Luz Gabás, escritora española: «La verdadera igualdad se dará cuando no nos pregunten si escribimos para mujeres»

Entrevista a la autora española Luz Gabás, quien acaba de publicar recientemente Como fuego en el hielo (Planeta, 2017), libro que lleva más de 1 millón de ejemplares vendidos en todo el mundo. Sobre la etiqueta de su obra como una "literatura femenina", señala que se trata de estrategias editoriales y que eso "algún día se terminará, sobre todo en esta sociedad posmoderna". Conoce más a la escritora del libro Palmeras en la nieve que fue llevada al cine con un gran éxito comercial.

Luz Gabás, escritora española: «La verdadera igualdad  se dará cuando no nos pregunten si escribimos para mujeres»

Autor: El Ciudadano Argentina

— Tanto en Como fuego en el hielo y en tus novelas anteriores, tenés un fuerte interés por los ambientes históricos, por más que no sean novelas estríctamente históricas. ¿De donde viene esa búsqueda tuya? ¿Haber estudiado filología colaboró con ello?

— Es un poco lo que acabas de decir. Desde muy pequeña a mí me ha gustado escuchar a los mayores y he crecido en un entorno más o menos rural, donde está el concepto de casa: un lugar donde convive mucha gente de distintas edades. En invierno, sentados alrededor de fuego, porque cuando era pequeña no llegaba bien la señal por ejemplo, escuchar historias narradas por los abuelos, tíos o vecinos siempre me ha gustado. En las casas suele haber papeles viejos, baúles, piezas donde no se puede entrar por las cosas que acumula. Rebuscar en el pasado siempre me gustó. Las tres novelas tienen que ver con un pasado relacionado a mí, lo cual lo pensé como un microcosmos de lo que pasa a nivel general.

— Por lo que acabás de decir también se me ocurre que tanto tu generación como las que les siguieron, crecieron queriendo ser como sus padres y abuelos, pero el mundo ha cambiado radicalmente. ¿Qué opinás de eso?

— Eso ha pasado siempre, nos creemos muy originales pero esto ya ha sucedido. Los grandes cambios se vivieron a finales del siglo XIX. Ahora tenemos celulares, pero ya existía el concepto de teléfono, antes no.

Es difícil encontrar una canción, película o novela que no hable de amor. En eso sinceramente no me siento original. Yo creo que lo que hay en mis novelas son distintos personajes movidos por distintas pasiones además de una historia de amor, lo que hace que sean más completas

— En Como fuego en el hielo hay una historia de amor tan apasionante como imposible. ¿Por qué creés que el amor siempre es un tema tan difícil de eludir a la hora de escribir una historia?

—Es difícil encontrar una canción, película o novela que no hable de amor. En eso sinceramente no me siento original. Yo creo que lo que hay en mis novelas son distintos personajes movidos por distintas pasiones además de una historia de amor, lo que hace que sean más completas. Al lector, y a mí como lectora, le gusta leer historias más completas, donde pasen muchas cosas y haya personajes con los que cualquiera se pueda representar, porque si no me identifico con el protagonista, se cae la novela. Por otro lado, el ser humano está poseído por las pasiones y el amor es la más intensa, tanto en lo positivo como en lo negativo. Es más viejo que el mundo.

— ¿Y por qué considerás que tienen tanto éxito tus novelas?

— Sorprende más al crítico o al periodista que una novela de corte clásico. Esa solidez es algo que el lector busca hoy en día en un mundo con tantos géneros y tan cambiante. Tener de vez en cuando una novela como las de antes es algo que agrada, es mi teoría.

—Dentro del rubro editorial se te suele catalogar como libros para el sector «femenino», ¿estás de acuerdo con eso? ¿O pensás que son prejuicios o estrategias comerciales?

— Yo creo que son estrategias, no prejuicios. Si resulta que en las ferias del libro hay más mujeres que compran porque son las que gestionan el ocio familiar -me ha pasado a mí misma-, creo que con esa estrategia editorial logran captar la atención de ese público, porque al fin de cuentas lo que quiere una editorial es vender. Más allá de eso, lo he comentado con muchas escritoras y a nosotras no nos gusta hablar de «Literatura femenina» o «literatura para mujeres». Escribimos una novela y esperamos un lector al que le presuponemos una sensibilidad se acerque, más allá del país, edad o género. Nosotras leemos todo tipo de novelas y a un escritor no se le pregunta si escribe para hombres. La verdadera igualdad dentro del ambiente literario se dará cuando no nos pregunten si escribimos para mujeres.

Lo he comentado con muchas escritoras y a nosotras no nos gusta hablar de «Literatura femenina» o «literatura para mujeres». Escribimos una novela y esperamos un lector al que le presuponemos una sensibilidad se acerque, más allá del país, edad o género.

— ¿Cómo ves el futuro al respecto?

