Los impactos de las actividades extractivas sobre el medio ambiente, en particular sobre el agua y sobre la salud humana, tienen múltiples implicaciones que van desde la competencia por los recursos hídricos, la contaminación de fuentes de agua superficiales o subterráneas, hasta las enfermedades que padecen aquellas personas que viven en zonas cercanas a donde se desarrollan estos proyectos. Estos son los graves resultados que se detallan Anuario de Actividades Extractivistas en México realizado por el centro de análisis e investigación Fundar.
En dicho informe, también se informa de los altos riesgos para la seguridad, la salud y la vida de los trabajadores y trabajadoras que trabajan en la industria, así como la de residentes de zonas cercanas a operaciones de perforación y fractura hidráulica, conocida como fracking. Según Fundar, existen afectaciones comprobadas a la salud tales como el aumento en las tasas de hospitalización, problemas respiratorios autoreportados y erupciones cutáneas, así como muertes por accidentes de vehículos motorizados, traumas, abuso de drogas y niños con bajo peso al nacer.
Tal como destaca el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, en el estudio se añade que muchos de los productos químicos utilizados en los procesos de fractura hidráulica representan un riesgo para los seres humanos y el medio ambiente, tanto si se liberan en ciertas concentraciones, como si algunas de estas concentraciones peligrosas persisten en el medio ambiente y alcanzan y afectan a un ser humano, animal o planta.
Uno de los ejemplos que se ponen en el documento es Molango, en el estado de Hidalgo, uno de los diez yacimientos de manganeso más grandes del mundo, donde se han encontrado las concentraciones más altas de ésta sustancia y estas tienen efectos demostrados sobre la capacidad intelectual de los niños. Además, reportaron estudios que relacionan la inhalación de polvo contaminado con manganeso con los deterioros motores y de la atención en adultos de esta población
El informe de Fundar señala que las zonas mineras deberían ser consideradas como sitios potencialmente peligrosos para la salud humana debido a los impactos diversos y difíciles de cuantificar de la intensa actividad de la extracción de hidrocarburos.
Por último, también alarma sobre la sobreexplotación de los acuíferos en aguas subterráneas, ya que el agua es un recurso ampliamente usado en las actividades extractivas, tanto en la minería como en la extracción de hidrocarburos, particularmente en el proceso de fractura hidráulica (fracking) empleado para la extracción de hidrocarburos no convencionales, como los de yacimientos de lutitatra, generando graves conflictos sociales e impactos ecológicos.