Una de las revoluciones científicas de los últimos años ha sido la técnica CRISPR-Cas9 de edición genética. Las «tijeras moleculares» permiten modificar, incorporar o corregir mutaciones en el ADN de manera controlada, una infinidad de aplicaciones en diversos campos, desde a la salud hasta la alimentación.
En China ya se están realizando los primeros ensayos clínicos y se espera que otros comiencen el próximo año en Estados Unidos. Pero después del impacto que provocó un avance con tal potencial en la salud y la genética, al ir conociendo esta herramienta, los científicos han tenido que considerar los riesgos de mutaciones inesperadas que surgen a partir del uso de esta tecnología.
Esta semana se publicó un estudio en la revista Nature Methods, que revela que CRISPR podría provocar cientos de mutaciones fortuitas en el genoma. «Incluyendo mutaciones simples nucleotídicas y mutaciones en regiones no codificantes», dice uno de los autores del trabajo, Steven Tsang, del Instituto de Medicina Genómica de la Universidad de Columbia, EE UU.
La técnica CRISPR trabaja con cadenas específicas de ADN, pero algunas veces puede llegar a otras partes del genoma, informa Sinc. Usualmente los científicos usan algoritmos informáticos que predicen o identifican las áreas más susceptibles de sufrir mutaciones, pero los científicos del mencionado artículo afirman que esta precaución no es suficiente.
«Los algoritmos predictivos hacen un buen trabajo cuando CRISPR se usa en células o en tejidos en el laboratorio, pero no se utiliza la secuenciación completa del genoma para buscar mutaciones inesperadas en animales vivos», explica otro de los autores, Alexander Bassuk, investigador de la Universidad de Iowa.
El equipo trabajó con ratones que habían sido sometidos a edición genética, secuenciando su genoma completamente. De esta manera buscaron todas las mutaciones posibles. Los resultados mostraron que la edición CRISPR, que había corregido con éxito un gen causante de ceguera, también había afectado los genomas de dos sujetos distintos, a través de unas 1.500 mutaciones nucleótidas simples y más de 100 bloqueos e inserciones de genes. El algoritmo usado normalmente no había logrado predecir estos cambios.
«Al no secuenciar todo el genoma para encontrar efectos inesperados, se puede estar pasando por alto mutaciones potencialmente importantes. Incluso un único cambio nucleótido puede causar un gran impacto», precisa Tsang, citado en Sinc.
Aun con estas observaciones, los autores manifiestan su optimismo sobre el método. «Somos médicos y sabemos que cualquier terapia nueva tiene efectos colaterales potenciales, pero necesitamos estar alerta a cuáles son”, explica Vinit Mahajan, de la Universidad de Stanford.
El equipo se propone mejorar los componentes usados en la técnica, para mejorar su eficiencia. «Esperamos que estos resultados animen a otros a secuenciar completamente el genoma como método para determinar todos los posibles efectos de las técnicas CRISPR, y estudiar distintas versiones para conseguir que la edición sea más precisa y segura», concluye Tsang.
El Ciudadano