Congregación aún estremece espíritus curiosos y sensibles. Reproducimos una conversación entre el músico y reciente colaborador de este espacio, Rodrigo Barros (RB), y nuestro periodista Cristóbal Cornejo (CC, en negrita), la que no pretende sino impulsar el goce de esta desconocida joya sonora del sur del mundo.
Sueño de una mañana de invierno:
¡Congregación viene!
CC: ¿Cómo conociste este disco?
Yo conocí a Congregación como el 2006, cuando buscaba rock chileno de fines de 60. Al principio no lo pesqué mucho, ya que, por asuntos cronológicos, me dediqué al beat y luego a la psicodelia, hasta que llegué a las primeras grabaciones de Los Jaivas, y ahí me pegué un buen tiempo. Después volví a escuchar Kissing Spell, Embrujo, y entremedio apareció “Viene”. Me dejó pa’ dentro.
RB: Congregación debe ser una de las bandas mas míticas y al mismo tiempo menos escuchadas del rock chileno de entre fines de los ‘60 y el ‘73, de esa época tan fértil para la música chilena popular, como ha habido pocas. Yo era bien chico cuando un amigo, que me introdujo en varios mundos musicales, un día me cuenta que va a vender dos de sus joyitas: “Volantin”, de Los Jaivas, y “Del volar de las palomas”, de Los Blops. Tenía planes, necesitaba plata y le iban a pagar unas cifras estratosféricas.
A mí me sorprendió; no sabia que discos chilenos pudieran ser tan preciados. Conocía a Los Jaivas, pero no a los Blops. Empezó a contarme la historia de los discos, de cómo llegaron a sus manos, de esos tiempos, de las bandas de acá de la V región.
Aparecieron un montón de nombres, entre esos Congregación. Y eso fue por mucho tiempo, sólo un nombre en la lista de bandas míticas. Hasta que un día, después de haber pasado un tiempo escuchando Blops, Jaivas, Vidrios Quebrados, Embrujo, y todas esas bandas que cuando las conocí no pesqué mucho, me acordé de Congregación y conseguí el disco.
CC: ¿Y qué te pareció?
RB: Me llamó la atención al tiro… No tenía mucho que ver con las otras bandas. De hecho tenia un “aura” completamente distinta. Tuve la extraña sensación de que esto iba mucho más allá de su época. Uno podría decir (y hay gente que lo hace) que es una especie de eslabón perdido entre el folklore chileno y el rock sicodélico de esos años, pero creo que esa descripción se queda muy corta…
CC: Yo lo escuchaba y al principio me daba un poco de risa nerviosa, pero empezaba a gustarme, no sin cierto pudor. Pero no sabía por qué me gustaba tanto… era tan hippie, con sus letras tan trascendentales e idealistas. Yo creo que no estaba muy maduro en ciertas ideas, o era más intransigente. No lo podía entender, pero me gustaba mucho. Ejercía una especie de hipnotismo, la voz, las guitarras, los arreglos, lo misterioso de las letras. Finalmente, creo que esa es la clave: Contiene un misterio, trasunta luz y sinceridad, pero hay algo que da miedo en todo eso…
RB: O sea te gusta pero te asusta… Los grandes discos de mi vida, esos que te cambian la forma de entender la música y el mundo, tienen esa característica: Uno al principio no entiende nada, sin embargo, hay algo que te atrapa. Matt Groening decía algo parecido acerca de la primera vez que escuchó el “Trout Mask Replica” (de Captain Beefheart). Yo creo que tiene que ver con las preguntas que es capaz de hacer la música misma. El “Viene…” esta lleno de preguntas.
CC: A propósito, ¿Cómo es que llegó a fascinarte un grupo tan hippie, considerando que las intensidades donde te has movido musicalmente han estado claramente orientadas hacia el hardcore punk?
RB: Es que siempre he sido bien amplio en mis gustos musicales, a pesar de que he estado más dedicado al punk en mis proyectos personales. Además, yo creo que el punk es una actitud que se plasma en las cosas, más que un estilo. Desde ese punto de vista, Congregación para mi tiene mucho de punkrocker.
Para mí es un disco muy importante, me gusta haberlo descubierto asi como lo conocí, y seguir descubriéndolo todavía, cada vez que vuelvo a él.
CC: Deben haber estado más o menos aislados en sus años de los focos principales, considerando la hegemonía de la Nueva Canción Chilena y el compromiso de muchos grupos y solistas con el gobierno de la UP. Además cantaban de la soledad, el amor, los misterios de la vida, el fin del mundo, todo muy espiritual, mientras la calle se movía con masas.
RB: Los “temas” de Congregación creo que son los mismos de muchas de las bandas de la época, y creo que nunca dejaron de referirse a lo que pasaba en la calle, pero tenían un modo bien particular de abordarlos, con un misticismo y una oscuridad especial, profunda Y densa.
Las letras de Smith son directas, pero también muy demandantes, uno no las puede cantar así no más, te exigen un grado de compromiso, de solemnidad, hay que “creerse el cuento”. Con la música pasa lo mismo: El uso y la elección de los instrumentos, los arreglos y el sonido de la grabación. Eso probablemente fue lo que les impidió notarse más, y es lo mismo que los hace ser todavía una banda recordada y nombrada pero poco escuchada.
CC: Smith decía en una entrevista: “Congregación era una opción que como cultura tratáramos de abrir nuestra mente. Investigar en la mente y en el espíritu. Mi interés fundamental era el alma de los seres. Sentía que ahí tenían que resolverse los grandes problemas que tenemos como chilenos y latinoamericanos (…) Yo era parte del inconsciente colectivo chileno, que estaba entrando en un camino que a muchos no les parecía muy correcto”.
Claro, lo último se entiende por las directrices que imponía la izquierda dominante a la cultura y a los artistas.
RB: Yo creo que eso es algo muy atractivo del disco, el ímpetu cuestionador y provocador que tiene. Pero ese “espiritualismo” de las letras vuelve el cuestionamiento y la provocación, más que una pataleta contestataria, un viaje interior, como una invitación a preguntarse por el estado de las cosas de la manera más radical posible, superando la dicotomía entre el individuo y la sociedad, entre yo y el resto… Ese es un gesto muy emancipador, que, como dices, quizás tenía que ver justamente con superar las directrices que imponía la cultura y el arte en esa época.
CC: Es decidor, casi como “manifiéstico”, que para dejar claras las intenciones hayan abierto el disco con “Estrecha a tu hermano”: «Estrecha / estrecha a tu hermano / dale de ti / dale tu vida«…
RB: Si, es un comienzo bien hippie, que después va quedando en contraste y se va complementando con varias críticas al ego, a las divisiones, al trabajo asalariado, a las ideologías. Siempre me llamó la atención ese comienzo, musical y líricamente, porque en vez de hacer algo progresivo y sutil para adentrarse en el viaje que es el disco, va directo al choque.
CC: ¿Y qué te parece eso de “Ya no está Jesús, Marx ni Lenin / para que vinieran hoy a ayudarte / te vas quedando solo con muchos lemas / residuos inconcientes de una civilización” que cantan en “Atrapados por un pensamiento”?
RB: Es uno de los momentos más punkrocker del disco, notable. Podría ser fácilmente la letra de una banda anarcopunk de las que no aparecieron hasta varios años después. Queda claro de qué se trata el disco también, cuando uno contrasta esa frase con la que hablábamos recién. No es puro despotricar contra el mundo material ni tampoco enfrascarse en pajas metafísicas.
CC: Musicalmente, siempre lo relacioné más con el folk ácido/progresivo inglés o gringo de la época que a lo que se hacía por ese entonces en Chile. El violín, las flautas, los pajaritos, el eco de las voces… Aunque después investigando supe que el ’71 el grupo envió al Festival de Viña un “Preludio precolombino cósmico” (de hecho, el ’72 se presentó ahí como Antonio I. con la canción “Y regresarás a tu cuarto”) y que cuando se fue de Chile el ’73 dejó inconclusa una cantata llamada “América Libre”, que sería grabada con gente de Amerindios, Manduka y otros músicos. Aún así parece que “Viene” no recoge directamente influencias más latinoamericanas, o quizás, no somos capaces de identificar bajo qué filtro las pasaron si es que están ahí.
RB: Si, es difícil asociarlo con el resto del rock que se hacía entonces. A mi lo primero que me recordó fue Pastoral, la banda argentina, en particular algunos temas del disco “Humanos”, por las temáticas, la profundidad y lo “viajero” de las canciones, pero esa fue la primera impresión. Fue difícil clasificarlo o relacionarlo directamente con algo, el disco está lleno de guiños a la música experimental de esos años y resuena mucho de folklore latinoamericano, pero de una manera muy sutil y propia.
CC: También me enteré que Smith volvió a Chile el ’75 para cantar en el Teatro Caupolicán. En el libro de Ponce, Vittini (flauta y percusión) le relata algo muy bello: “Lo hermoso es que mientras Antonio empezó a tocar, de a poco el teatro empezó a quedar en silencio: Los tramoyas, los que armaban las luces o el escenario. Todavía me emociono de cómo un músico tiene una llegada tan grande en captar la sensibilidad de la gente. Eso fue lo último que el público chileno pudo disfrutar de él (…) Yo conocí la capacidad inmensa de creación de Antonio. Del sonido de ese pájaro –dice, capturando al pasar el canto de un chincol en la plaza donde ha hecho estos recuerdos- él hacía una canción”…
Rb: ¡Que lindo!.. ¡Que falta hacen músicos así ahora, que transmitan con esa intensidad! El otro día fui a ver a Quelentaro y me dio gusto ver al Gastón… Después de tantos años sigue teniendo la misma fuerza, la gente se hipnotiza con sus modos, su tono de voz, su presencia. El viejo se sienta ahí con la guitarra, a hablar, a comunicar, no ha hacer un show, no va a entretener. A la gente parece que se le olvidó que de eso se trata la música. Smith también deja un tremendo testimonio de su capacidad creadora y de su visión del mundo en el disco de Congregación, me habría encantado poder verlos en vivo.
CC: “El dulce espíritu de la soledad / Ama la muerte hermano”, deben ser dos de las canciones más filosóficas del rock chileno: “Vengo de hace mucho antes que naciera el tiempo y aún estoy sin verme nacer ( …) Soledad me llaman y sin cuerpo habito / pero ocupo un lugar, en el gran vacío…” es como un bolero etéreo. Y después se pega con “Ama la muerte hermano”, que tiene una letra más política, extrañamente política, eso si, donde habla de conciencia, evolucionar, un cambio interno, morir y nacer…. ortodoxamente nada de materialista.
RB: Para mí el disco es como un sólo gran tema, pero el que componen estas dos partes es uno de mis momentos favoritos. Me fascina la idea que le hable a alguien: “Ama la muerte Juan”…. Cuando empieza diciendo “Soy el dulce espíritu de la soledad / su voz y su cantar / Vengo de hace mucho antes…” con esa voz y tono, con esa cadencia desganada, impersonal, me vienen escalofríos, es un piquero en un mundo oscuro.
Después el tema empieza a mutar, hay unos coros de mujeres que se combinan con el bajo y la guitarra que tratan de darle un poco de luz al asunto, y justo cuando uno cree que la cosa se va a poner más feliz viene la flauta que anuncia la vuelta al “mundo real” y a sus contradicciones: “Para alcanzar conciencia debes aprender / pero eso te cuesta Juan / debes sacrificar / no siempre serás obrero / debes aprender / no siempre serás gerente / debes evolucionar”. No es fácil acostumbrarse a los modos de Smith, no es fácil acostumbrarse a la cadencia de su voz, que refleja perfectamente el contenido de sus palabras, pero cuando uno finalmente se entrega, lo que aparece es la invitación a una crítica integral.
CC: “Tanto parcelamiento” podría considerarse un canto a la crítica de la separación, aunque en el fondo no sea sino idealismo místico. «Estamos atrapados todos por un pensamiento / de hace mucho ya viajamos por el universo / estamos atrapados todos en nuestro intelecto / estamos atrapados desde nuestro nacimiento«. A nuestro favor, podría ser interpretada como una crítica a la ideología o una crítica en sentido nietzscheano, aunque probablemente haya sido concebida como un llamado a la conciencia interior, lo que no es menor tampoco…
RB: Yo creo que pensarlo como una crítica a la ideología y a la separación es darle un sentido más concreto (histórico), que no tiene por qué contradecir lo que de manera más superficial podría leerse. Una cosa no quita a la otra, y justamente lo interesante es que la letra en si misma pueda evocar esas ideas y posiciones, y en otros casos recuerdos y sensaciones. El valor yo creo que radica ahí, en esa sutileza y radicalidad con que se refieren a cosas profundas, que se pueden leer desde muchos lugares, de muchas formas, pero que refieren a lo mismo.
