Ante las fuertes declaraciones del presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, haciendo una comparación entre lo vivido el jueves pasado con los métodos de represión sionistas utilizados contra el pueblo palestino, una avalancha de respuestas de todos los sectores políticos han deseado desvirtuar los dichos y tergiversar su intencionalidad, aludiendo a presuntas connotaciones racistas y anti-semitas.
Incluso luego de que Gajardo explicara sus palabras, disculpándose con el pueblo judío si es que el mensaje había sido malinterpretado y que éste sólo se refería a un sector minoritario dentro de círculos israelitas, el sector sionista, los medios continuaron su arremetida e indicaron que la religión de Rodrigo Hinzpeter había sido objeto de ataque y que esto constituía un acto de intolerancia digno de ser repudiado por todos los habitantes de Chile.
El propio ministro Hinzpeter, poco después de recibir el apoyo de Guido Girardi al calificar éste las declaraciones como “racistas”, condenó el acto de Gajardo y recalcó que tales dichos habían “herido” a su familia. “Ha herido a mis hijos, a mí, a mi señora, a mis padres y a millones de personas por una condición religiosa», profirió el ministro del Interior ante las cámaras.
Decir que el presidente del Magisterio aludió a una “condición religiosa” constituye una gran mentira, dado que el sionismo no es una religión, sino una ideología política. La propia ONU, en su Resolución 3379 de 1975, entendió el sionismo como una forma de discriminación racial que se desprende del judaísmo.
“La paz y la cooperación internacionales exigen el logro de la liberación nacional y la independencia, la eliminación del colonialismo y del neocolonialismo, de la ocupación extranjera, del sionismo, del apartheid y de la discriminación racial en todas sus formas, así como el reconocimiento de la dignidad de los pueblos y su derecho a la libre determinación”, dictó la Organización de Naciones Unidas a mediados de los 70.
En este contexto, el sionismo debe entenderse como una doctrina de sectores judíos minoritarios que impulsa la hegemonía territorial del Estado de Israel, atentando contra la integridad de otros pueblos que habitan el Medio Oriente. No debe sorprender entonces que a menudo se vinculen intereses sionistas con la política exterior de Estados Unidos hacia los países árabes, ya que Israel es el aliado más poderoso de la potencia americana en la región.
Dicho esto, la relación entre el ministro del Interior y círculos sionistas es muy visible para quien se dedique a investigarlo.
Podríamos partir diciendo que el ministro es nieto, por lado materno, de Mauricio Baltiansky, uno de los fundadores del Movimiento Sionista de Chile. En el año 1911, según registra el vol. 21 de la Encyclopedia Judaica (edición 2008), Baltiansky impulsó la creación de la primera célula sionista en el país con la ayuda del Movimiento Sionista de Argentina.
Rodrigo Hinzpeter Kirberg, como su propia biografía revela, es “cercano” al Comité Judío-Americano (American Jewish Committee), una organización lobista que extiende su influencia y presión política no sólo a EE.UU., sino a América Latina.
El Comité Judío-Americano se encuentra estrechamente afiliado con la ONU a través del grupo UN Watch, el cual ha estado tras la cabeza de activistas como Richard Falk que condenan y critican el tratamiento otorgado por el gobierno israelí al pueblo palestino. Entre las funciones de este comité, según el sitio web Power Base, se cuenta el crear acción política parlamentaria a favor de Israel, crear grupos de presión para afectar organizaciones que son vistas como hostiles por Israel, enviar periodistas o formadores de opinión a Israel para educarlos en la perspectiva israelí, entre otros.
En marzo de 2011, mientras el Presidente Sebastián Piñera efectuaba su gira por Medio Oriente, una delegación del Comité Judío-Americano, conformada por 18 miembros, fue recibida silenciosamente en La Moneda por el ministro Hinzpeter y los embajadores de Estados Unidos, Inglaterra e Israel. Aunque la visita se extendió por tres días, la prensa nacional no hizo cobertura alguna sobre qué se discutió, quiénes asistieron y a qué acuerdos se llegaron.
