En Liceo Manuel Barros Borgoño: Una Experiencia de autogestión educativa

La experiencia de autogestión educativa realizada en el Liceo Manuel Barros Borgoño surge como una iniciativa de los propios estudiantes del establecimiento, quienes, ante la necesidad de continuar con su formación académica así como también la de potenciar la toma del colegio, deciden ponerse en contacto con organizaciones sociales e individualidades ligadas al ámbito educacional

En Liceo Manuel Barros Borgoño: Una Experiencia de autogestión educativa

Autor: Director

La experiencia de autogestión educativa realizada en el Liceo Manuel Barros Borgoño surge como una iniciativa de los propios estudiantes del establecimiento, quienes, ante la necesidad de continuar con su formación académica así como también la de potenciar la toma del colegio, deciden ponerse en contacto con organizaciones sociales e individualidades ligadas al ámbito educacional. Fue justamente a partir de una serie de asambleas entre estudiantes secundarios, universitarios y profesores externos al Liceo que se inició el proceso de construcción de este proyecto autogestionario, el cual comenzó a operar a partir del lunes 18 de julio en las dependencias del mismo Liceo.

Hasta ahora, las clases impartidas abarcan, por un lado, las áreas tradicionales del currículo educativo tales como: Lenguaje y comunicación, Matemáticas, Historia, Biología, Química y Física; las cuales son complementadas, por otro lado, por una serie de talleres de interés general tales como: Música, Teatro, Cine, Sexualidad, Filosofía, Karate, entre otros.

Ya desde ese primer momento, se manifestó la importancia de que los alumnos participaran de forma integral en la toma de decisiones tanto administrativas como pedagógicas. Lejos del paradigma educativo tradicional en el cual son relegados a un rol pasivo de meros receptores de contenidos, en el Liceo Autogestionado es la comunidad misma –conformada por estudiantes, profesores, apoderados y administrativos–la que determina el qué y el cómo de la acción pedagógica, ya no puesta en relación a una reglamentación y un currículum impuestos desde arriba, sino desde sus propias necesidades e inquietudes.

Resulta interesante ver que son los mismos alumnos quienes destacan la efectividad de la enseñanza recibida en un ambiente de distensión, conversación y compañerismo; mientras que los profesores, a su vez, dan cuenta del interés genuino por aprender de parte de los alumnos, quienes muestran una actitud de participación y apoyo mutuo. De esta manera, se pone en cuestión el sistema autoritario de las escuelas públicas desde una práctica pedagógica que no está sujeta a órganos de normalización ni a estructuras burocráticas.

Muchos desafíos quedan aún por delante para este proyecto, que no se puede denominar estrictamente  autogestionario mientras no se incluyan en este proceso todos los actores del mundo educacional. Hace unas semanas los apoderados han dado su apoyo a los  estudiantes, tanto en las reivindicaciones por las que luchan como a esta iniciativa en proceso. Tal vez en un futuro cercano tengan que ser los profesores de planta del Liceo los que sean capaces de integrarse a este trabajo, que requiere tanto valentía como convicción.

Y si bien los resultados de esta iniciativa no pueden aún ser medidos en su total dimensión, podemos decir para finalizar que la autogestión permite avizorar al menos dos cuestiones fundamentales para el panorama social que enfrentamos: por un lado, que el verdadero ámbito del actual conflicto educativo es de carácter abiertamente político (es precisamente la disputa por el control y la gestión de la educación); pero, por otro, que la autogestión representa un atisbo del mundo que entre todos y todas los que luchamos por la educación aspiramos a construir, en cuyo horizonte asoman la libertad, la justicia y la igualdad.

 

Sergio Domínguez Figueroa

Licenciado en Lengua y Literatura

Universidad de Chile.


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