— Yo creo que algún día se terminará, sobre todo en esta sociedad posmoderna. Basta con pensar en la transexualidad: ¿qué pasa con eso?, ¿una persona transgénero sólo puede leer algo que haya escrito alguien transgénero? Es absurdo. Es una cuestión de sensibilidad después de todo. Por lo menos en España se está trabajando en esa dirección: en los últimos años surgimos escritoras muy leídas pero con distintos géneros literarios. Lo mismo sucede con los hombres.

Después del éxito que alcanzó la película Palmeras en la nieve, a la hora de escribir esta novela, ¿te la imaginaste como un largometraje?

— Sí, por supuesto. Me la imagino como un peliculón, pero eso no depende de mí, sino de un director que se enamore del proyecto y un productor que ponga el dinero. Es más fácil lo primero que lo segundo (risas). También las visualizo cuando lo escribo, soy de una generación muy cinematográfica, ni hablar de los más jóvenes. Creo que nuestra forma de narrar está condicionada por esa práctica cultural.

— ¿Cómo convivís con el libro electrónico?

— Yo nunca he tenido miedo al libro electrónico con respecto a que iba a terminar con el libro en papel, está ocurriendo todo lo contrario. Yo tengo el mío y acepto su comodidad, y a la vez también consumo libros de papel.

— Tener la faja en el libro que dice «más de 1 millón de ejemplares vendidos», ¿qué te produce?

— Sois vosotros los que tienen esa sensación de estar con una «best seller», yo no me entero esas cosas, me dedico a escribir. Veo esa faja y me sorprende, pero no le doy más importancia de la que tiene. Los autores que hoy vendes 1 millón y mañana 3 mil, y hay que vivir con eso. Tampoco pasa nada, no hay que perder perspectiva. A mí me produce satisfacción y tranquilidad para seguir escribiendo.

Sois vosotros los que tienen esa sensación de estar con una «best seller», yo no me entero esas cosas, me dedico a escribir

— ¿Cómo convivió en vos tu rol de alcaldesa con tu faceta de escritora?

— Pues no convivió bien. Por dos motivos: primero el esfuerzo que implicó llevar a cabo los compromisos de ambas facetas y a la vez mantenerlas separadas. En segundo lugar, creo que un escritor debe gozar de cierta libertad de análisis y, si estás metida en un partido, no posees la libertad de criticar hasta lo tuyo.

— ¿Qué panorama tienes de la literatura latinoamericana?

– Hay varios autores que no te los voy a decir porque son lo obvio, que hemos estudiado en la escuela también. Me acuerdo cuando hemos tenido que leer Rayuela. Del panorama actual creo que está sucediendo algo similar a España: hay muchas voces femeninas, hay nuevos géneros. Pienso en el caso de Florencia Bonelli con la novela histórica, lo mismo sucede con Gloria Casañas. También se me viene a la cabeza Eduardo Sacheri con La pregunta de sus ojos. Sucede que hoy en día es más difícil hablar de «una generación» de escritores, hay estilos muy diversos que conviven lo más bien.

¿Y con la literatura chilena en particular?

— No soy gran conocedora, reconozco mi falta en ese terreno y la lamento.

— ¿Creés que los años de la dictadura complicaron que la cultura chilena sea más conocida?

— Todas las dictaduras frenan, por más que los exiliados puedan producir obras más que interesantes. Pero la vida cultural se frena porque solo tienes un punto de vista.

 Todas las dictaduras frenan, por más que los exiliados puedan producir obras más que interesantes. Pero la vida cultural se frena porque solo tienes un punto de vista.

— A la hora de escribir, ¿tenés una rutina?

— Soy muy metódica, organizada y disciplinada. Una cosa es el caos de la documentación con mis fichas y otra cosa es a la hora de trabajar. Ahí me vuelvo una profesional absoluta. Luego si es leer algo relacionado a mi placer, lo hago por la noche. Escribir, lo hago siempre en el mismo sitio: en mi casa.

— Por último, para un joven escritor o escritora que quiera dar sus primeros pasos. ¿Qué consejos podrías darle?

— El primer consejo lo dice alguien muy impaciente como yo: no tener prisa. No puedes sentarte a escribir una novela teniendo como único objetivo su publicación. Si bien parece una contradicción, lo más importante es sacar eso que llevas dentro. Luego tienes que ser valiente pare revisarla sin piedad tantas veces hasta que nada te choque a la vista, sino, te estarás engañando. Previo a todo eso debes haber leído mucho para ser consciente del género en el que estás trabajando: ¿estás continuando una norma o la estás rompiendo?; ¿estás aportando algo novedoso?. El último consejo es el de fijarse en qué editorial nuestro libro será bien recibido y es acorde lo que escribimos. A mí me hubiera gustado que me den esos consejos. No se trata de publicar a toda cosa, sino sentirse parte.

Por Gustavo Yuste, desde Argentina
@gusyuste


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