Las noticias internacionales del AJC reportaron, “El grupo discutió la innovadora visita del presidente a Israel y la autoridad palestina; la esperanza de un Tratado de Libre Comercio Chileno-Israelí; la ONU y el Medio Oriente; la amenaza de extremismo islámico en Sudamérica; y las relaciones chileno-estadounidenses en vísperas de la anticipada visita del Presidente Obama a Santiago.”
Hinzpeter también figura como participante de un congreso realizado entre comunidades judías latinoamericanas en noviembre de 2006, organizado por el Comité Judío-Americano en Miami. La declaración final disponible en el sitio del Comité afirma que los representantes de las diversas comunidades involucradas “ratifican su solidaridad con el Estado de Israel en su legitimidad histórica”.
Tanto en Chile como en el mundo, el lobby sionista ha ejercido un rol importante en impedir que los países reconozcan la legitimidad del Estado palestino. Según lo que contó a Verdad Ahora el líder de la Federación Palestina de Chile, Daniel Jadue, en una entrevista conducida semanas antes de las declaraciones de Jaime Gajardo, este lobby explicaría por qué el Estado palestino no ha sido reconocido por el gobierno de Piñera con las fronteras anteriores a 1967, sumándose a otros países de la región como Brasil y Argentina.
Recientemente, el ministro de Infraestructura de Israel, Uri Landau, llegó hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores para oficializar la intención del gobierno israelí de que Chile no reconozca a Palestina en las Naciones Unidas, lo cual causó la indignación de varios parlamentarios nacionales.
A mediados del año pasado, el Senador Eugenio Tuma acusó a Hinzpeter de ser un “militante de la causa israelí” y cuestionó la autoridad de Sebastián Piñera en asuntos de política exterior. El Senador Tuma fue duramente criticado por Gabriel Zaliasnik, el entonces presidente de la Comunidad Judía de Chile, quien denostó al parlamentario por poseer ascendencia palestina e intervenir en la discusión sobre el reconocimiento del Estado palestino.
Otra de las campañas del lobby israelí en Latinoamérica ha sido la inserción de propaganda anti iraní y discriminación generalizada contra los musulmanes. Tanto el gobierno estadounidense como el israelí han catalogado a Irán como la nueva amenaza nuclear, planteando la tesis de que tal país promueve el terrorismo islámico y busca el exterminio del pueblo judío – una suerte de Holocausto del siglo 21. La lógica de estas acusaciones puede ser fácilmente descrita como irrisoria, puesto que el propio Estado de Israel posee cientas de ojivas nucleares y tecnología militar para desplegarlas en cualquier momento – un arsenal que, según una publicación de 2009 en el Washington Times, Obama acordó mantener en secreto, alejado de inspecciones internacionales.
Un claro intento de introducir la amenaza fabricada de un terrorismo islámico en Chile fue el controversial “caso paquistaní”, que luego de seis meses de investigación debió ser cerrado por el Ministerio Público al no poseer evidencia suficiente para presentar acusaciones fundadas. No es coincidencia que Rodrigo Hinzpeter, representante del lobby sionista en Latinoamérica, haya participado protagónicamente en criminalizar de manera calumniosa al joven paquistaní Mohammed Saif Ur Rehman Khan.
A finales de 2010, Saif Khan reveló a The Clinic que recibió respaldo por parte de Jorge Barraza, un ex comisario de la PDI que estuvo involucrado en el centro de la investigación por el Caso Guzmán. Según Khan, Barraza sostuvo desde el comienzo que las acusaciones levantadas en su contra eran falsas y que constituían un montaje orquestado por organismos de inteligencia.
“Tuve la ayuda de una persona, un profesional experto en inteligencia, el ex comisario Jorge Barraza Riveros, un real patriota, que fue la primera persona en creer en mi persona y en mi inocencia al sostener que esto era un montaje”, reveló Khan a la prensa. “Primero tuvimos una relación un tanto secreta, pero ahora no tengo ningún problema en decirlo: Barraza me otorgó soporte moral, judicial y me dio esperanzas”, concluyó.
