Probablemente consideres que eres una persona en buena forma. Entrenas regularmente en el gimnasio, o puedes correr tus buenos kilómetros sin cansarte más de lo habitual. Sin embargo, cuando llega la hora de subir unas escaleras, terminas con la lengua fuera. ¿Por qué?
La imagen que ilustra este post corresponde al momento en el que comencé a subir la infame ruta Koko en O’Hau, una antigua vía de tren colina arriba que es una pesdilla para las piernas. La subida dura entre 20 y treinta minutos dependiendo del ritmo que lleves. Muchos tenemos que parar varias veces en el camino para meditar sobre nuestras elecciones en la vida.
Resulta que cansarse subiendo escaleras es algo perfectamente normal incluso para las personas en buena forma física. La razón es que los grupos musculares que necesitamos mover para subirlas son muy diferentes de los que habitualmente usamos para caminar o correr, y eso nos obliga a quemar mucha más energía. El entrenador de rendimiento Joe Holder explica a la revista TIME:
Cuando subes escaleras introduces una nueva variable de forma muy abrupta. Pasas de estar en reposo a hacer un ejercicio poco habitual en menos de 10 segundos, y eso significa que te vas a quedar sin oxígeno mucho más rápido. Por eso cuando terminas necesitas varios segundos para recuperar el aliento.
A medida que subes contra la gravedad, tus músculos necesitan más y más oxígeno porque estás combinando una actividad que requiere fuerza, y además quema rápidamente oxígeno. El momento en el que te falta el aliento llega antes o después dependiendo de tu forma física.
La buena noticia es que, como todo en esta vida, puedes mejorar tu rendimiento si te entrenas para ello. Si incorporas a tu rutina de ejercicio diaria algunos entrenamientos de fuerza en las piernas, o simplemente subes escaleras a menudo, te cansarás menos la próxima vez. [vía TIME]