Una semana después de su controvertida liberación, que ha despertado una polémica judicial y añadido un factor más de división en Libia, sigue siendo una incógnita el destino de Seif al Islam, hijo y virtual heredero del depuesto líder Muamar al Gadafi (1969-2011).
Seif Al Islam fue capturado en la ciudad meridional de Sebha en noviembre de 2011, apenas un mes después de que progenitor muriera a manos tras ser linchado en su ciudad natal de Sirte, donde había buscado refugio. Desde entonces, estaba en manos de una milicia con sede en la ciudad de Zitan, próxima a la frontera con Túnez, vinculada al mariscal Jalifa Hafter, antiguo líder de la oposición el exilio y actual hombre fuerte del país.
El pasado sábado, y en un comunicado difundido a los medios, la citada milicia, conocida como «Abu Bakr al Siddiq», anunciaba que había decidido dejarle en libertad tras mantenerlo cautivo seis años al considerar que ya no era culpable de nada. Horas más tarde, el diario digital «Libya Express» afirmaba que el hijo de Gadafi, condenado a muerte en ausencia por un tribunal de Trípoli que exige su entrega, se había trasladado a la ciudad de Al Bayda, sede del gobierno del este de Libia, donde se había reunido con sus parientes.
«Es lo más probable pero nadie lo sabe», señala a Efe un agente de la Inteligencia de un país árabe de la zona. Pero la información que no ha sido confirmada ni desmentida hasta la fecha. Tampoco se conoce si Seif se encuentra allí por voluntad propia o es rehén del Ejecutivo del este, con el mariscal Hafter a la cabeza, que hace unas semanas dijo haberle amnistiado.
«Cualquier condenado por el poder judicial debe estar encerrado en una prisión legal bajo supervisión y control de los jueces», recordó a Efe el abogado libio Mohamed Bara. «En el caso de Seif al Islam no se conoce ni donde está ni si era legal el lugar donde estuvo en Zintan, agregó.
La polémica ha acaparado la actualidad esta semana en Libia, con disputas entre aquellos que invocan la ley de amnistía general aprobada tras el triunfo de la revolución y aquellos que exigen su entrega para que se cumpla la pena capital.
Seif fue condenado en ausencia tras ser acusado de asesinar y represaliar a miles de libios durante el alzamiento que acabó con la tiranía de su padre, delitos que quienes aluden a la amnistía dicen que fueron cometidos antes de que se decretara esta. Por los mismos cargos el hijo de Al Gadafi es reclamado por la Corte Penal Internacional (CPI), que también se ha sumado a las voces que exigen conocer el paradero y la autoridad bajo la que se encuentra para exigir su entrega.
Aquellos que apoyan su perdón y libertad definitiva argumentan, además, que impulsaría la reconciliación nacional y enviara la señal de que los libios están dispuestos a participar juntos en la reconstrucción del país.
En este ambiente de creciente división, el Comité para el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional del Parlamento de Tobruk (este), la única institución libia que conserva la plena legitimidad y bajo control de Hafter, advirtió «nadie tiene el derecho de liberar a un preso antes de que se dicte una resolución firme por la autoridad competente»
«En todo caso, debe ser prioritario preservar la seguridad nacional frente a la discordia y el caos», declaró.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera a la victoria de los rebeldes. Seis años después, dos gobiernos se disputan el poder, uno en el oeste sostenido por la ONU y otro en el este bajo liderazgo de Hafter, que controla más de 60 por ciento del país.
La situación ha favorecido el desarrollo de mafias dedicadas tanto al contrabando de petróleo como de armas, drogas e incluso de personas y de grupos yihadistas y salafistas. En este contexto, el cometario más habitual esta semana en las calles de Trípoli y otras ciudades del país es que la liberación «no ha sorprendido a nadie».
Y es que Seif al Islam aparece como una figura clave para una futura solución en Libia: nombrado tiempo atrás jefe del consejo de tribus, y líder de un movimiento de nostálgicos del antiguo régimen, ha sido cortejado tanto por el este como el oeste y la propia comunidad internacional.