El propio ministro de Hacienda, que no hace mucho expresó que se estarían dando “brotes verdes”, debió constatar luego de conocer las cifras del Indicador Mensual de Actividad Económica del Banco Central correspondientes al mes de noviembre, particularmente las del sector no minero, que la economía pasó “ a una fase de mayor debilidad”, aunque insistió, a pesar de lo abrumador de los hechos en contra, que la política de ajuste fiscal impuesta está correcta, responsabilizando de la caída de la actividad económica a “ruidos” que llevan a empresas a no efectuar inversiones. El bajo nivel del producto en el año recién finalizado habría sido aún menor de no darse un excedente comercial durante el ejercicio. Es claro que este saldo favorable no fue consecuencia de una mejoría en el sector externo sino sobre todo de la reducción de los montos importados por la debilidad de la demanda interna, favorecida además por el menor gasto en la internación de combustibles.
La balanza comercial de 2016 registró un superávit comercial de US$ 4.557 millones. Sin este saldo positivo el nivel de crecimiento de la economía habría sido aún menor, dado que el producto calculado desde la demanda es igual a la sumatoria entre la demanda interna y la demanda externa neta (exportaciones menos importaciones de bienes y servicios). A pesar de ello el crecimiento de la actividad fue el más reducido desde que comenzó la fase de recesión en crecimiento de la economía chilena en el último semestre de 2013, durante el régimen de Sebastián Piñera, cuando ya se había iniciado la caída de la inversión minera a nivel global, en lo cual influyó además la concepción defendida por el expresidente de que el gasto público debe crecer menos que el producto, como expresión de esta concepción en octubre – diciembre de ese año la inversión pública se contrajo en 14%.
Ahora bien, este superávit comercial no fue consecuencia de una mejoría en las exportaciones, ya que ellas disminuyeron con relación al año anterior en un 3,7%, alcanzando a US$ 59.917 millones, su nivel más bajo desde el año 2010, experimentando así su quinta disminución consecutiva. Su nivel más elevado se alcanzó en el año 2011, durante el superciclo en el precio del cobre, cuando registró US$ 81.438 millones. Las caídas principales con relación a 2015 se dieron en las exportaciones de cobre que disminuyeron un 8,9%, aunque constituyeron siempre un 46% del total, las del sector forestal que lo hicieron en un 4,2% y las industriales en un 2,3%. Ello, sin duda, como consecuencia de procesos en los mercados externos, al continuar la reducción de las cotizaciones de materias primas y en el caso de las exportaciones industriales afectadas por la contracción de la actividad económica de América del Sur. Una tendencia inversa se produjo con las colocaciones en el exterior de exportaciones frutícolas, que progresaron en un 13,6%.
La reducción de los montos exportados repercute negativamente en la demanda agregada del país. La evolución desfavorable de las exportaciones experimentada durante el presente siglo se transformó en un freno del crecimiento. Ricardo Ffrench Davis reseñando las causas de la pérdida de dinamismo experimentada por la economía chilena, ha recordado que el ritmo anual de crecimiento de las ventas al exterior en la década de los noventa fue de 10%, para descender en la primera década del presente siglo a 6%, situándose a partir de la Gran Recesión cerca del 1% (24/12/16). Pues bien, en 2016 descendieron.
Por lo tanto el excedente comercial se produce ante todo por la caída en los montos importados que a su vez descendieron en 5,8% alcanzando a US$ 55.360 millones, cantidad muy similar al registro de 2010 (US$ 55.167 millones). El descenso tiene dos orígenes principales. Uno, la reducción también en la cotización de las materias primas, manifestada en este caso en la disminución del gasto en bienes intermedios de 10,7%, ante todo por los menores costos de los combustibles importados. El segundo proviene del bajo nivel de la demanda interna, que reduce la adquisición de bienes desde el exterior. Por ello etapas del ciclo económico como el que se está viviendo, de bajo crecimiento, tienden a repercutir disminuyendo los déficit en cuenta corriente, dado que reducen el gasto en importaciones.