CC: Dos de mis favoritas son “Eclíptica”, que es como caleidoscópica y me recuerda a Nick Drake, por el sonido fusionado de bajo y guitarra. Escucho la letra y su forma de tratar el lenguaje y me recuerda como lo hacía Gepe (no se si aún lo hace, hace tiempo que le perdí la pista), que yo creo que debe conocer este disco…
RB: A mí me costó varias escuchas darme cuenta que “veintiuna vueltas en torno a la eclíptica” era una referencia a su edad. Eso es algo que también me sigue sorprendiendo cada vez que lo pienso, lo joven que era Smith cuando compuso las canciones. Es impresionante la lucidez de las letras y la música sabiendo que vienen de alguien tan joven.
CC: Y “Fantástico”: La considero la más bella y me provoca una muy personal sensación de alegría y pena por todo lo perdido (casi hasta las lágrimas, en una mañana nublada como esta): “Cuando entras en mi / entiendes a los otros / entras en ti”. Esa frase me recuerda, dialécticamente, cuando Heráclito, el oscuro, decía: «No entienden cómo, al diverger, se converge consigo mismo: Armonía propia del tender en direcciones opuestas, como la del arco y de la lira». ¿o le pongo mucho?
RB: A mí me provoca algo parecido la segunda canción, “Arrebol”, que debe ser uno de los mas grandes temas de la música popular chilena de todos los tiempos. Es simple, evocadora de lugares y situaciones bellas, hace preguntas directas sobre la realidad, sobre las relaciones, es un canto a la vida. Smith canta siempre de lo mismo, describe y relata de un montón de formas distintas el mismo problema, la misma pregunta: “¿Qué es arrebol? / ¿Existe dentro de tu mente viviendo, o en el exterior?”…
Que bueno que hables de dialéctica, porque creo que justamente lo que subyace a todo este gran tema al que refieren las canciones, es un gran afán superador de las contradicciones, pura dialéctica.
CC: “Cuantos que no tienen y merecen”, el único tema con batería y guitarra eléctrica, parece que fuera en contra de las injusticias, pero termina hablando del fin del mundo y de encontrarnos en otro: “Yo les traigo un mensaje / ya se acerca el 2000 / ya se acerca el día, hermanos / ya se acerca el final». ¡Que risa! Pareciera que Smith era como ecuménico, quería meter todas las religiones en busca de la trascendencia.
RB: (risas) Si, ahí queda de manifiesto la onda mesiánica de Smith, que, de hecho, después se volvió más explícitamente esotérica e incluso new age. A mi no me termina de quedar claro si es irónico o no, sobretodo con eso de “Hossana, nos encontraremos más allá”. Prefiero pensar que sí, pero la verdad es que al parecer no es tan irónico.
Después viene “Mengano”, el penúltimo tema del disco, que si no me equivoco no lo incluyeron en la reedición del vinilo que se hizo hace un tiempo. El disco es una joyita y una rareza para los melómanos del rock psicodélico. He podido comprobar, por ejemplo, que hay mucho interés por él en Japón y Alemania, entre la gente asidua al krautrock y la música experimental de la época. Ese un temazo, y contrasta bastante también con el resto de los temas.
La introducción y los arreglos casi barrocos del tema que cierra el disco, junto con las imágenes que describe: “Regresaras a tu cuarto / soñaras lo que nunca viste”, refuerzan la sensación de viaje que me deja el disco, como si quisieran volver a dejarte en tu lugar, en la realidad, después del tremendo paseo por el que te llevan durante cuarenta y tantos minutos.
Por Cristóbal Cornejo y Rodrigo Barros
El Ciudadano
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Congregación (1970-1973) reunió a Antonio Smith (composición, guitarra, voz), Alejandro Cordero (guitarra), Carlos Vittini (flauta, percusión), Alberto Prada (bajo), y Baltazar Villaseca (batería). Su único disco se llama “Viene” (1972, Machitún).
Smith dejó su casa en Valparaíso a los 16 para buscar su camino. Formó el grupo sugiriendo “seguir un camino de pureza, sin trago ni marihuana, abocarse a un trabajo musical y de pensamiento, sin compromiso político ni ideológico”, señala Vittini en el libro “Prueba de Sonido” de David Ponce.
Hacia fines de 1973, Smith se fue a Argentina. Aquí incursionó en música para meditar, reiki, yoga y editó libros y discos bajo el nombre de Awanka y Senchi.
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Texto completo del extracto aparecido en sección de música “Onda Corta”, en El Ciudadano nº 108, segunda quincena de agosto.
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