Hacia fines del siglo XIX, judíos europeos crean el Movimiento Sionista, que postula la creación de un hogar nacional para los judíos, el que finalmente termina instalándose en Palestina. En este caso, la religión judía fue invocada por los fundadores como ente aglutinador, con el fin de hacer renacer el ideal del “retorno” a una comunidad que durante dos mil años no pareció tener dicha meta entre sus prioridades; y también para hacer presente, cuando convenía, el “derecho divino” a la “tierra de Israel”.
Luego de comenzar la emigración hacia Palestina en la década de 1890, haber conseguido el apoyo de Gran Bretaña, potencia colonial a cargo de ese territorio desde fines de la I Guerra Mundial, y comenzado la emigración masiva en la década de 1930, el sionismo se encuentra en esa misma época con un inesperado aliado: el nacionalsocialismo alemán; pese a que éste se transformaría posteriormente en enemigo mortal del judaísmo, su política tendiente a promover la emigración forzosa de los judíos desde Alemania, concordaba estratégicamente con el propósito sionista de incentivar la emigración de éstos hacia Palestina.
Pero habría un elemento aún más decisivo proporcionado por el nazismo. La ocurrencia del holocausto entre 1942 y 1945, resultó fundamental en relación al éxito del objetivo sionista. Así, finalizada la II Guerra Mundial en 1945, quedaba el escenario preparado para la culminación de la invasión y colonización de Palestina por parte del sionismo y la consiguiente tragedia y despojo del pueblo palestino. En esta tarea, el sionismo contó con el apoyo de las potencias vencedoras en la guerra, incapaces de sobreponerse al complejo de culpa que les aquejaba por el holocausto, ya sea por su desinformación o por no haberlo impedido.
En cuanto a los métodos utilizados para conseguir sus propósitos, el arma principal del sionismo ha consistido en una propaganda permanente y repetitiva hasta la náusea, en el sentido de pregonar por todos los medios la calidad de víctima sufrida por los judíos durante el holocausto, tragedia esta que le ha permitido instalar una idea que Omar Barghouti describe con claridad en “BDS contra el apartheid y la ocupación de Palestina”, cuando se refiere a las razones que Israel invoca para rechazar los derechos de los refugiados palestinos: “…los judíos no están seguros entre los ‘gentiles’ y deben por lo tanto vivir en un estado, una colonia de pobladores, en la cual la predominancia de éstos debería mantenerse a cualquier precio, independientemente de las leyes internacionales, de los derechos del hombre y de los derechos políticos de la población nativa”. Y continúa: “Ningún otro país en el mundo reivindica hoy día un derecho semejante a la supremacía etno-religiosa. Cuando las víctimas de las ‘super-víctimas’ son descritas como seres humanos relativos, de un valor inferior, esta actitud es ampliamente tolerada por las potencias hegemónicas mundiales”.
Por otra parte, se puede constatar que el resto de los métodos utilizados por el sionismo, tiene un origen que resultará fácil identificar a partir de la experiencia nazi. He aquí una enumeración de ellos: Campos de concentración como Gaza, el más grande de la historia, con un millón y medio de cautivos; limpieza étnica, donde los árabes son amenazados y hostilizados para que dejen sus tierras y los árabes-israelíes son considerados ciudadanos de segunda categoría; asesinatos selectivos y masivos, para los cuales no hay cámaras de gas, pero sí aviones F 16, helicópteros, tanques y bombas prohibidas, todo ello mucho más letal que dichas cámaras; castigos colectivos, donde Gaza es permanente ejemplo; aislación de la población nativa en ghettos, en este caso mediante el muro de separación; usurpación permanente de tierras y bienes de palestinos.
Además, numerosos rabinos, especialmente entre los que asesoran al ejército, pregonan sin tapujos la superioridad racial de los judíos sobre los gentiles y el derecho a exterminar a éstos si es necesario; así, los palestinos deben sufrir a diario el terror y humillaciones que les infligen los soldados sionistas, las anexiones territoriales de Israel por la fuerza y los frecuentes bombardeos a poblaciones civiles, que constituyen una burla sangrienta al derecho internacional.
Difícil resulta imaginar que pueda existir una identificación más estrecha entre el sionismo y la ideología y métodos del fenecido nacionalsocialismo alemán, obviamente, con diferentes actores. Y ésa es la esencia del sionismo, el cual, irónicamente, de tanto rememorar la barbarie del holocausto, ha terminado por protagonizar otra similar, esta vez contra un pueblo absolutamente inocente en la matanza de judíos durante la II Guerra y, además, utilizado como chivo expiatorio por las grandes potencias, para lavar sus propias culpas. Y dichas potencias, las mismas que después de la II Guerra juzgaron y condenaron a los jerarcas nazis, toleran cuando se trata de Israel, el mismo tipo de conductas cuya tipificación como crímenes contra la humanidad en los juicios de Nuremberg, hicieran merecedores de la pena de muerte a dichos jerarcas. A sus similares israelíes en cambio, se les blinda, se les brinda ayuda económica, se les vende armas e incluso hasta se les otorga el Premio Nobel de la Paz…
Por lo tanto, la comunidad internacional no es una víctima inocente de la propaganda sionista. Su pasividad culpable ha permitido que Israel se haya burlado impunemente durante más de 60 años, de todos los preceptos del derecho internacional y de la declaración de los derechos humanos, consagrándose así un doble rasero para catalogar la dignidad de los seres humanos.
Enorme deuda pues es la que tienen las grandes potencias con el pueblo palestino, la cual será saldada sólo cuando ellas sean capaces de adoptar una actitud firme y conforme a la ética frente a la influencia sionista y muestren la determinación de defender la dignidad humana de los palestinos, con la misma decisión con que en el pasado enfrentaron el predominio nazi.
Mientras tanto, la condena del holocausto de la II Guerra por parte de esas potencias seguirá sonando a hipocresía, en tanto ellas no sean capaces de poner término al holocausto palestino, del cual a diferencia de lo ocurrido con el anterior – en esta Era de plena comunicación e Internet – no pueden alegar ignorancia.
Por Manuel Hasbun
Director de la Federación Palestina de Chile. Abril 2011
El Ciudadano Nº102, segunda semana mayo 2011
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