Las plantas tienen un linaje evolutivo largo e inesperado. Las especies terrestres evolucionaron hace 450 millones de años, pero los árboles son más antiguos que los tiburones, las flores no aparecieron hasta el periodo Cretácico y el pasto solo empezó a brotar hace 40 millones de años.
En todo este tiempo las plantas han desarrollado algunos rasgos increíbles. Un nuevo estudio, liderado por la Universidad de Birmingham, sugiere que las plantas tienen una suerte de «cerebro», con una serie de células que actúan como «centro de comando». El trabajo fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los científicos hallaron que este cerebro, que se encuentra en el embrión de las plantas, tiene células que controlan las decisiones del ciclo de los individuos. Lo más significativo es que este órgano activa la germinación, un proceso cuyos tiempos deben ser controlados a la perfección, con el fin de evitar que ocurra en un momento inapropiado (muy temprano, en invierno, o muy tarde, en veranos muy poblados de flora).
Los investigadores localizaron estas células dentro de una planta llamada Arabidopsis, que se conoce comúnmente como arabidopsis u oruga. El centro de comando se divide en dos tipos de células; una que mantiene a las semillas en estado latente y otras que da inicio a su germinación, infroma IFLScience.
De manera similar a como ocurre entre las células nerviosas del cerebro, estas células usan hormonas para comunicarse, evaluando las condiciones ambientales que las rodean para decidir cuándo es el mejor momento para brotar a la vida.
Estos procesos son prácticamente imposibles de observar en tiempo real en los embriones de plantas; por eso en un principio los autores usaron bioinformática, un campo de la ciencia que se basa en modelos matemáticos para predecir cómo se desenvuelven los procesos biológicos en los escenarios más comunes.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que el intercambio hormonal estaba controlando los procesos de germinación, por lo que usaron una versión genéticamente modificada de la arabidopsis, para asegurarse de que la interconexión de las células era prominente. Observaron que las pulsaciones bioeléctricas entre las células eran más perceptibles y finalmente encontraron el centro de comando, donde las células se comunicaban entre sí.
«Nuestro trabajo revela una crucial separación entre los componentes dentro del centro de toma de decisiones de una una planta», dijo el profesor George Bassel, conductor principal del estudio, citado en en EurekAlert.
El equipo cree que los dos tipos de células existen porque de esta manera puede haber un intercambio de diferentes apreciaciones sobre las condiciones ambientales, y que la germinación solo ocurre cuando ambos lados llegan a un consenso –una suerte de evaluación promedio.
El Ciudadano