Balanza comercial 2009 – 2016
(Fuente: Banco Central. En millones de dólares)
Año | Exportaciones | Importaciones | Superávit |
2009 | 55.463 | 40.103 | 15.360 |
2010 | 71.109 | 55.167 | 15.942 |
2011 | 81.438 | 70.398 | 10.640 |
2012 | 77.791 | 75.456 | 2.335 |
2013 | 76.386 | 74.678 | 1.708 |
2014 | 74.492 | 68.580 | 5.912 |
2015 | 62.232 | 58.738 | 3.494 |
2016 | 59.917 | 55.360 | 4.557 |
La contracción de la actividad económica interna se vio en algo amortiguada durante 2016 por el incremento en el turismo. De acuerdo a cifras de la Subsecretaría de Turismo en el año llegaron sobre 5,64 millones de visitantes extranjeros, produciéndose un incremento de 26% con relación al año anterior. La afluencia principal se produjo de argentinos, que explicaron un 49% del total, los cuales procedieron a efectuar significativas adquisiciones en el país, incidiendo en un 34,5% del total de divisas ingresadas por este concepto. En segundo lugar, por ingresos de turistas, se ubicaron los brasileños, aunque disminuyeron en un 4%, seguramente por la difícil situación que enfrenta su economía. Y en tercer lugar los estadounidenses, con un incremento de 12%. El impacto en algunos lugares fue muy fuerte. “Centros comerciales, supermercados y casas de cambio – señalan por ejemplo informaciones de la gobernación provincial del Elqui (IV región)- tienen alta demanda y han colapsado por los masivos cambios de bienes y divisas” (10/01/17).
Este impacto del sector externo en el producto se produjo en momentos en que de manera particularmente preocupante los datos del indicador mensual de actividad económica (Imacec) del Banco Central correspondiente al mes de noviembre cifraron el crecimiento del sector no minero en solo 0,6%. El comunicado del Banco Central constató que sobre este sector incidió, habría que recalcar en forma inversa, el aumento del comercio y la caída de la industria manufacturera. De acuerdo a las estadísticas de la Sofofa la producción industrial descendió en los primeros once meses del 2016, con relación al mismo lapso del año anterior, en 1,8%. A su turno, las ventas totales se redujeron en un 2,6% y las efectuadas al mercado interno en 2,2%. De las nueve divisiones en que el organismo empresarial divide la actividad siete experimentaron cifras negativas o crecimientos nulos. Las caídas más fuertes se produjeron en “refinación de petróleo” (-15,3%) y alimentos (-5,12% anual). Por último, la ocupación sectorial descendió en 1,7%.
La construcción igualmente anotó en noviembre su peor cifra desde la Gran Recesión. El Índice Mensual de Actividad de la Construcción, de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), experimentó una baja en doce meses de 3,9%, disminución que no se producía desde 2009. El presidente de la CChC, Sergio Torretti, manifestó que la disminución “no es otra cosa que el reflejo de la baja inversión privada que existe en el país y de la debilidad global de la economía” (11/01/17). Por su parte, la ocupación sectorial se contrajo 4%. Igualmente se registró una reducción en la demanda de materiales de construcción, reflejo de la disminución en el comienzo de nuevas obras. “Nos parece extraordinariamente preocupante –manifestó Torretti- la caída del empleo sectorial (…) y el fuerte retroceso de los permisos de edificación, puesto que este fenómeno esté anticipando una menor actividad sectorial” (11/01/17).
Rodrigo Valdés -que poco antes había hablado de la existencia de “brotes verdes”- debió constatar al iniciarse el año, que después de varios trimestres de bajo crecimiento, la economía pasó a “una fase de mayor debilidad y la actividad de sectores distintos a la minería se ha vuelto más lenta”. Su equivocado análisis, sin embargo, insistió en que la “disciplina fiscal” constituiría un componente de “la política macroeconómica que seguimos”, la cual valoró como correcta. Enfatizando a su juicio en la necesidad de “hacer desaparecer ruidos que son completamente innecesarios para que las empresas puedan tomar decisiones” (15/01/17). Reiteró su llamado, hablando ante empresarios mineros, para redoblar esfuerzos con el fin de recuperar el crecimiento, limitando el aporte gubernamental a las inversiones públicas, que el presupuesto final las reduce en 2017, y a las concesiones.
En cambio, el país requiere urgentemente, como hemos planteado en varias ocasiones, una política fiscal anticíclica. Mientras no sea así los llamados ministeriales tienden a continuar sin dar resultados y se persiste en una política procíclica cuando la economía va para abajo. “El problema –dijo el senador socialista Carlos Montes- (…) es de enfoque ideológico sobre como enfrentar cuatro años de estancamiento. Valdés ve la respuesta –subrayó- en mantener la macro y eliminar los ruidos para que las empresas hagan inversiones, es decir, hacerle el juego al empresariado”. Montes señaló además que constituyó “un error” aprobar en la ley de Presupuestos la reducción de la inversión pública en 3,7%, lo cual ciertamente nunca debió aprobarse.
HUGO FAZIO