno Vili Fualaau tenía apenas 12 años pero le despertaba un fuego en su interior que no podía contener. Y no lo contuvo.
Un año después, su «amor» secreto sería descubierto. Fue luego de que un amigo de Steve Letourneau -el marido de Mary Kay- los viera juntos y la denunciara ante la policía. Ellos no negaron su relación y desafiaron al mundo. La historia prohibida salió a la luz y causó uno de los mayores escándalos mediáticos de la historia norteamericana.
Algunos trataban de justificar el supuesto enamoramiento de la maestra quien terminó en prisión en marzo de 1997. Al poco tiempo daría a luz a la primera hija que ambos tuvieron. La llamaron Audrey. Se declaró culpable de dos cargos de violación de menores y sentenciada a seis meses de cárcel. La corte dispuso además que iniciara un tratamiento.
Lo comenzó, pero la atracción que sentía por el menor era mayor. A los tres meses fue puesta en libertad. Y quince días después sería sorprendida nuevamente con Fualaauteniendo sexo en un automóvil. Esta vez la sentencia fue mayor: debería pasar siete años tras las rejas. Allí, en una penitenciaría, tendría a su segunda hija, Georgia.
Los años en el Centro Correccional para Mujeres de Washington no cambiaron en absoluto lo que Letourneau sentía por su alumno. Por el contrario, un año después de ser liberada, en 2005 ambos contrajeron matrimonio. Ella tenía 44, él 22. En primera fila estaban Audrey y Georgia. Y centenares de invitados. La prensa norteamericana no se perdería la boda más polémica del año.
Se escribieron libros, participaron de entrevistas en las cadenas de televisión más importante del país. Capitalizaron lo máximo posible su «amor prohibido«. Un abuso de menores para el sentido común. Muchos intentaron justificar el comportamiento de la maestra diciendo que fue como consecuencia de un aborto que había tenido el año en que conoció al por entonces niño.
Las niñas fueron criadas y educadas por la madre de Fualaau, quien años después con su ya esposa, pedirían a la justicia que les permitieran la custodia definitiva de las menores, lo cual lograrían tiempo después.
Sin embargo, la historia que marcó una conmoción en el sistema educativo norteamericano, llegó a su fin. Hace pocas horas Fualaau llenó los papeles de divorcio, los que Mary Kay no reprochará. Según sus allegados, la reconciliación no está en los planes de ninguno de los dos.
«Cuando una persona es infeliz en una relación, la otra persona no puede ser feliz tampoco«, explicó el abogado de Letourneau, David Gehrke.