Una de las demandas que ha movilizado a la ciudadanía chilena a las calles es el enorme endeudamiento que implica la educación superior. Desde la reforma de 2005 el Crédito con Aval del Estado, a través del que los estudiantes se endeudan con bancos para estudiar, es el que protagónicamente financia la educación superior. Se articulan subsidios públicos junto a presupuesto de las familias. Y los bancos ganan.
Sin haberla contemplado en su programa, la demanda de condonar la deuda se coló en el discurso público gracias a las movilizaciones estudiantiles. Bachelet, en respuesta a la reivindicación, comprometió recientemente que los bancos serían excluidos de la provisión de créditos estudiantiles.
De este modo, la Mandataria ratificó en su Cuenta Pública que enviaría un proyecto de ley durante los próximos meses para para eliminar el Crédito con Aval del Estado (CAE), sin referirse a la condonación.
Quien sí lo hizo fue la ministra de Educación, Adriana Delpiano, quien reafirmó que la ausencia en el discurso es parte de una decisión política.
Declaró que «eso es imposible», agregando que «la cifra es sideral (…) es un acumulado de muchos años de gente que le tocó pagar». Precisamente esta semana la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras informó que las utilidades de los bancos alcanzaron más de un millón 200 mil dólares los últimos cuatro meses. Y la principal fuente de utilidades sería la recaudación por intereses y comisiones.
Y en una notable muestra de visión de corto plazo, la titular de Educación agregó que tal vez «otro Gobierno podrá plantearse otras medidas, (pero) en este Gobierno el CAE lo vamos a cambiar, pero no lo vamos a condonar».
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