Una de las tantas inconsistencias del caso fue el allanamiento ilegal realizado por tres efectivos de la PDI, vestidos de civil, a la pensión del estudiante extranjero, cuando éste ni siquiera había sido puesto a disposición de la justicia y se mantenía recluido a la fuerza en la embajada estadounidense. Según las declaraciones tomadas en el proceso, la orden de allanar habría sido otorgada personalmente por el jefe del FBI en Chile, Stanley Stoy, en el marco de una presunta investigación que antecedía a la “detección de trazas de explosivos” en la sede diplomática.
La Policía de Investigaciones, ahora al mando de Hinzpeter bajo el nuevo Ministerio del Interior y Seguridad Pública, no ha estado exenta de vinculaciones con la célula de inteligencia israelí, Mossad.
Según cables revelados por Wikileaks en febrero de 2011, Israel ordenó a las autoridades chilenas vigilar al embajador de Irán durante una visita diplomática. Lo que hoy sabemos es que tal acción fue autorizada por el entonces director de la PDI, Nelson Mery Figueroa, según el testimonio de dos ex funcionarios de la institución. “Mery es un informante del Mossad”, reveló a Terra el ex comisario René Cocq.
Probablemente estas operaciones reflejen la preocupación del Comité Judío-Americano, un organismo netamente político y no religioso, sobre “extremismo islámico en Sudamérica” en la reunión que llevó a cabo este año, a puertas cerradas, con el ministro Hinzpeter.
Quizás el elemento más grave entre las acusaciones emitidas por Jaime Gajardo, cuya validez ya hemos explorado y corroborado, es el de un presunto servicio militar efectuado por Rodrigo Hinzpeter en Israel. Según informó la Agencia Judía de Noticias, Hinzpeter efectivamente realizó un viaje de estudios a Israel en 1983. “Teniendo en cuenta la edad que en ese momento tenía Hinzpeter, puede haber sido al finalizar sus estudios secundarios”, reporta AJN.
Uno de los primeros periodistas en insinuar que Hinzpeter podría haber efectuado un servicio militar en Israel fue Alejandro Kirk, en una columna publicada por El Ciudadano en 2010.
“La razón es que Israel, siendo un estado-cliente de los norteamericanos, cuenta con su propio ejército mundial de reserva -las comunidades judías repartidas por el planeta- a quienes considera sus ciudadanos”, expone Kirk, mencionando posteriormente que el actual ministro “según versiones de prensa cuenta en su currículum una estancia en Israel tras terminar sus estudios secundarios en Chile, a la misma edad que los jóvenes israelíes hacen su servicio militar”.
Como muy bien escribe un columnista de Piensa Chile, a raíz de los comentarios de Gajardo sobre posibles doctrinas aprendidas por Hinzpeter en Israel, “Hacer el servicio militar bajo la bandera de otro estado no es un asunto baladí. El soldado expresa su adhesión juramentada a éste y se compromete a servir «fielmente a su patria».”
“En el caso de Hinzpeter el asunto es aún más preocupante”, continúa el columnista, “puesto que ostenta un cargo en el cual dispone de información reservada, confidencial y que además está llamado según la Constitución a asumir el puesto de Vicepresidente de la República en caso de ausencia del Presidente.”
Sea o no buena la comparación entre lo ocurrido el pasado jueves y las condenables prácticas de Israel contra los pueblos oprimidos en Medio Oriente, es imprescindible indicar que Rodrigo Hinzpeter efectivamente posee vínculos estrechos con el sionismo. Aunque los grandes medios busquen desviar la atención y transformar críticas legítimas hacia Israel en “declaraciones racistas”, no debemos permitir que la verdad sea silenciada, ni mucho menos tergiversada, para que el gobierno se excuse y continúe ejerciendo su represión contra el pueblo chileno.
Por Matías Rojas
Texto de autoría externa. Recibido y publicado por