El periodista José Miguel Villouta, y todo el equipo del programa de Via X «El interruptor», vivieron tensos momentos con su invitado, el polémico Pastor Soto. El pastor incurrió en un gesto tan despreciable y condenable, que seguro no será olvidado en la televisión chilena, tanto por el desplante de un odio e ignorancia rayano en la oligofrenia por parte del pastor, como por el profesionalismo y autocontrol del periodista, ante los ataques directos hacia la comunidad LGBTI, y el hecho de que el invitado no respetó para nada la pauta del programa.
Ante la primera pregunta del periodista, el pastor decide no responder y se toma inmediatamente la palabra. Al espectador le queda claro, desde el primer momento, que asistirá a una de las despreciables performances del pastor y que se puede esperar cualquier cosa, desde que agreda al periodista por su condición sexual o queme una bandera en pleno estudio, como ya hizo una vez ante las puertas del congreso en Valparaíso.
El pastor anuncia entonces que tiene un invitado al programa: nada menos que el mismo Jesucristo, a quién invita a pasar, imponiendo, en medio del programa, que toda pauta se postergue para que él pueda realizar la performance de una invocación, sin respetar, por supuesto, las creencias ni el tiempo de nadie.
«Lo invitamos, Señor, a este programa para que sane a todo el que tenga que sanar en este día», dice el pastor en un momento, en una clara alusión al periodista. Al terminar el acto, Villouta le pregunta si es normal entre los evangélicos entrar a una casa ajena e imponer sus ritos a otra gente, a lo que el pastor responde, apuntando al periodista: «Es necesario que Dios se presente, conociendo, también, su condición, es muy necesario que usted se vaya sanado», y agrega «El Señor tiene una pauta, el Señor trae su pauta».
Con una paciencia inquebrantable -a pesar de lo incómodo que ha sido todo hasta el momento-, el periodista intenta, respetuosamente, volver a encausar la entrevista, retomando la pregunta inicial «¿Cuándo conoció la religión evangélica?». El pastor responde vagamente y comienza su planificada actuación, ahora con un gesto que, realmente, es de las cosas más vergonzosas que se puedan ver en televisión.
El pastor saca de su bolsillo una bandera de la comunidad LGBTI, y la pone bajo sus pies como una «alfombra», diciendo que es su «trapo de inmundicia» y que, al igual que su biblia, la ocupa en su campaña contra las diversidades sexuales.
El periodista le explica lo ofensivo que resulta su gesto y le pide que guarde la bandera para poder seguir haciendo la entrevista, a lo que el pastor se niega desafiante. La editora de contenidos del programa tuvo que detener la entrevista y dar por terminado el programa, pidiendo disculpas al periodista y al resto del equipo.
Un gesto brutalmente insensible y condenable, de una persona enferma y sumamente violenta, que representa lo peor de nuestra sociedad.
Acá puedes ver el video del momento complejo que se vivió en «El interruptor»: